No
vuelvo a votar en las elecciones. No votaré por nadie. Ni por mí mismo. En
un país donde el presidentedice
disponer de 40 mil millones de pesos del Presupuesto Nacional(en verdad fueron 60 mil millones) para
imponer un candidato, más millones de raciones de alimentos para los
hambrientos, asfalto desde Venezuela como regalo del presidente de esa nación
para tapar los hoyos de las calles de los barrios marginados, ¿qué garantías
tiene un ciudadano de que su voto no será vulnerado?
En
un país donde todas las instituciones del Estado, todos los ministros,
viceministro, directores generales y subdirectores, embajadores y cónsules,
salen con millones de pesos a compara la voluntad popular, ¿cómo puedo pensar
que mi voto tendrá un valor político, un deseo de cambio?
En
un país con más de cinco millones de pobres, más de un millón y medio de
indigentes que “viven” con 30 dólares al día, poco más de cien pesos, la
mayoría sin educación, ¿quién dice que no venderán su voto, su conciencia, si
es que la tienen, el día de las elecciones cuando vaya Leonel y sus ministros a
comprarles sus cédulas para que no voten por el candidato opositor como sucedió
el 20 de mayo?
Los
pobres y los miserables, son muchos, más de cinco millones. Ellos decidenquién gana y quién pierde unas elecciones. No
son los intelectuales, ni los universitarios, ni los profesionaleslos que venden sus cédulas. Los pobres
creados por el propio sistema corrupto, son los que el día de las elecciones
venden su alma y el futuro de sus hijos, sin saberlo, por dos o tres pesos.
(Muchos de la clase media no venden sus documentos personales, pero venden su
dignidad y su decoro por un decreto o un cargo barato)
El
presidente de la República dispuso que todas las instituciones del Estado, sin
reservas, se colocaran al servicio de su partido y del candidato oficial. Todos
los funcionarios, con pocas excepciones, salieron a las calles, con los
recursos públicos a comprar las elecciones. ¡Y así lo hicieron! ¡Sin
sonrojarse, sin escrúpulos, ante los ojos de todos!¿Qué sentido tiene votar si el dinero del
presupuesto será utilizado para imponer un candidato que garantice la impunidad
de los que se robaron medio país?
¿Quién
me asegura que dentro de dos o tres años a la esposa del nuevo presidente no se
le ocurrirá, desde su despacho, utilizar, como lo hizo Margarita Cedeño de
Fernández, más de mil millones de pesos al año para promover su figura y luego
presentarse como candidata a cualquier vaina?
¿Quién
me asegura que Danilo no le devolverá el favor a Leonel Fernández en el 2016
para que vuelva al Palacio Nacional y
gaste más de 60 mil millones de pesos?
¿Quién
me asegura que durante las próximas elecciones la Policía y las Fuerzas Armadas
no saldrán a las calles para reprimir dirigentes opositores y proteger a los
funcionarios y militantes del PLD que comprar cédulas de manera descarada en
las propias mesas electorales como ocurrió el pasado 20 de mayo?
Mi
voto y el de un analfabeto que vende su cédula no puede valer igual que el mío
y el de otroscapaces de dar su
vidadefendiendo la voluntad popular,
tantas veces vencida por al dinero y el fraude electoral.
No
vuelvo a votar más. Me salí de la trampa, como suele decir en el Gobierno de la
Mañana de la Z101 el compañero y amigo de muchos años Álvaro Arvelo.