SE HABLA DE cultura de la violencia cuando el modelo de una cierto tipo de violencia está integrado al proceso social de un país determinado. Si nos detenemos a observar tráfico indetenible de droga, diríamos que nuestra violencia criminal está empezando a “colombianizarse”, pero si lo que observamos es la inseguridad ciudadana, entonces debemos ocuparnos del tema de las armas de fuego, pero este contendio de la violencia es el eje de la violencia actual de las ciudades.
También hablamos de una cultura de violencia ejercida desde el Estado, la cual es generadora de (in) seguridad ciudadana. Pongamos bajo el escrutinio a sus instituciones: La cuestióm de las armas de fuego están siendo afectadas, por las autoridades y los por ofensores delinuentes.
El conocimiento de esta problemática social es arduo y delicado. La institución a cargo que cree buscar una integración, un apoyo o una comprensión de parte de los ciudadanos, puede, desgraciadamente, dividirlos, y puede disparar la criminogénesis del delito, particularmente por la gapolante crisis económica, que como sabemos es una época cimentada en las tensiones y el conflicto interpersonal, y no es como algunos dicen hoy, ajustarse a las reformas fiscales.
El problema de las armas de fuego no es un problema de la presente generación, sino de la inopia del progreso social. La conciencia que tenemos sobre esta cuestión está siendo tomada en cuenta incorrectamente, debido al enorme volumen de inseguridad social que obliga a los ciudadanos a buscarse su propia seguridad personal.
Los científicos sociales hablan de una cultura de la violencia, a los que la criminología le ha agregado la implantación de políticas locales de prevención del fenómeno. Al gobierno corresponde la creación de instrumentos de política criminal eficaces, flexibles y de fácil acceso, pero jamás rígido o impuesto a la fuerza, y que no vayan en sentido contrario a la idiosincrasia de nuestro pueblo. lo peor que pdoemos hacer es empezar por querer desarmar la población, sin antes llevar a cabo un estudio global del tema; no podemos actuar sin antes intentar reunir algunas experiencias de los ciudadanos involucrados.
Este importante contexto de la violencia criminal, que en muchos casos llega a sacrificar a muchos inocentes, o que es un reflejo perfecto de la producción de violencia de nuestra sociedad hay que tener cuidado con argumentar.
Es por eso que queremos presentar una solución de intención, para que nos ayude en la búsqueda de acciones concretas. La propuesta toma en cuenta el estudiar con otros criterios especializados la cuestión de la violencia crimina, antes de llevar a cabo acciones tiene sus ventajas y en ese sentido es que se debe considerar otra forma de participación y de prevención del mal.
Parte de las estadísticas (bancos de datos), encuestas de victimización y la posibilidad de crear un banco de referencias a nivel nacional, para recolectar informaciones apropiadas que sirvan para la intervención estatal en este tipo de violencia. Deberá mejorar la actuación del papel de la Policía Nacional en estos casos.
Ya que este problema de último momento dispone que el nuevo gobierno pueda por resolución disponer desarmar a la ciudadanía a partir de su debut, los invitamos a reconocer que debemos primero intercambiar justicieramente informaciones o experiencias provenientes de los actores y de los aplicadores responsables de la problemática. Nada sabemos de las armas de fuego, por lo tanto nada claro podemos hacer para lograr el apoyo de la ciudadanía. No es un asunto que pueda resolverse en los medios, ni es un asunto de expertos criminólogos; es un asunto de todos, y el primnero entre sus iguales, es decir, el presidente de la nación, debe dar el primer paso.
* Pte. Sociedad Dominicana de Criminología.