Una buena parte de los dominicanos piensa que en el país no hay ley, que cada quien actúa como le da la gana.
Quien reacciona así lo hace con sus razones, pues a diario se dan casos que dejan perplejos a los ciudadanos, sobre todo por la falta de autoridad de los que tienen la responsabilidad de hacer cumplir las leyes.
Tenemos leyes, precisas, duras y coherentes. Lo que ocurre es que pocas autoridades las hacen cumplir.
En principio, se dice que la ley debe ser para todos, pero en la práctica ese postulado no se aplica. Al rico se le juzga diferente al pobre, y pruebas hay de sobra.
Voy a citar dos ejemplos de inobservancia a las leyes. Primer caso. Todos los años, los colegios privados se ganan un buen dinero cambiando los libros de textos, en franca violación a las normativas que impiden hacer negocios con esos documentos.
¿Cuál es la razón de cambiar esos textos? La respuesta es clara: obligar a los padres a comprarlos a precios costosísimos que varían cada año, además de otros accesorios del mundo escolar (cuadernos, lápices, uniformes, zapatos, mochilas).
En esa práctica ilegal y anti ética están involucrados muchos intereses en conexión con las algunas editoras propiedades de funcionarios gubernamentales y de sectores académicosvinculados al poder económico y político. Todos saben quienes son, pero no los tocan.
No corresponde a la Asociación de Padres evitar que los colegios privados cambien cada año los libros de textos. Esa es una misión para el Ministerio de Educación, que debe armarse de coraje y poner en cintura a estos depredadores sociales, que han acumulado fortunas a costa de los indefensos padres de familia.
Segundo caso. Si terrible e insoportable es el caso anterior, peor es el que enfrenta el ministerio de Salud Pública con los fabricantes de medicamentos falsos que se venden a la población como buenos y sin temor.
En las últimas semanas las autoridades sanitarias en coordinación con la Policía Nacional y el ministerio público han desmantelado laboratorios clandestinos donde se producen medicinas fraudulentas.
Los responsables de esas acciones criminales utilizan etiquetas y recipientes similares a los fármacos de calidad mercadeados en las farmacias. Eso nos dice que estos malosdominicanos actúan en complicidad con sectores ligados a las impresiones de materiales diversos.
Los fabricantes de medicinas alteradas han sido apresados en ocasiones, pero salen con facilidad de las cárceles, pese a que las leyes especifican cuáles son las penalidades que deben aplicarse.
Muchas veces, esas libertades se otorgan por las debilidades de las evidencias presentadas por los investigadores antes de apoderar a los tribunales, lo que incentiva a continuar abasteciendo a la población con productos que pueden causarle la muerte.
Esa operación se agrava con la cantidad de farmacias que funcionan en todo el país sin contar con la aprobación del ministerio de Salud Pública y que estarían vendiendomedicamentos falsificados.¿Existe una correcta inspección a esos establecimientos?). Lo dudo.
La gente confía mucho en los farmacéuticos porque piensa que no son capaces de vender medicinas alteradas. En realidad, hay muchos de ellos que son serios y actúan a pegado a la ley, pero también bandidos, delincuentes, que hace tiempo que están jugando con la salud del pueblo.
En síntesis, nuestros códigos jurídicos son buenos. Los malos son algunos representantes de la justicia corruptos que aceptan sobornos de parte de las mafias que se dedican a esa actividad criminal.
Al parecer, se espera que estos asesinos acaben la mitad de la población para entonces aplicar las leyes. Con razón dicen que el dominicano compra candado, después que le roban.