<span class="Apple-style-span" style="-webkit-tap-highlight-color: rgba(26, 26, 26, 0.296875); -webkit-composition-fill-color: rgba(175, 192, 227, 0.230469); -webkit-composition-frame-color: rgba(77, 128, 180, 0.230469); ">El presidente de la Sociedad Dominicana de Siquiatría sugirió aumentar el número de casas de acogida para mujeres para disminuir hasta a la mitad los feminicidios, como ha resultado en otros países Latinoamericanos.</span>
El doctor José Gómez Montero dijo que otra medida debía ser la creación por la Procuraduría General de la República de una unidad de siquiatría forense en las fiscalías para determinar el perfil de peligrosidad de los potenciales victimarios.
“Todos los países, como Costa Rica y Uruguay, que han controlado la violencia de género, han creado antes hogares de acogida de mujeres victimas de maltrato, porque todas las mujeres querellantesde sus parejas resultan muertas al retornar a sus hogares”, comentó.
Gómez Montero, entrevistado en Propuesta de la Noche por Digital 15, lamentó de que la República Dominicana es el único país en Latinoamérica que todavía carece de una unidad de siquiatría forense, cuyos profesionales determinan la peligrosidad del individuo agresor y si éste debe luego salir o no a las calles y se le da tratamiento”, explicó.
Aseguró que esas dos acciones de política, el aumento de las casas de acogida y la creación de la unidad forense resultarían en hasta en un cincuenta por ciento en la disminución de los feminicidios y otras violencias de género.
Aconsejó que las autoridades del Ministerio Público sean más eficientes en no dejar ese problema que valoró como de salud pública en manos de la Policía, pues en su opinión la coerción ni lafuerza deben ocupar el espacio y función que corresponde a una estrategia de respuesta.
“Vivimos una cultura de violencia, hemos perdido la capacidad de asombro ante el incremento de los feminicidios y de otras muertes violentas, incluso con sadismo, pues parece que el hombre dominicano no ha evolucionado emocional ni afectivamente, no parece que pueda convivir con el disenso y lidiar con los conflictos de pareja”, comentó.
En cambio dijo que, por lo visto, la gente no parece prepararse para la cultura de buen trato sino para otra en la que compra armas de fuego para agredir cuando lo crean necesario, en medio de una exclusión social, de la marginalidad social, de la pobreza, dela acumulación de determinantes sociales.
“Por el contrario, en la clase media y media alta, se ven menos esos fenómenos, por tener sus miembros niveles de inclusión social, de educación, segmentos en los que hay esperanza de que sepuedan mejorar los problemas, por eso tienen más propensión a buscar ayuda para resolver esos conflictos”, contrastó.
Por el contrario observó que de manera distinta actúan las familias socialmente marginadas, con más pobreza, con más abuso de alcohol y de otras sustancias, en ellas hay más riesgos de violencia y de feminicidio, a causa de esas determinantes de tipo social.
Por eso el presidente de la sociedad de siquiatría descartó que los factores hereditarios y de trastornos de personalidad sean los determinantes de esas distintas formas de violencia que las atribuyó aestructuras emocionales negativas.
“A mayor educación es mayor la capacidad de respuesta adaptada, hay más tolerancia para el disenso, hay niveles de pedir perdón y de reconocer la existencia en ultima instancia de canales como los judiciales”, agregó.