Los ríos
dominicanos están como un enfermo agónico. La deforestación, la extracción
indiscriminada de materiales de construcción, la contaminación y el cambio
climático están acabándolos de matar, sin que se vislumbren acciones concretas
para salvarlos. <br>
La costumbre es acordarse
de que los ríos existen cada Día del Árbol, del Medio Ambiente y de la
Biodiversidad, cuando algunas organizaciones realizan jornadas de reforestación
o de limpieza en sus riberas.
En
la República Dominicana puede aplicarse
la expresión del poeta Héctor Incháustegui Cabral, que por cierto nació en Baní
un 25 de julio hace cien años:
<b>Patria,</b>
<b>
Sin ríos</b>
<b>
Los veinte mil que
vio Las Casas</b>
<b>
Están naciendo en
mi corazón… (9)</b>
Uno
de los grandes retos pendientes, tanto en el presente como en el futuro, lo
constituye hacer todo los esfuerzos posibles para continuar con los programas
de reforestación iniciados por el gobierno y el sector privado, especialmente
en las cuencas altas, donde el daño ha sido mayor.
No
hay que olvidar que muchos ríos quedaron afectados por la tala para obtener
madera preciosa, la ganadería de montaña, por las grandes obras hidráulicas que
se construyeron sin reforestar las cuencas y también debido a los incendios
forestales.
Los
grandes ríos del país, entre ellos el Yaque del Norte, el Yaque del Sur y el
Ozama en Santo Domingo, son hoy grandes vertederos de basura por la enorme
cantidad de dominicanos pobres que han construido rancherías en sus orillas, situación
a la que no escapan otros ríos de importanciadistribuidos en toda la geografía nacional.
Las
acciones desaprensivas del hombre, junto al cambio climático, determinaron que
hayan desaparecidos también algunos lagos, lagunas, manantiales y escorrentías,
hábitat natural de numerosos tipos de aves silvestres.Las lagunas del
Este, por ejemplo, están seriamente amenazadas por las actividades del hombre.
Los ríos del Cibao, donde antes había abundante pesca, se han reducido tan
notablemente que en algunos casos son apenas senderos de piedras.
En la capital de la
República, los ríos Haina, Ozama e Isabela, testigos mudos de grandes
acontecimientos históricos y fuentes de inspiración de escritores y poetas,
están prácticamente muertos. La pesca desapareció hace varios años, lo que
eliminó una fuente de ingresos para cientos de pescadores.
La civilización los
mantiene en permanente agonía, sin que alguien se apiade de ellos. La gravedad
de la contaminación de esos tres ríos, que bordean la ciudad de Santo Domingo
por el Oeste, el Norte y el Este, ha generado serios problemas de salud entre
quienes viven en sus riberas, entre el lodo y los mosquitos, frecuentemente
amenazados por torrenciales aguaceros o por los huracanes.
Curiosamente, el
huracán Georges del 22 de septiembre de 1998, provocó tal desborde de los ríos
Haina, Ozama e Isabela que les sirvió de bien, pues muchos de los desperdicios
arrastrados fueron a parar al mar, en el litoral Sur. Pero al volver a la
normalidad, también volvió la contaminación.
Solamente el Ozama,
para dar un ejemplo, recibe diariamente la descarga de unas 480 toneladas de
basura doméstica, equivalente a 175,200 toneladas por año, sin incluir en ella
los residuos de plaguicidas, hidrocarburos, grasas, sulfatos, cromo, manganeso,
níquel, cobre, zinc, plomo y cadmio, para citar algunos de los muchos
contaminantes que ocasionan graves daños a la salud.
Los expertos dicen que en los
municipios San Cristóbal, Baní, Azua, Neyba, San José de Ocoa y San Juan de la
Maguana hay numerosos ríos con sus cauces disminuidos o quese han secado, porque los bosques que protegían sus cuencas fueron
destruidos. Entre ellos se encuentran los ríos Nigua, Baní, Ocoa, Yubaso,
Tábara, Panzo, Estero y Barrero de Neyba, y el río San Juan, que solo tienen agua cuando llueve torrencialmente, pero
quese esfuma al cabo de unos días,
especialmente en tiempos de sequía.
La visión que ofrecen los ríos del Cibao
es francamente penosa, por cuanto están convertidos en verdaderos “pedregales”.
Es cierto que la sequía influye en la reducción de sus caudales, pero también
es necesario reiterar que muchos han sido dañados por la extracción de arenas y
otros materiales para la industria de la varilla y el cemento, cuyos
responsables no se han animado a explotar las canteras como fuentes
alternativas, incluido el llamado fibrocemento.
Los ríos Yuna, Jima, Jayaco y Camú, por
ejemplo, en la zona de Bonao y La
Vega, han perdido todo su encanto por haberse convertido en
virtuales riachuelos. Uno los ve desde
la autopista Duarte y le cuesta trabajo vincular los letreros que los
identifican con el escaso caudal de que ahora disponen, contrario a lo que
mostraban hace algunos años. Puede
decirse que ahora son “ex – ríos”. Hasta no hace tantos años, los ríos Yuna y
Camú eran navegables en ciertos trechos y propios para la pesca, que
prácticamente también desapareció, privando así a mucha gente de su
alimentación o su sustento diario. Los peces, camarones y jaibas son cosa del
pasado, pues su multiplicación se hizo difícil en tan pocas aguas y, además,
porque murieron por el uso indiscriminado de los pesticidas agrícolas y redes
prohibidas.
<b>Principales ríos dominicanos
por longitud (10)</b>
<b>
1. Yaque del Norte</b>
<b>
296 km</b>
<b>
2. Yuna</b>
<b>
209 km</b>
<b>
3. Yaque del Sur</b>
<b>
183 km</b>
<b>
4. Ozama</b>
<b>
148 km</b>
<b>
5. Camú</b>
<b>
137 km</b>
<b>
6. Nizao</b>
<b>
133 km</b>
<b>
7. San Juan</b>
<b>
121 km</b>
<b>
8. Mao</b>
<b>
105 km</b>
<b>
Principales ríos dominicanos por</b>
<b>
área de cuenca</b>
<b>
1. Yaque del Norte</b>
<b>
7,044 km2</b>
<b>
2. Yuna</b>
<b>
5,498 km2</b>
<b>
3. Yaque del Sur</b>
<b>
4,972 km2</b>
<b>
4. Ozama</b>
<b>
2,685 km2</b>
<b>
5. Artibonito (parte dominicana)</b>
<b>
2,614 km2</b>
<b>
6. Higuamo</b>
<b>
1,182 km2</b>
<b>
7. Soco</b>
<b>
1,051 km2</b>
<b>
8. Nizao</b>
<b>
974 km2</b>
<b>
Principales ríos dominicanos por</b>
<b>
altura de nacimiento</b>
<b>
1. Yaque del Sur</b>
<b>
2,707 m</b>
<b>
2. Yaque del Norte</b>
<b>
2,580 m</b>
<b>
3. San Juan</b>
<b>
2,460 m</b>
<b>
4. Nizao</b>
<b>
2,415 m</b>
<b>
5. Bao</b>
<b>
2,320 m</b>
<b>
6. Mijo</b>
<b>
2,280 m</b>
<b>
7. Grande</b>
<b>
2,280 m</b>
<b>
8. Ocoa</b>
<b>
2,000 m</b>
<b>(9) Canto triste a la Patria bien
amada.</b>
<b>
(10) Fuente: Hidrografía de la
República Dominicana. En Internet.</b>