El señor Miguel Vargas se proclamó garante de la institucionalidad del PRD, organización de la cual fue suspendido, primero por la Comisión Política y luego, cumpliendo con las disposiciones estatutarias, por el Comité Ejecutivo Nacional.
¿Cómo puede ser garante de la institucionalidad un hombre que se colocó por encima de todos los organismos del partido y de sus estatutos para firmar el llamado “Pacto de las Corbatas Azules” de manera clandestina?
Ningún organismo sabía del acuerdo ni de su magnitud: no se reunió la Comisión Política, el Comité Ejecutivo Nacional, ni el Pleno de dirigentes. Nadie fue consultado. El señor Vargas, sin estatura orgánica, apareció en una conferencia de prensa junto al presidente Leonel Fernández anunciando y firmando el pacto. ¡Ese solo hecho debió merecer su expulsión del PRD!
Las consecuencias de “ese acuerdo de aposento” para el país y para el PRD han sido nefastas. El país y el PRD están pagando un precio muy alto, porque gracias a ese contubernio, el PLD tiene control todos los poderes del Estado. La dictadura constitucional que hoy padecemos es el resultado del Pacto de las Corbatas Azules de Miguel Vargas.
¿Puede ser garante de la institucionalidad quién se opuso tajantemente a que Guido Gómez Mazara y Tony Peña Guaba fueran secretario general y de organización, respectivamente, violentando todos los procedimientos éticos y morales?
¿Puede ser garante de la institucionalidad un hombre que impuso dirigentes y candidatos a los cargos congresuales y municipales en función de sus intereses particulares, atropellando a militantes de toda la vida?
¿Puede ser garante de respeto a los organismos y los estatutos del PRD alguien que canceló a la mayoría de los empleados de ese partido, algunoshasta con 30 años de labores, solo porque no eran de su corriente política o de su simpatía personal?
¿Puede ser garante de institucionalidad y democracia interna la persona que organiza un congreso para modificar los estatutos estableciendo que el candidato presidencial sea al mismo tiempo el presidente del partido, pero cuando el partido elige a otro se queda autoritariamente en la presidencia del partido desconociendo todo cuanto había dicho antes?
¿Cómo puede ser garante de unidad y democracia quien cambia o sustituye a los miembros de la Comisión Política y el Comité Ejecutivo Nacional, elegidos en una convención, sólo porque no están de acuerdo con él, para colocar en su lugar a empleados suyos, relacionados y súbditos?
¿Puede ser garante de institucionalidad un hombre que herido en su orgullo y megalomanía no hizo nada para que el candidato de su partido ganara las elecciones, sino que por el contrario, trabajó en contra junto a sus vasallos con quien celebró en un hotel de la capital la derrota del PRD y de Hipólito? ¿Eso es institucionalidad o traición?
El suspendido presidente del PRD (debió ser expulsado) ha demostrado ser un hombre autoritario, sin sensibilidad social, ni formación política. No cree en la disidencia, ni en el libre juego de las ideas. No es un demócrata. Actúa como si el PRD fuera suyo, no de los hombres y mujeres que durante más de 70 han luchado para fortalecer ese partido que tanto ha contribuido con para que vivamos en democracia.
El suspendido presidente del PRDno tiene condiciones políticas. No sabe nada de política. Es posible que no haya leído un libro o tratado de ciencias políticas y sociales en toda su vida. Es buen ingeniero, pero pésimo político.
Cuando lo fueron a visitar Andrés Bautista, Orlando Jorge Mera y Geanilda Vásquez para tratar de arribar a un acuerdo saludable, su respuesta fue destemplada y agresiva: “¡Nos vemos en los tribunales!” donde sabe que Leonel Fernández lo respaldará dándole continuidad al Pacto de las Corbatas Azules, que concluirá dividiendo, debilitando, desarticulando o destruyendo al PRD. A menos, claro está, que el PRD haga valer sus más de 70 años de historia en las calles de todo el territorio nacional.