Westchester,
NY – Con perdón de las damas y caballeros de la pista, pensándolo bien, para
decirlo al ritmo de Chanflín, quien con sus medias turistas parece una artista,
no somos un país de plumas y papeles, aunque la comparonería se haya aposentado
en la larga cosecha de los vates de la isla. Quién dijo que somos enteramente una nación cultural? Lo que sí
somos es un país de güira, tambora y acordeón.
Para
no cogerlos sentados, ni ofender la sensibilidad de los narices paradas de la
intelectualidad criolla, a propósito del nuevo ministro de Cultura, José
Antonio Rodríguez, este artículo va en la onda de Fulanito y anuncio que lo que
sigue es gozadera total.
En
función de ello queda prohibido terminantemente recibir a turistas y ausentes
en el aeropuerto Internacional de las Américas con poetas escoltados y cantes
de blues y nueva trova. Mediante el presente artículo se reintegran a la vida
nacional La Mulatona, el Negrito Ahí y
el Guardia con el Tolete.
A
partir de ahora, a mover la colita no en el país cultural invención de
componedores de versos, editores enganchados y publicistas sin pagos en el
terruño corporalmente gozoso, de modo que Compadre Pedro Juan se armó el jaleo,
compadre Pedro Juan saque su dama… para bailar un merengue apambichao.
Se
prohíbe a los bancos nacionales crear departamentos de cultura para poner a cobrar a
poetas partidistas sin oficio, desahuciados y sin licencia ni siquiera
gramaticales; por el contrario, se insta a toda institución bancaria a abrir
casillas nocturnas de préstamos populares para fines festivos a fin de que la
cumbancha pueda pagar al menos la tercia de orden y su entrada a los after
hours que han de sustituir los atrasados colmadones, ya que el país cumbanchero
se lanza por la línea de internacionalizar su contentura.
Se
prohíbe leer, especialmente lirica triste. Las autoridades nacionales no han de
oponerse a que suene “Pónmelo ahí que te lo vuá a partí”, ytodo aquel sorprendido a son de jazz, blue,
merengue clásico, versos del pensar, música de burós culturales y otros adefesios literarios, quede entendido que los
tales serán considerados cuerpos del delito.
Se
aconseja no leer a deshora a los Enriquillo Sánchez, Manuel Rueda, Pedro Peix o
Franklin Mieses Burgos y otros clásicos de la erudición, si las obras objetos
de lectura no vienen acompañadas de los manuales de baile de Tatico Henríquez,
Wilfrido Vargas, las Chicas del Can, Milly y Jocelín y sus antiguos vecinos y
demás especies del sabor con que el dominicano ha celebrado su cuerpo, su
palabra y sus ritmos.
Se
limita a partir de ahora todo ejercicio de artistas auto considerados
visionarios, y a la nueva trova pretenciosa con tal de dar paso, plenos poderes
y vigencia a todo lo que tenga visos de perico ripiao, beba y baile en la calle
de noche y baile en la calle de día. La muchedumbre quiere cantar y rumbear al
son de “Guayando”, guayando…
Basta
de que la cultura se siga considerando un entierro clásico y se declara a
partir de hoy más cerca del can, porque nos gusta el can, que nos gusta el can.
En tal virtud queda incorporado a desde este momento al Ballet Clásico Nacional,
el baile en una botella que tan magistralmente practican nuestras beldades en colmadones
de las barriadas en una muestra de malabarismo proverbial.
Porque
todo progreso siempre se ubica a distancia de las crisis del terruño queda en
manos de la dominicanidad viajera establecer las reglas del juego del ritmo que
desean bailar y por ello se levantan las prohibiciones pasadas interpuestas
contra Fulanito. “Te voy a dar una cuchillada de amor”… no será más la transgresión
declarada por la Comisión de Espectáculos Públicos y Radiofonía, pasando a ser,
porque así lo dicta el presente artículo
tarareo obligado que han de aceptar las feministas del patio truene, llueva o
ventee. Así mismo, los Toros Band han de volver a entrar como Pedro por su
casa, pues al fin de cuentas son
quisqueyanos como los que no han logrado visa.
Por último, se suspende hasta nuevo aviso
todo plan que contravenga el espíritu de este artículo y se posterga en el
ministerio de Cultura de la Republica toda publicación de libros que nadie lee,
porque no circulan al carecer de
sistemas de distribución, parrandas internacionales sobre todo ante los altos
costos del euro, Ferias inundadas de caras extrañas, nombramientos de calles
por un día, en virtud de que tomando en préstamo las palabras del gran Tatico
Henríquez, “la miseria esta acabando”…
Y
si el doctor Balaguer, en una de sus rabietasdictatoriales llevó los restos de Pedro Santana al Panteón Nacional, al
menos para complacer a nuestro último Papá, los dejamos en voz de Rafaelito Martínez,
con este merengue también prohibido General
Trujillo Molina, viva el jefe… Y ahora, rompan fila.