<b>El discurso de toma de posesión del
Presidente Danilo Medina Sánchez, pronunciado el día 16 del cursante mes de agosto, ante la Asamblea Nacional, al momento de ser
juramentado como nuevo Presidente Constitucional de la República, no tiene
desperdicios.</b>
Del mismo nos proponemos enfocar su carácter ético, su apuesta
por una moralidad pública en el ejercicio del poder político tal y como lo
planteaba Juan Bosch y como es propio de un Estado Constitucional.
Pocas veces un discurso político creó tantas
simpatías, parecía, a los oídos del pueblo, que todo cuanto decía el nuevo
Presidente complacía sus sueños, sus aspiraciones, sus anhelos, sus luchas, sus
desvelos, las cuales, a su vez, eran compartidas por todos y todas. <br>
Esa
sensación duró poco, luego debimos aterrizar ante la real politik. Puesto que el
imán del discurso duró hasta que comenzaron a aparecer los nombres de los integrantes
del nuevo gabinete de gobierno. Si bien el discurso enfocó correctamente el
problema de la seguridad y de la inseguridad jurídica, su contenido se desvaneció cuando se
conocieron los nombres de quienes conformarían las políticas públicas en materia
de justicia, policía, electricidad, economía, turismo, corrupción, etc. Al
menos ese es el criterio prevaleciente en buena parte de la opinión pública.
De modo que cabe preguntarse ¿si dicho
gabinete se corresponde al discurso o si el discurso se corresponde al
gabinete? Esas preguntas encierran unos matices que la propia opinión pública
ha empezado a desmenuzar en uno y otro sentido. Así, se ha indicado que lo
importante no es quien sea el ministro sino quien sea el Director de la
orquesta; que las designaciones indican que el nuevo Presidente está atado de
pies y de manos tanto al comité político de su partido como al gobierno
saliente, salvo honrosas excepciones que no hacen más que justificar la regla.
Que es más de lo mismo. Que es ya un gobierno viejo, etc.
En
fin, han salido una serie de valoraciones a favor y en contra que no hacen sino
indicar que el país ha entrado en un nuevo proceso político que, evidentemente,
es diferente al anterior, al menos eso se desprende del discurso; lo contrario ocurre,
cuando se mira desde la perspectiva del gabinete; aun así, obviamente, el
Director de la Orquesta puede y debe marcar el paso y el tono, siendo otro
habrá de ser diferente.No pretendemos
hacer uso de un optimismo vano ni de un descreimiento extremo. Es la primera
vez que un activista político, que un profesional de la política, en el sentido
moderno de la expresión, asume la dirección del Estado Dominicano. Ese solo
hecho es de por si trascendente como para afirmar que ha habido cambio
verdadero, pero sobre todo, que la capacidad para corregir lo que está mal, ha
empezado a ser puesta en marcha. El mejor indicio es el Código de Etica
aprobado por decreto presidencial.
Los observadores como los actores de la
política nacional habrán de fundar su optimismo en la existencia de un nuevo
marco constitucional que obliga a modificar el sistema clientelar y a
sustituirlo por un gobierno ético. En cambio, los pesimistas argumentarán que
aquí las leyes nunca se han cumplido; entendemos que eso es cierto pero nunca
habíamos tenido una constitución que permita al ciudadano encausar por vía
judicial, a quien se aparte de la ética de sus funciones públicas y privadas.
Hemos así iniciado el tránsito por nuevos caminos.
Ciertamente, el gabinete expresa pagos y
compensaciones por servicios electorales, es decir, clientelismo. Pero nos
preguntamos ¿qué hará el nuevo Presidente cuando el sistema clientelar inicie
sus incursiones por sobre los recursos públicos? ¿O cuando se evidencie que
ciertos miembros del Gabinete acostumbrados a servirse del puesto sin prestar
ningún servicio a la población como no sea el de acomodarse a lo que agrada a
los oídos del Príncipe? Ahí es donde el discurso ético retoma su preponderancia
sobre el gabinete, es decir, el discurso traza los lineamientos a seguir en los
próximos cuatro años, expresa también cual será la suerte de quienes se aparten
del camino que trazó el discurso.
El riesgo consiste en que el propio
mandatario termine por faltar a su palabra como es tradicional en los políticos
dominicanos. ¿Qué hacer entonces? En primer lugar, creo que el Presidente ha
sido enfático al indicar que no faltará a su palabra, ahora nos queda creer en
sus palabras, si los hechos le desmienten entonces llegará la hora de que el
pueblo se empodere de su condición de mandante.
Si la expresión zapatero a tus zapatos es
correcta entonces habría que solicitar desde ya al Presidente que antes de
nombrar a alguien en su gabinete examine su ética, su competencia profesional
para el puesto y su adscripción a movimientos sociales con prevalencia a los
partidos de sistema clientelar. Pues alguien que ya haya estado en un puesto y
no haya mostrado competencia o servicios claros al país no merece continuar en
un gabinete ético. Por ejemplo, en el campo de la seguridad jurídica, esta
falencia es peligrosa pues si la meta es atraer inversión extranjera y elevar a
10 millones el número de turistas que visitan el país cada año, la consecución
de tal objeto, pasa por el tamiz de la confianza. Aquellos que en el pasado
reciente no fueron objeto sino de escándalos e incompetencias no son los más
adecuados para lograr dicha meta. En pocas palabras, el Presidente no debe
olvidar que bajo el régimen establecido en la constitución vigente, las
políticas públicas pueden ser objeto de revisión judicial en razón de que deben
ser conforme a los mandatos constitucionales a ellas referidos como a la lógica
de los derechos fundamentales también presentes en ella.
Además, es de esperarse, que la manera misma
de gobernar varíe, por ejemplo, Joaquín Balaguer usó la mentira como base de su
accionar político, sus sucesores han continuado esa tradición negativa. En
cambio, en el caso de Danilo, o Nano, o Danny o el activista político que es,
se observa un desafecto por la praxis de Balaguer y sus sucesores y una
inclinación a lo ético, a lo boschista. Al andar de los próximos cuatro años
esos elementos serán más visibles.
Sin embargo, es cierto que algunas prácticas,
por ejemplo la rendición de cuenta y su debida explicación al pueblo sobre lo
encontrado, no se ha manifestado todavía, y ello constituye un elemento que
podría echar por tierra la pretensión ética del Presidente. No obstante, el
nuevo Presidente, requiere y merece la tregua de sus primeros cien días, una
vez estos hayan pasado, estaremos en mejores condiciones de evaluar la ética de
gobierno del Presidente Danilo Medina Sánchez. DLH-26-8-2012