Distrito Nacional.-El alcalde Roberto Salcedo deploró este lunes el acto de vandalismo
cometido por desaprensivos contra la Plaza Mauricio Báez, construida por el
Ayuntamiento del Distrito Nacional, de donde fueron sustraídas unas 120
lámparas de neón y dos de las cuatro tarjas de metal colocadas en bustos que
hacen honor a distinguidas personalidades dominicanas, al esfuerzo y el trabajo. <br>
Salcedo consideró que esta acción es incalificable, porque se trata de
bienes públicos y porque el robo de las luminarias crea un ambiente de
inseguridad ciudadana alrededor de esa plaza.
“Este es un hecho incalificable que nos cuestiona seriamente como
sociedad”, apuntó el alcalde del Distrito Nacional.
Recordó que el Ayuntamiento de la Capital ha sido víctima de otras
acciones de desaprensivos que han sustraído otros bienes públicos. Citó el robo
de lámparas y luminarias del Malecón de Santo Domingo y de tapas metálicas de
alcantarillas en calles y avenidas del Distrito Nacional.
Indicó que con el auxilio de la Policía Turística el año pasado el
Ayuntamiento recuperó decenas de tapas metálicas robadas en la Zona Colonial,
las cuales fueron recuperadas almacenadas en una casa de familia.
Precisó que en la ocasión el ADN sometió a la justicia a los
responsables de esos robos, pero que sin embargo recuperaron su libertad con
extraordinaria facilidad, ya que el juez apoderado de ese caso ni siquiera colocó
medidas de coerción a los responsables. Afirmó que el Ayuntamiento del Distrito
Nacional ha sido sensiblemente afectado por la sustracción de objetos de metal,
por lo que en muchas ocasiones ese organismo ha tenido que auxiliarse de la
Policía Nacional para recuperar los bienes robados.
Consideró que los robos cometidos en
la plaza Mauricio Báez no fueron simples actos de raterismo, porque a la altura en que estaban colocadas las
lámparas y la forma en que se encontraban incrustadas las tarjas en honor a
Mauricio Báez, al luchador anti trujillista Américo Lugo y en el monumento que
simboliza el trabajo y el esfuerzo, debió utilizarse personal y equipo
especializado.
“Esa misma visión tenemos sobre los
robos de lámparas y luminarias que durante años afectaron el Malecón de Santo
Domingo, para cuya reiluminación el Ayuntamiento del Distrito Nacional, en
convenios con las Distribuidoras de Electricidad EdeSur y EdeEste tuvo que
invertir cuantiosos recursos”, apuntó.
En cuanto a la vigilancia de estos
lugares públicos, reconoció que el Ayuntamiento no tiene la cantidad suficiente
de policías municipales como para destinar un contingente en cada parque o
plaza.
“Esto se debe” –apuntó- “a que hemos
multiplicado el número de plazas, parques y otros lugares públicos que hemos
entregado a la municipalidad debidamente rescatados y remozados”.
Según Salcedo, los robos en lugares
públicos se tratan de vandalismo común, “pero otros son ejecutados por personas
que disponen de sofisticados equipos y de personal especializado”.
Resaltó que cuando se inauguró la
plaza Mauricio Báez no estaban en operación la Plaza Güibia, la Plaza Juan
Barón, el parque Braulio Álvarez, el Paseo Comercial Duarte, el Parque
Enriquillo ni otros lugares que hoy son íconos del Distrito Nacional y donde
afluye una gran cantidad de personas cuya seguridad también debe ser preservada,
“e igual situación ocurrirá cuando inauguremos el parque Eugenio María de
Hostos, que probablemente pase a ubicarse como el lugar de mayor concentración
de personas por los numerosos atractivos y facilidades conque contará”.
A pesar de encontrarse en un punto estratégico del Distrito Nacional,
la Plaza Mauricio Báez era un lugar abandonado e inseguro donde se cometían
todo tipo de actos alejados de la moral y que había sido tomado por rateros y
drogadictos.
Con una inversión millonaria, el Ayuntamiento del Distrito Nacional
rescató el parque hace cinco años y lo dotó de modernos bancos, luminarias de
neón con un área de recreo para niños con hamacas, toboganes, sube y baja,
columpios y otros juegos.
Construida en un área de 6,300 metros, la Plaza posee una vistosa
acera perimetral y de un lugar inseguro que no era visitado, se convirtió en
punto de reunión de familias enteras que acudían al lugar público en las
tardes, especialmente los domingos y días feriados.