La primera impresión que se tiene
cuando de estudia la situación de protestadel municipio de Salcedo, tras un mes de episodios de violencia que dan
cuenta del saldo de seis víctimas mortales y varias decenas de heridos, es que los
servicios policiales continúan expresándose en muertes ciudadanas: surge
entonces la necesidad de normas reglamentarias para el uso de la fuerza, que
impidan (justamente) estas muertes, o de lo contrario debemos empezar aquí un
análisis de la violencia policial en nuestro país.
Los muertos de Salcedos son en
alguna medida “muertos de la democracia” y la muerte de estos ciudadanos
–conocidas como “muertes institucionales”–,comprenden estudios llevados a cabos por institutos latinoamericanos de
no muy vieja data, teniendo que ver con autoridades, funcionaros, víctimas,
testigos molestos con delincuentes, “a los ojos de la Policía”. Pero no es lo
que ha ocurrido en este lugar, donde se puede afirmar que los uniformados
llegaron atropellando ciudadanos y disparando arbitrariamente a todos los que
se le oponían, como si tuvieran órdenes precisas, previamente dadas.
La clase pobre es la sufre los
efectos de la represión policial, y el poder político no tiene temor de superar
las crisis que de ellas derivan, generandoabusos a los que pretendan evitar el control de los detentadores de
poder, como generalmente son los gobernantes, las clases de arriba, y el
partido político oficialista. Y, por supuesto, la Policía se opone a la
ciudadanía, colocándose al servicio del Poder Ejecutivo. Poco importa que los
gobernantes nos repitan que los servicios de Policía es un instrumento para
hacer frente a la lucha contra la criminalidad, los hechos son coactivos
respecto al ciudadano, y la función que más interesa es la represiva, aunque se
emplee la idea de la prevención del delito.
¿Qué ha ocurrido en Salcedo? Mantenimiento de la ley y
el orden por métodos autoritarios, a los que nos tienen acostumbrados los
gobiernos o distracción política de los líos del Partido Revolucionario
Dominicano en el TSE; yo no sé si el inicio de los acontecimientos es para
exigir el esclarecimiento de la muerte de un deportista, a mano de un sujeto
ligado a un senador de la república; o si por el contrario, las mismas protestas
escenificadas en los últimos días en Salcedo han sido suscitadas en
demanda de una serie de reivindicaciones sociales.
Nuestra visión técnica de los
hechos es que el núcleo de
los acontecimientos apunta al rol de conjunto de la Policía Nacional, a su
excesivo uso de la fuerza, porque en un teatro de operaciones con 6 muertos, 35
heridos, incluso con un saldo de algunos agentes de policía heridos, sin
distinción de los muertos y heridos, y de la relación del servicio de policía
con su público, está reflejándose la existencia de la estructura política con
la que ella interviene. Hemos llegado a una situación “residual” de la interacciónpolicía-ciudadano, quedando clara y
manifiesta la dificultad de anticipar el resultado de la actuación policial,
cuando del uso de la fuerza se trata. He aquí, por lo tanto, un desafí qué
vamos a hacer con la Policía; ella es uno de los sectores frenados de la reforma
en la administración de justicia. La solución no puede esperar mucho tiempo.