Pensamos por un momento en la violencia descarrilada,
ciega, desmedida, y veremos que es un callejón sin salida, donde se quebranta
la razón, la locura quiebra la risa: la violencia no tiene límites, es
infinita.
Uno de esos límites lo descubrimos en la inmanencia
del crimen. Ocurre con cuando los sujetos no entienden el carácter de igualdad
de la razón humana. Grandes criminales de la historia frustraron este
sentimiento y cometieron hechos verdaderamente atroces. Ilustremos la fábula
del animal superior que se come a otro, según el pensamiento de Georges
Bataille en su obra “La Oscuridad no Miente” (Textos y Apuntes para la
Continuación de la Summa Ateológica, 1973). El león y el animal comido, que es
su subordinado, no se diferencian de su agresor. Es solo un alimento. “El rey de los animales, que se encuentra en
el movimiento de las aguas no es más que una ola atropellando a las más
débiles”. Pero en los hombres, la inmanencia del crimen está en la soledad de
su animalidad. Como ya dijimos, por no poner límite a la Razón necesaria, por
eso surge la violencia que no tiene límites frente al pensamiento, a quien se opone
de manera continua.
Lo que sucedió en la ciudad de Aurora, Colorado, puede
interpretarse como un caso de sugestión compulsiva, con ciertos tipos de
desequilibrios psicótico o psicopático. Imaginemos que se ha tratado de un
sujeto que penetró en la sala del cine, visiblemente aterrado, con el
escalofrío propio de quien tiene la mente llena de una gran fantasía
enriquecida con ideas paranoides.
La sugestión fanática está más allá de la convicción, de
la razón con la reflexionamos una situación. Cuando nos sentimos sugestionados,
las ideas penetran en el espíritu con efracción, se imponen al estado emocional
y a los resortes del juicio. La sugestión puede considerarse un trastorno menor
en el sentido que es un fenómeno psíquico que no está por arriba en la actividad conductual,
sino por debajo, que “es como si es otro que piensa y actúa dentro del yo, como
si fuera yo”.
La sugestión no tiene límites, pero igual
desnaturaliza los valores del juicio. Entre las magnitudes y características de
los sujetos afectados por ella, están: la emoción o pasión desenfrenada,
debilitamiento orgánico, constelación sugestiva, que son las circunstancias que
la acompaña, o las creencias o premociones previas, predisposición a la
sugetionalidad (puede ser resultado por mecanismos tales como la debilidad
mental, pasión concomitante), el elemento de trastorno mental, en especial, la
paranoia, los delirios, pueden abonar el terreno de la sugestión fanática y finalmente
la autosugestión, que es impuesta desde el exterior y que es una lucha que se
interpreta como la carga afectiva que vemos aparecer como la acción retardada
que luego se convierte en la tragedia.
Muchas
veces el culpable quiere ser descubierto. Esta investigación sobre la vida del
sospechoso tiene que ser retrospectiva y tiene dos momentos. a) investigar todo
lo relativo a su comportamiento pasado o vida pública; y b) Lograr la presentación
y análisis de evidencias conductuales de hechos conocidos a partir del patrón
delictivo. Las evidencias psicológicas tienen una lectura para el perito
psicólogo y la misma se obtiene a través de ciertas víctimas entrevistadas o
examinadas; lo que se busca en el perfil es el motivo.