SANTO DOMINGO.- La actuación
concertada de Leonel Fernández y Miguel Vargas para asestarle una “segunda
derrota” al Partido Revolucionario Dominicano en
menos de 30 días, no es solo un acto
desmedido de poder contra la principal fuerza política de oposición, sinotambién uningrediente político y social muy
poco conveniente para la causa del nuevo
gobierno, que probablemente necesitará entenderse con la mitad del paísrepresentada por el PRD.
¿Estará el presidente electo razonablemente conscientede las
implicacionesque tendría para su gestión de gobierno, iniciar su administración con
una guerra declarada a nombre de su partido contra el PRD, en medio de un
fuerte constreñimiento del presupuesto público, de la difícil tarea de repartir
los puestos de una burocracia ampliamente hipertrofiada, de afrontar la colosal
factura del 2013 por el servicio de la deuda y de aplicar en la práctica su
compromiso de “continuar loque está
bien, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se hizo”?
¿Creerá Danilo Medina que el arreglo
de Leonel Fernández con el disminuido sector político que representa Miguel
Vargas será suficiente para narigonear al liderazgo y alas masas perredeístas y moderar la enorme
carga de indignación que acumulan los hombres y mujeres del PRD, doblemente
agraviados y humillados por la prepotencia del poder?
Es probable queMedina no despeje a cortoplazo estas interrogantes y otras que pudieran
surgir en torno a las consecuencias políticas del “Pacto de las Corbatas Azules”
y del “Acuerdo Institucional” suscritospor Leonel Fernández y Miguel Vargas en mayo del 2009 y en mayo del 2011,
el primero para aprobar la nueva constitución, y el segundo para constituir las
“Altas Cortes”, donde ambos dirigentes se repartieron los puestos de esos
órganos, incluyendoel Tribunal Superior
electoral que ha desconocido su propia legalidad para evacuar una decisión
bochornosamente antidemocrática.
Pero lo que ha pasado con el PRD, que
se revela como una decisiónabsurda, inoportuna
y contraria a la Constitución, según los alegatos jurídicos delpropiopresidente del TSE,Mariano
Rodríguez,en su voto razonado y
disidente contra la sentencia que dictó el mismo tribunal para impedir la
participación electoral de dospartidos
aliados del PRD, no debe interpretarse solo como un simple acto de soberbia o de torpeza política.
También podría portar un
mensaje con entrega directa al próximo inquilino del Palacio Nacional con un
llamadode atenciónsobre el papel que jugarían Leonel Fernández y Miguel Vargas en los
futuros eventosvinculados a los órganos
constitucionalesque ambos controlan.
Sia pesar de representarfuerzas
políticas antagónicas, Leonel Fernández
y Miguel Vargas han logrado ponerse de acuerdo para aprobar una reforma
constitucional, para constituir las “Altas Cortes”, para propiciar la derrota
de Hipólito Mejíay para inducir una
sentencia aberrante contra la institucionalidad del PRD, nada quita que también
puedan hacerlo para limitar el poder o doblegar la voluntad del próximo
mandatario.
Si DaniloMedina es parte colateralde este concierto a dos voces, ya se sabrá
más temprano que tarde. De todos modos, debería prepararse desde ya para afrontarlas consecuencias dela guerra
suciadesatada contra el PRD, que está
obligadoa defenderse en cualquier
terreno y con los recursos legítimos que tenga disponible para preservar su autonomía política y su
institucionalidad democrática. (16 de junio 2012)