El incidente protagonizado por dirigentes perredeístas en los contornos del Tribunal Superior Electoral (TSE), es una muestra del irrespeto a la vida de determinados actores políticos. Es una acción vergonzosa, repugnante y una falta de consideración a este pueblo.
Una balacera que nos hace recordar los tiempos de Elliot Net, el líder de los Intocables, agentes que combatieron al crimen organizado en la legendaria ciudad estadounidense, Chicago, o los famosos duelos de los pistoleros del Oeste americano, creó pánico en el público y dañó propiedades privadas.
Vi un video de la televisión donde, increíblemente, aparecía un individuo disparando de manera indiscriminada con dos pistolas sin tomar en consideración que con su acción ponía en peligro la integridad física de las decenas de ciudadanos que circulan en las inmediaciones del Congreso Nacional, el Ayuntamiento del Distrito, y otras instituciones ubicadas en el área de La Feria.
Si no hubo, milagrosamente, muertos fue por la rápida y arriesgada intervención de la Policía que procedió a desarmar a algunos de los autores de la refriega.
Los hechos pasaron y ningún dirigente de altura del PRD se ha pronunciado ni se ha excusado. Tampoco se han producido sometimientos a la justicia bajo cargo de alteración del orden público y poner al filo de la muerte a ciudadanos inocentes. Así marcha el país, con falsos líderes que dan malos ejemplos a la generación del relevo, a la juventud y a los ciudadanos que tradicionalmente han confiado en ellos como guías y defensores de los intereses colectivos.
En la campaña electoral pasada, el opositor PRD enarbolaba como estrategia políticaecharles en cara insistentemente a sus adversarios la supuesta apatía frente al clima de inseguridad que afecta al país. Pero ahora resulta que es su propia militancia que se apandilla para agravar la situación de inseguridad que ellos tanto predican.
Lo peor de esto es que grupos fácticos que responden a las órdenes del principalpromotor de paros escalonados en el sector transporte, también tuvieron participación en ese incidente, lo que tiende a agravar el conflicto a lo interno de esa organización política, conociendo de mano las intenciones de esos transportistas que en el pasado han sido capaces de matar pasajeros lanzándoles artefactos incendiarios dentro de los autobuses.
El tiroteo del cual comentamos constituye una acción criminal perversa, que merece la atención de nuestros cuerpos armados y del Estado en sentido general. Deben aplicar las medidas pertinentes para que esas escenas no se vuelvan a repetir porque nos avergüenzaa todos ante el mundo, además de que es un mal ejemplo para otros grupos.
Cuando se habla de seguridad, hay que incluir algunos indicadores económicos y sociales que los gobiernos deben garantizar: agua, salud, educación, alimentación, transportación, seguridad pública y privada, y las garantías constitucionales relacionadas con el libre tránsito y difusión del pensamiento. De éstos, la seguridad ciudadana es lo que está en juicio, a pesar de que se ha trabajado mucho en eso y se han visto resultados positivos en el control de la delincuencia en determinadas zonas de alto riesgo del país.
La doble moral ha sido siempre la parte débil de aquellos que exigen, por un lado, seguridad y, por el otro, contribuyen a la inseguridad con sus arrogantes actuaciones.
¿Acaso no es un atentado a la seguridad ciudadana colocarse frente a los colegios electorales, con un arsenal y expertos tiradores, esperando una orden para desestabilizar el proceso de elecciones o amenazar con matar en caso de vulneraran los derechos de los electores de los partidos la oposición, como vociferó un ex de la Policía?
Cuando se actúa así, estamos en presencia de actividad que perjudica al sistema democrático y hay que evitar el retorno a la época de los incontrolables de los doce años del régimen de Joaquín Balaguer.
Las pugnas internas del PRD deben resolverlas los militantes y dirigentes, utilizando el raciocinio, que al parecer no existe, no atentando contra las vidas de las personas que nada tienen que ver con esos asuntos. Parecen muchachos grandes que necesitan con urgencia los sabios consejos de los abuelos.
El país necesita tranquilidad, por Dios. No es posible que nos pasemos todo el tiempo mirando esa amarga novela protagonizada por actores políticos de la época de Concho Primo, que debieran quedarse en sus hogares al cuidado de los hijos, nietos y bisnietos,que en lugar de estar promoviendo la tranquilidad y el sosiego de la población, tratan de agrietar las posibilidades de lograr un entendimiento razonable a través de hechos anárquicos.