<span class="Apple-style-span" style="-webkit-tap-highlight-color: rgba(26, 26, 26, 0.296875); -webkit-composition-fill-color: rgba(175, 192, 227, 0.230469); -webkit-composition-frame-color: rgba(77, 128, 180, 0.230469); ">En un pueblo de la Región Nordeste de la República Dominicana, llamado San Francisco de Macorís, capital de la Provincia Duarte y del Nordeste. Conocida por ser tierra de hombres trabajadores y mujeres inteligentes y hermosas. Tierra que fue polvo de héroe en el pasado y granero del nordeste en la actualidad.</span>
Este pueblo fue el único que se negó a izar la bandera de Estados Unidos de Norteamérica, cuando la invasión del 1916 y también ser la única ciudad que se levantó en arma en el año 1965, cuando la guerra de abril.
Hace algunos días sucedió un acontecimiento insólito, “la policía nacional asaltó su propio cuartel, ubicado en el sótano del Palacio de Justicia, para liberar un policía que era reo de la justicia, acusado de la muerte de un manifestante, por lo que le habían dictaminado tres meses de prisión preventiva.”
Parecía que estaban rodando una película, con un guion inspirado en una comarca de antes del siglo de las luces de Alejo Carpentier o de inspiración de la novelista Corín Tellado.
Les cuento la historia: Un pelotón de policías llegaron al cuartel del Palacio de Justicia con armas largas y cortas, entraron a la fuerza y se llevaron a un raso de esa institución, acusado de haber dado muerte a tiros al joven Puro Emmanuel Díaz López. El juzgado de la instrucción había impuesto medida de coerción, por tres meses al policía acusado del asesinato.
Este acontecimiento sucedió el 5 de julio, el caos y el desorden se apoderaron del área donde está ubicado el Palacio de Justicia, los tumultuosos policías agredieron la prensa y actuaron por encima de todas leyes y normas que rigen al sistema judicial dominicano.
Esto es realmente insólito. La Republica Dominicana está tomando un sendero realmente preocupante. Crímenes y delincuencias ponen en riesgo la vida del ciudadano ordinario. Los acontecimientos ciertamente han desbordado las capacidades instaladas para tales fines, la ciudadanía es presa del infortunio de sus dirigentes y autoridades, por lo que acontecimientos que escandalizarían a cualquier congreso del mundo, aquí pasan como si fuesen parte de las trivialidades cotidianas de la nación.
Lamentablemente, tristemente tenemos que admitirlo, después de tanta lucha y sangre derramada para que la sociedad dominicana avanzara por senderos de bienestar y fortalecimiento del sistema democrático, el país está viviendo una era caótica. Lo peor de todo es que aquí no hay oposición política, el PRD está enredado en las patas del caballo gobernante y la sociedad civil en lo suyo como siempre, en busca del tesoro perdido.
Una estudiante de un campo llamado, La Bomba de Yaiba, que estudia en la Universidad pública de San Francisco de Macorís, llama a su madre, mamá, no te preocupes por las noticias que escuchas en la radio, sobre las cosas que suceden en las calles de este pueblo, ya me acostumbré a vivir como todos los demás, que van a la universidad en busca de una profesión, conscientes de que transitamos también rumbo al cementerio. Eso es parte del precio para hacerse profesional. Le digo esto por el compañero estudiante que asesinaron para quitarle una pasola cuando se dirigía a la Uni y por los estudiantes que son asesinados en las manifestaciones estudiantiles. Lo peor es que no hay quien cuide el orden, porque si Ud. a seguido los acontecimientos del estudiante fallecido, Díaz López, es el retrato de las autoridades y la inseguridad social y jurídica, que vivimos en San Francisco de Macorís y otras partes del país, madre, te dejo, se me acaban los minutos. ¡Bendición!