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<font size="3">27 de mayo 2012.-El asenso de Danilo Medina a la dirección
de los asuntos de Estado podría representar un cambio inmediato en la relación
del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) con el Gobierno, excepto que el nuevo
gobernante siga el mismo librito del presidente Leonel Fernández, de nombrar en
los ministerios a los miembros del comité político y del comité central de esa
organización política.</font>
Lo que se prevé es que los primeros decretos distancien la
cúpula peledeísta de las funciones oficiales y que las bases de ese partido se
sientan más próximas al Gobierno.
Durante los doce años de gobierno, el presidente Fernández
ha privilegiado a los altos dirigentes del PLD, en especial a los miembros del
Comité Político y a los más connotados del comité Central, junto a los
denominados amigos del mandatario que han controlado los proyectos de más rentabilidad
del Estado.
Lo que más fue alejando a Leonel Fernández de la estima de
importantes segmentos de las bases peledeístas fue la permanencia eterna del
mismo equipo de Gobierno, entre ellos, los 25 miembros de su comité político.
Son muchos de ellos, los elementos más cuestionados por la base que apoyó
Medina y que reclaman que no sigan en sus respectivos puestos, y los más
radicales reclaman que todos sean enviados para su casa.
Cualquiera que sea la decisión que tome Medina, habrá de
tener un impacto político en el PLD, pues esa gente que llevaba años en el
Gobierno, también lleva década como miembro del comité político, el cual
presidía Leonel Fernández siendo presidente de la República y que lo seguirá
haciendo una vez baje las escalinatas del Palacio Nacional, el próximo 16 de
agosto de est5e año.
Con el poder que tiene el gobernante, Fernández se erigió en
poder omnímodo en el organismo de máxima dirección del PLD, logrando aislar a
Medina, más cuando este decidió enfrentarlo para los comicios del 2008 en los
cuales Leonel Fernández resultó ganancioso.
Desde entonces, quien fuera el influyente Medina, pasó a ser
uno más, quien escasamente era consultado sobre las grandes decisiones que se
conocían en ese organismo, pero a partir del 16 de agosto habrá un giro que
ameritará de prudencia de ambas partes para asimilar el proceso que se inicia.
Medina habrá de evitar una ruptura con la cúpula de su
partido, que al decir de opositores, está articulado al gobierno en base a una corporación
económica. Desalojarlos a todos en el gobierno ocupando ministerios, daría pie a
que Fernández, que tiene su proyecto para el 2016, se atrinchere en este órgano
y se erija en un supra poder dentro de PLD que deje al nuevo mandatario pocas
opciones para maniobrar.
Así las cosas, las bases y sectores peledeístas que apoyan a
Medina habrán de entender que éste deberá actuar con prudencia ante sus
compañeros del comité político, incluso ante lo que ellos llaman el Grupo de
Leonel, para evitar que los obstáculos al nuevo gobierno se originen de
inmediato desde el seno del propio partido gobernante.
Es obvio que Medina, una vez presidente, no se comportará ni
actuará como un subalternos de la cúpula peledeísta y que esta habrá de entenderlo
así. El gobernante sabrá jugar con sus opciones, siendo una de ella la de
motorizar que el Congreso Nacional agilice el conocimiento y aprobación de la
Ley de Partidos Políticos, la cual le facilitaría emprender una renovación en
el seno del PLD, incluyendo la modificación de la matrícula del Comité Central
y del Comité Político.
Ese proceso de cambio podría plantearse una vez Medina asuma
el mando, pues se entiende que en el seno del partido oficial urge un requilibrio
de las fuerzas internas, monopolizadas hasta el momento por quien durante 12
años ha gobernado Republica Dominicana.
El matiz y celeridad que adquiera ese proceso no solo va a
depender del gobernante, y sus seguidores, también dependerán del
comportamiento de quienes dentro del partido morado se asuman como opositores a
las ejecutorias de Medina y pretenden hacer uso del PLD para dejarla expresada.
En todo este contexto surge la interrogante del rol que
desempeñará la hoy Primera Dama y electa vicepresidenta de la República, Margarita
Cedeño de Fernández. Observadores opinan que podría ser la piedra en el zapato,
excepto que ella opte por bajar su perfil, y se acomode a ser lo que siempre
han sido los vicepresidente en el régimen presidencialista dominicano, un
complemento, como fue el rol del actual vicepresidente Rafael Alburquerque.
De todo modo, en vista que el PLD siempre se ha manejado con
niveles de institucionalidad y un manejo discreto de sus contradicciones,
observadores políticos no prevén grandes conmociones internas, si tal conducta
se mantiene y no se pretende desde el partido imponer decisiones al Gobierno,
usando la estructura partidaria o la matricula de legisladores en el Congreso
Nacional.