<p style="font-weight: bold;">Ningún día es tan definitivamente importante para la vida de un país, o de cualquier sociedad humana, como aquel en el que se legitima su organización, y se elige a los directivos en base a la voluntad popular.
Porque se ha demostrado que pese a las perversiones a que se someten a veces las instituciones elegidas por la sociedad organizada, siempre serán períodos oscuros, de escasa permanencia.
La tiranía de Trujillo perduró 31 años dirigiendo al país a su capricho y voluntad, pero un 30 de Mayo el país decidió que no podía seguir haciendo de las suyas, entonces Trujillo fue eliminado.
En las primeras elecciones luego de la tiranía, el 20 de diciembre de 1962, el entonces Consejo de Estado auspició unas elecciones que ganó ampliamente el profesor Juan Bosch, entonces del Partido Revolucionario Dominicano.
Los politicastros criollos, junto con elementos de la Iglesia Católica disconformes con la política educativa de ese gobierno, se alzaron en una conspiración y en 7 meses después de instaurado ese gobierno, colapsó ante un golpe militar sin la oposición de Washington. Para relatar lo que le trajo esa aventura golpista a la sociedad dominicana se necesitaría toda una biblioteca entera para consignar tantas
iniquidades, tantos abusos contra el pueblo llano y los partidos políticos asi como la vida de hombres como Manolo Tavarez y sus compañeros caídos en Las Manaclas.
Tras el trauma de la Guerra de Abril y la última intervención militar norteamericana el doctor Joaquín Balaguer asumió el poder en el 1966, honesta o deshonestamente, pero se le dio inicio al actual período de elecciones cada cuatro años.
Balaguer volvió a imponerse en el 1970 gracias a la abstención del PRD, inspirado por Bosch que para entonces detractaba los principios de la democracia y la denostaba calificándola como “la mentada democracia representativa” tomando una expresión del doctor Marcelino Vélez Santana.
En el 1973 Bosch dejó el PRD, fundó el Partido de la Liberación Dominicana y proclamó entonces que uno de los fundamentos de esa nueva organización era terminar la tarea iniciada por los fundadores de la República.
Mientras tanto, la política nacional evolucionaba a pesar de la política pretoriana de Balaguer. En el 1974 Balaguer se postuló a un tercer período y el PRD -ya sin Bosch- volvió a abstenerse y la segunda reelección del reformismo pasó tranquila “a paso de vencedores”.
La revancha vendría cuatro años más tarde y se necesitaría un cambio de gobierno en Washington, un Carlos Andrés Pérez en Venezuela y la firme decisión de Don Antonio Guzmán de seguir adelante.
Ahora que se habla de militares en política la queja suena como una dolorosa experiencia del pasado. Quienes hacen tal denuncia parece que no vivieron lo que es ver militares en política especialmente en el 1974 y, desde luego, en el 1978 cuando jefes militares realizaban reuniones “normales” con la dirigencia del PRSC en el interior del país e intervinieron el conteo de la JCE cuando fue obvio que don Antonio había ganado.
La distancia en lo que respecta a la vida institucional y cívica del país entre aquellos y estos tiempos, pueden describirse en años luz, no son comparables esas dos situaciones.
El país se ha elevado al respecto en su comportamiento cívico porque las leyes son ahora respetadas y observadas y en eso es que debemos concentrarnos aún más allá de las conveniencias políticas circunstanciales.
Asegurar un sistema cívico legítimo que garantice que nadie se atribuya los votos ajenos, es la mejor garantía para tener autoridades efectivamente avaladas por el sentimiento popular.
El hecho de que gocemos, sí, gocemos, de la observación de miles de nacionales y extranjeros, incluido el ex presidente de Uruguay el médico Tabaré Vázquez es un lujo que debemos convertir en seguridades legítimas a favor de la sociedad.
Que este nuevo día en el que los dominicanos asistimos pacíficamente a las urnas para elegir un nuevo presidente de la República y un vicepresidente, debe ser la Gran Jornada que coloque a la República Dominicana entre los mejores de la región.
Solo se elegirá un Presidente que regirá los destinos del país por cuatro años, hasta el 2016. Ya no hay reelección, pero sí continuidad democrática, solo debemos profundizar la institucionalidad nacional con un instrumento regulador como seria una nueva Ley de partidos.
Todos pueden, a nadie se le discriminaría y creo que ahora es el mejor de todos los momentos. ¡Elijamos en paz y con honor!