<b>Ginebra, 12 de septiembre de 2012 – Según un
nuevo informe de la UNCTAD, las crecientes brechas en el ingreso y la riqueza
en todo el mundo no son un resultado inevitable de la globalización y el cambio
tecnológico. </b><br>
El estudio sostiene que el aumento de la concentración de los
ingresos en unas pocas manos limita el potencial económico de las naciones al
debilitar la demanda de bienes y servicios y reducir las posibilidades de
educación y movilidad social de muchas personas, con lo que se estarían
infrautilizando sus aptitudes y los posibles adelantos económicos.
En el
informe se afirma que esas tendencias pueden y deben revertirse mediante una
intervención del Estado basada en las políticas fiscal y laboral. Hoy se ha
publicado el Informe sobre el Comercio y
el Desarrollo de 2012[1],
subtitulado "Políticas para un
crecimiento incluyente y equilibrado".
Las
tendencias de los tres últimos decenios muestran un aumento de la desigualdad
del ingreso entre países y dentro de estos. La parte del ingreso total
correspondiente a los salarios se ha reducido en la mayoría de los países
desarrollados y en muchos países en desarrollo. Por ejemplo, se contrajo 5
puntos porcentuales o más en Australia, los Estados Unidos de América y el
Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y en 10 puntos porcentuales o
más en Alemania, Francia e Irlanda. En varios países, actualmente entre el 10%
y el 20% de la riqueza nacional se concentra en el 1% más acaudalado de la
población.
Se ha
producido un cambio general similar entre los países. Si bien en 1980 el
ingreso per capita de las 15 naciones
más ricas era 44 veces el de las 15 más pobres, para el año 2000 esa proporción
se había incrementado a 62. Sin embargo, en el informe se matiza que en 2009,
esa proporción se había reducido a 56 gracias a la mejora de los resultados
económicos en varios países en desarrollo o en transición.
En el informe
se señala que, puesto que la globalización ha avanzado notablemente en ese
mismo período de 30 años, varios economistas sostienen que el aumento de la
desigualdad del ingreso es un resultado necesario de la dinámica expansión del
comercio internacional y los flujos financieros, y los rápidos avances
tecnológicos.
Ahora bien,
según el informe este resultado no es inevitable y los gobiernos pueden
recurrir a las políticas fiscales y laborales para reducir la desigualdad del
ingreso.
Se afirma que
este objetivo está justificado no solo por razones de equidad y bienestar
social, sino también porque mejoraría los resultados económicos. Las familias
de renta media y baja destinan una mayor proporción de sus ingresos al consumo,
precisa el informe, y ese consumo genera la demanda que impulsa a las economías
modernas. Además se señala que la débil recuperación que se está produciendo
tras la recesión de 2009 en las economías desarrolladas obedece directamente a
la falta de demanda.
Es incluso
probable que la creciente proporción del ingreso acaparada por los ricos haya
contribuido a la crisis financiera mundial. En algunos países desarrollados,
las pingües primas abonadas a los directivos de empresas, gestores y agentes
financieros estaban muchas veces ligadas a la asunción de un riesgo excesivo con
el fin de obtener beneficios a corto plazo y dividendos para los accionistas,
mientras que los asalariados se veían obligados a contraer deudas para mantener
su nivel de vida. Según el informe, "la concentración excesiva de los
ingresos fue uno de los factores que condujo a la crisis mundial, ya que estaba
vinculada a inventivos perversos para las personas con mayores ingresos y a un
alto grado de endeudamiento en los grupos de menores ingresos". El informe
prevé que no se producirá una salida significativa de la recesión hasta que los
grupos de renta media y baja consigan unos ingresos suficientes para
destinarlos al consumo.
El Informe sobre el Comercio y el Desarrollo
sostiene que una distribución más equitativa del ingreso resulta también
positiva a largo plazo, pues las disparidades acusadas privan a muchas personas
de acceso a la educación y al crédito e impiden la expansión de los mercados
nacionales. A lo largo de los años y las décadas, ello supone una ingente
pérdida en términos de potencial económico de un país. Por lo tanto, una mejor
estructura de la distribución del ingreso contribuiría a estimular y sostener
el crecimiento económico a corto plazo e incentivaría más la inversión, la
innovación y la creación de empleo a largo plazo, según el informe.
En el informe
se afirma que en los países desarrollados, el aumento de la desigualdad es en
parte atribuible a los cambios de comportamiento que se han producido en el
sector empresarial: en lugar de reaccionar a la mayor competencia internacional
mediante inversiones para aumentar la productividad, las empresas han buscado
beneficios deslocalizando su producción a países con salarios bajos o
manteniendo un nivel salarial reducido ante la mera amenaza de una
deslocalización. Gran parte de los beneficios resultantes se utilizaron para
pagar dividendos y recomprar acciones con el fin de maximizar el valor para los
accionistas. En consecuencia, la contención de los salarios a nivel nacional se
ha acompañado de una captación de ingresos cada vez mayor por los grupos más
adinerados, como los rentistas y los "ricos trabajadores" en cargos
de dirección.
En el informe
se afirma que, en las economías en desarrollo y en transición, los resultados
de la globalización y el cambio tecnológico con respecto a la distribución han
dependido de los cambios en las estructuras de producción. El desplazamiento de
la mano de obra, que ha abandonado la agricultura en favor de actividades con
mayor productividad, como la manufactura, puede haber tenido inicialmente
efectos negativos en la distribución de los ingresos, por ejemplo en China; es
decir, los trabajadores de las fábricas ganan mucho más que los agricultores, y
si bien para todos los trabajadores la situación ha mejorado, algunos están
mejor que otros.
Sin embargo,
cuando la globalización impulsada por las finanzas da lugar a una
desindustrialización prematura y/o inestabilidad y crisis financieras, como ha
sucedido en América Latina y las economías en transición, el traspaso de la
mano de obra del sector manufacturero a actividades menos productivas (como los
servicios en el sector informal o empleos precarios) o el hecho de que los
trabajadores simplemente pierdan su empleo contribuye a reducir los niveles
salariales y a agravar la brecha de ingresos. Según el informe, las crisis
financieras y el amplio proceso de privatizaciones de empresas estatales han
alterado también la estructura de la propiedad de las empresas y favorecido la
concentración de la riqueza y los ingresos.