Los viejos advertían, cuando
de orientar a sus hijos se trataba, de hacer conscientes a sus vástagos del
peligro del uso irresponsable de la palabra. Y el adagio indicado era cuando
oían cosas desagradables entre sus menores: “Cuidado, que la lengua es la
perdición del cuerpo”.
Qué hacía que los viejos
fueran tan “caniquinosos”y se
molestaran cuando escuchaban a sus hijos haciendo comentarios que molestaban a
algunas personas del entorno social en que vivían?: Sabían por su larga
experiencia de las tragedias que podrían sobrevenir con sólo esparcir rumores,
especialmente cuando los mismos son infundados.
“Ni aún cuando sea cierto a
usted le corresponde hablar así de fulano de tal, cuya madre es amiga mía y
hasta mi comadre”, solía comentar la madre.
Se apaciguaba el asunto,
pero el rumor se extendía por la comunidad como “reguero de pólvora” y no solo
lo que inicialmente comenzó como un simple decir mal intencionado, sino que
cada quien solía agregar elementos que respondían a su propia cosecha e
iniquidad. En poco tiempo, él o la
afectada, comenzaban a observar que sus propiasamistades tendían
a alejarse y eran obvios los naturales “cuchicheos”. Hubo casos que hasta familiares del o la persona
afectada eran los principales
propaladores de las especulaciones.
Y cuando los decires llegan
a los oídos de las personas responsables de las familias se iniciaba una
verdadera tromba represiva que afectaba hasta la compra de vestuarios
prometidos para días de fiestas.
Se obligaba a los
propaladores internos a confesar la razón de las calumnias y sólo así se comenzaba
a desmontar la inquina propalada, y se diluye el decir demostrándose que fue
todo un perverso invento de una persona acomplejada o resentida porque la pobre
joven no le hizo caso a un joven que se consideraba apuesto y “un buen partido”.
Muchas reputaciones fueron empañadas por ese perverso resentimiento.
Otro caso es el de los
matrimonios, especialmente cuando el sacerdote hacía la primera “amonestación”.
Como en la parroquia debe hacerse el anuncio de una próxima boda, al terminar
lamisa –cuando era la
primera‘amonestación’- comenzaban
las especulaciones.
Y, desde luego, no faltaba
aquel o aquella que echaba a correr el rumor de que ese “matrimonio apresurado”
era el resultado de que la novia ya estaba encinta. Entonces no había otra cosa que esperar que llegara
el parto del primer hijo y los especuladores calcularan no sólo los meses, sino
también los días entre los mesesdel embarazo y el matrimonio. Y, si por coincidencia se adelantaba el
parto por alguna razón médica, nadie le iba a quitar de encima a esa pobre
madre el estigma.
Cuando se levantaba una
temporada de chismes gruesos algunos se refugiaban en la aseveración de que “pueblo
pequeño es infierno grande”.
Pero había oportunidades en
que los chismes tocaban fondo y se ponía en duda la lealtad de determinados
personajes a la obra de gobierno del “insigne jefe”.
Y a veces se contaba lo que
nunca había ocurrido y, desde luego, mientras mas banal era la denuncia más
graves eran las consecuencias. Eso le costó la vida una que otra persona en ese
mundillo aborrecible de la intriga soez. que no tenían ni idea de involucrarse
en una conspiración que pusiera en peligro “la obra de bien del jefe”.
Había que dar muchos saltos
y buscar todo tipo de padrinos para evitar que toda la capacidad represiva del
régimen te cayera encima. A veces se podía, otras no y desde luego, miles de
historias deambulan todavía que no han sido contadas.
Lo decían los viejos
comoadvertencia a los suyos “la
lengua es la perdición del cuerpo”. Y continuaba la admonición: “No creas en
gente que tenga la barriga alante”. Conclusión: “no creer en nadie”.
¿Pero cómo se puede vivir
sin creer en alguien?…el consejo, vale para ser “reservado” y no
“dicharachero”. Ahora no se vive
el peligro de la acechanza, eso lo resolvieron los Héroes del 30 de Mayo, pero
persistensin embargo, oficiantes del
rumor como en cualquiera de los peores tiempos del pasado. Para comprobarlo
solo tiene que salir a tomarse un café en la esquina de su casa.
Así recordará a sus propios
viejos cuando advertían que “la lengua es la perdición del cuerpo”, pero hay
que puntualizar que también es la salvación de la humanidad si se usa la
palabra con responsabilidad, moral y decoro…Aléjese del rumor y viva mejor.
¿Okey…?