Son pocos los hombres tan calmados como Francisco Comarazamy, aun en los momentos más difíciles, cuando se requiere de prudencia y valentía para encararlos. Su muerte, ocurrida el 5 de agosto de este año 2008, me laceró el corazón pero también me hizo recordar algunas anécdotas, algunas divertidas y otras no tanto, que todavía conservo en mi memoria.
En 1965, específicamente el 28 de abril y al calor de la revolución, las fuerzas constitucionalistas el mando del coronel Francis Caamaño, sostuvieron una batalla con las tropas regulares en el puente Duarte. Al día siguiente, el Listín publicó una información en la que se afirmaba que los constitucionalistas habían sido derrotados, lo cual no era inexacto, probablemente por las tensiones y la guerra de desinformación que generaba el conflicto armado.
Tempranito en las mañana, Caamaño llamó temprano al periódico y me tocó tomar el teléfono directo.
–¿Quién habla?—preguntó un Caamaño irritado.
–Santiago Estrella Veloz—le respondí.
–Estrella Veloz, oye bien lo que te voy a decir: habla el coronel Caamaño. Ponme a(Rafael) Herrera.
–Está durmiendo en su oficina, señor, porque se acostó muy tarde anoche.
–¡Pues despiértalo y dile que voy para el Listín con un tanque de guerra, para que se deje de hablar mentiras!
Cerré el teléfono e inmediatamente fui al Despacho de Herrera, quien dormía cuan largo era en un sofá. No vacilé en despertarlo para comentarle lo sucedido. Inmediatamente Herrera bajó al taller donde estaba la rotativa y ordenó:
–¡Paren las máquinas, paren las máquinas!
Su orden fue cumplida, pero ya era demasiado tarde para resolver la situación, pues miles de ejemplares del diario habían salido a la calle. Seguramente uno de esos ejemplares fue que leyó el coronel Caamaño para reaccionar como lo hizo.
Comarazamy, que estaba en la redacción (todos habíamos amanecido en el periódico desde el 25 hasta el 28 de abril) me preguntó qué estaba pasando. Le informé lo sucedido, pues cuando intenté darle el mensaje de Caamaño parece que se encontraba en el baño, y por eso me decidí a despertar al Director.
–¿No ha llegado el tanque de guerra? –me preguntó.
–No, señor.
–Pues vamos a esperar que llegue. No te preocupes, sigue trabajando—me dijo Comarazamy con una sangre fría fuera de serie, probablemente heredada de sus padres hindúes.
Comarazamy y yo nos conocimos en 1963, cuando reapareció el Listín tras un largo silencio impuesto por la dictadura de Trujillo, desde 1942. Entonces nuestro personaje era Asistente del Director, de quien era amigo desde hacía muchísimos años.
Cuando ascendió a subdirector, su oficina quedaba frente a la mía, de manera que al mantener las respectivas puertas abiertas nos comunicábamos fácilmente. Como subalterno suyo, le entregaba siempre las informaciones que escribía, que luego él se las presentaba a Herrera cuando consideraba que el Director debía verlas.
En ese trajinar, forjamos una amistad tan estrecha que cuando mi hijo Santiaguito lo ve, su saludo es besarle la mano.
–…ción abuelo—siempre le dice.
Hay una anécdota, dentro de las muchas que recuerdo, que deseo consignar.
Un día le comenté a Comarazamy que en uno de mis viajes al Sur del país había comprado un chivo, que solo tenía que fijar el día para comérnoslo guisado. Pero sucedió que el patio de la casa donde vivía estaba delimitado por una endeble cerca de hojas de cinc, una de las cuales se deterioró tanto que el chivo escapó hacia un patio vecino. Nunca apareció.
Informé del caso a Comarazamy, diciéndole que compraría otro chivo. Su respuesta consistió en preguntarme:
–¿Conoces el cuento del chivo de la Virgen?
–No—le respondí.
–Pues te lo voy a contar: ocurre que San Pedro de Macorís había un señor que tenía cuatro chivos, diciéndole a un amigo que vendería tres y se comerían uno. Pasaron los días y el amigo fue a visitarle, recordándole su promesa. “Es que vendí los chivos”, le dijo el amigo. “Pero yo veo que queda uno en el patio, el que nos vamos a comer”. “Ah, no, ese es el chivo de la Virgen”. ¿Qué te parece, Estrella Veloz?
La salida no pudo haber sido más ocurrente. Era una indirecta casi directa. Nos reímos muchísimo, y finalmente nunca nos comimos el chivo.
Tras su salida del Listín por razones de edad (al momento de esta historia tiene casi 104 años) ocasionalmente le visito en su residencia del Ensanche Naco o lo llamo por teléfono.Mi amigo está completamente lúcido, aunque ya casi no puede caminar por los achaques.
“Para muchos, San Pedro de Macorís es una comunidad de gentes adustas, rígidas, por no decir orgullosas, prevalidas del recuerdo de sus años de grandeza económica, intelectual, industrial y social. La verdad es que los petromacorisanos nunca han vivido de rodillas. Son hijos de su propio esfuerzo”, dice don Francisco, y cuenta una anécdota que destaca la honradez que se atribuye a los Serie 23: “Una vez voy a un banco a cambiar un cheque de la empresa en la que trabajaba y estando en la fila me doy cuenta que no tengo la cédula de identidad, me retiro y el cajero me pregunta por qué, le digo lo que pasa y me pregunta: ¿Tú no eres Serie 23? Le digo que sí y me dice: Pues toma el dinero y tráeme el cheque después”. (1)
(Nota del autor: es probable que quiso decir “tráeme la cédula”)
Comarazamy no emite una opinión acabada respecto a la praxis del periodismo nacional en estos tiempos. Lo que sí expone, cuando se le consulta en lo concerniente al consejo que se le debe dar a la nueva camada de periodistas dominicanos, es que sean honestos y éticos. “Que la búsqueda de la verdad sea siempre lo más importante, que ejerzan la profesión con honestidad y que la ética prevalezca por encima de lo material”.
Postula que antes, ahora y siempre prima el instinto para descubrir lo que puede ser noticia, que en definitiva es un relato de un hecho interesante. Y le reitera a la nueva generación nunca abandonar los principios éticos”. (2)
Francisco Comarazamy nació el 4 de Octubre de 1908, hijo de Daniel Comarazamy y Luisa Ramzagmy, de origen hindú. El matrimonio también procreó a Eduardo, igualmente periodista y autor de un libro titulado “Raro, pero cierto”, una serie de narraciones sobre casos insólitos, al estilo Ripley con su libro “Aunque usted no lo crea”.
Francisco Comarazamy es escritor y periodista, con varios libros publicados. Se inició en el periodismo como colaborador y posteriormente corresponsal del diario La Opinión en el año 1927. Ejerció en los diarios Diario de Macorís, El Mundo, La Nación y El Caribe, siendo uno de los fundadores de este último. Fue director del Listín Diario, donde mantiene desde hace varios lustros la columna "Libros Dominicanos".
En el período comprendido entre 1948 y 1952 se desempeñó como agregado de prensa del consulado de la República Dominicana en San Juan, Puerto Rico. Ha recibido el Premio Canoabo de Oro, la Orden de Duarte, Sánchez y Mella; la Orden de la Estrella Brillante de China y la Orden al Mérito de Corea. Por su labor periodística fue nominado al Premio María Moors Cabot de la Universidad de Columbia y recibido el Doctorado Honoris Causa en Humanidades de las Universidades Central del Este y Organización y Métodos (O & M). También tiene el título de Profesor Honorífico de la Universidad Nacional Pedro Henríquez. Ha escrito los libros "Experiencias de un Periodista", "Comentarios de Libros Dominicanos", "Más Comentarios de Libros Dominicanos" y "San Pedro de Macorís”.
Comarazamy casó con la dama Luisa Medina, fallecida, natural de Licey al Medio, provincia de Santiago. Tuvo cuatro hijos: Francisco, abogado; Ricardo, Roosevelt, también abogado, aunque terminó inclinándose por los deportes. Hoy día es uno de los mejores narradores de baloncesto del país. Y Daniel, ingeniero, a quien después de muchos años sin verle le di el pésame junto a sus hermanos, en el cementerio Cristo Redentor, el 7 de agosto de 2012. Alúnicoque no conozco personalmente esa Ricardo, hijo de doña Luisa, a quien don Frank trató siempre como su propio hijo. A Francisco hijo, viva copia de su padre, porque físicamente se parece extraordinariamente a don Coma, como le decíamos sus amigos a este personaje inolvidable, también pude saludarle en el camposanto.
Los periodistas de mi generación le debemos inmensa gratitud a don FranciscoComarazamy,por su apoyo y sabios consejos, que nos han permitido sobrevivir sin contaminarnos en esta jungla de corrupción.
Solamente deseo que el Todopoderoso haya concedido paz eterna alma de Francisco Comarazamy Ramzagamy!
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Bibliografía:
(*) Capítulo tomado del libro inédito Los Inolvidables, de Santiago Estrella Veloz.
(1) El Caribe, Santo Domingo, 8 de abril de 2008. Entrevista: “Todavía estoy vivo y leo los periódicos”. Por Carlos Nina Gómez.
(2) Diario Digital Dominicano.com. Entrevista concedida a Luis Martín Gómez, 23 de octubre de 2011.
Por Santiago Estrella Veloz
Especial para DiarioDigitalRD
santiagoestrella2000@yahoo.com
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