<b>Los
feminicidios no son acciones exclusivas de la República Dominicana. En otros
países se cometen crímenes de esta naturaleza. Claro, son hechos repugnantes y
abusivos que en modo alguno se pueden justificar. </b>
Un
reciente informe difundido en Londres, Inglaterra, por el Centro para el
Control de las Enfermedades revela que cada minuto 24 personas denuncian una
agresión sexual en Estados Unidos y alrededor del 20% de las mujeres de ese
país ha sufrido una violación consumada o en grado de tentativa.
Esa
investigación concluyó que más de un millón de mujeres dijeron haber sido
violadas en los últimos doce meses, más de seis millones fueron víctimas de
acoso y más de doce millones de mujeres y hombres reportaron una violación y
violencia física.
En
Estados Unidos, España, Guatemala, Perú, y otras naciones, el cuadro
estadístico sobre crímenes es muy parecido. Es un problema generacional que
tiene en la crisis social su principal causa.
Algo
similar, aunque las cifras no son parecidas y se producen en escenarios
diferentes, está ocurriendo con los hogares dominicanos donde la violencia ha
tenido un repunte desastroso. No existen registros exactos de las muertes de
mujeres a cargo de sus ex esposos, pero preocupan tantos hechos sangrientos,
sobre todo aquellas violaciones sexuales que nunca se denuncian por temor a
perder la vida o que lo sepa el público.
La
mayor parte de esas agresiones físicas son por la negativa de la mujer a
reconciliarse con los antiguos maridos. Hay un principio jurídico que dice que
“a lo imposible nadie está obligado”. Al parecer, existen hombres que no
entienden esa frase.
Esos
hechos se han diseminado como pólvora por todo el país y reseñados con
morbosidad en las páginas de los periódicos y en los restantes medios de
comunicación. Es una peligrosa práctica que se está convirtiendo en una
costumbre que es preciso frenarla y para eso se requiere de la participación de
las instituciones públicas y privadas, las iglesias, partidos políticos, y la
denominada sociedad civil porque es un problema de todos.
Observen
que la violencia también ha salpicado a los hogares de personalidades públicas
acusados de maltratar con golpes y atropellos de palabras a sus parejas. Sin
embargo, estos últimos casos se conocen pocos.
Estoy
seguro que entre los ricos se dan esas escenas de discusiones de todos géneros
y subidas de tonos, con la excepción de que no se conocen feminicidios. Tal
parece que las cosas se resuelven a otro nivel. Son conductas machistas
globalizadas.
Ahora
que han salido a la luz pública denuncias que involucran a políticos, ex
legisladores y antiguos militares en la violencia de género, la sociedad
dominicana tiene la oportunidad de conocer las identidades de estos verdugos,
que al matar a las parejas dejan a muchos niños huérfanos, desprotegidos y a
las familias divididas.
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