VENTANA: Algo
que pende como la espada de Damocles sobre los usuarios del servicio eléctrico
se relaciona con la posibilidad de que el acuerdo con el FMI haga desaparecer
el subsidio eléctrico
¿Cuántos
kilovatios consumen los usuarios del servicio eléctrico en este país, que ellos
mismos tengan que generar? A la verdad,
que eso nunca se sabrá, porque los tan frecuentes apagones en el suministro de
las Edes hace que la compra de plantas de emergencia, inversores y baterías nunca
deje de ser un buen negocio.
A nivel
nacional, la energía producida usando plantas, baterías e inversores suma una
buena cuantía, tomando en cuenta que en cada hogar de clase media, en la
inmensa mayoría de los establecimientos comerciales e instituciones públicas y
privadas se ha instalado al menos una unidad de esas mini generadoras de
electricidad. Eso sin contar con quienes tienen paneles solares, que son una
minoría.
Para poner un
ejemplo sencillo. El sector Los Mina, en Santo Domingo Este, si se suman todos
los inversores instalados en viviendas familiares, deberá sumar para tener al
menos una generadora con una producción por encima de los 50 mil kilovatios,
para poner una cifra conservadora. Los Mina tiene una población que supera los
80 mil habitantes.
Ni hablar de sumar entonces todos los
inversores y plantas de emergencia en uso en el municipio Santo Domingo Este,
el más poblado del país. ¿Y si se llegara a sumar la cantidad de inversores y
plantas en manos particulares a nivel nacional? Probablemente que eso daría
resultados por encima de los que maneja todo el sistema eléctrico que hay
instalado.
A todo eso hay
que sumar que la inmensa mayoría de los usuarios (dejando fuera a los que
incurren en fraude eléctrico) pagan religiosamente la factura que les llega, y
que en un alto porcentaje están pagando un servicio que la mayor parte del
tiempo estuvo fuera, ya sea por apagones programados o por supuestas averías.
Los comerciantes de aquellas
comunidades donde la energía eléctrica brilla cada día y noche por su ausencia
se han visto en la necesidad de tener que adquirir unidades de autogeneración
alternativas que la mayoría de las veces están muy por encima de la capacidad
económica de sus negocios. Pero que, dada la precariedad del servicio del que
son usuarios, se ven en la imperiosa necesidad de hacer esa inversión extra.
Un dato que viene desde el 2006,
pero que se sigue manejando a nivel oficial: Se estima que la capacidad
instalada total de producción de energía es de 5,518 megawattios, y que la
autogeneración representa alrededor 2,214 megawattios. Pero con los proyectos
privados de generación de energía alternativa puestos en servicio en los
últimos años, la capacidad está por encima de esas cifras.
El
pasado 21 de agosto, día que asumió las funciones de vicepresidente ejecutivo
de la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE), Rubén Bichara
reveló que el sector eléctrico del país “atraviesa en estos momentos por una de
sus peores crisis, con una deuda con los generadores de más de US$1,000
millones”.
Y
se quejaba asimismo que esa deuda coloca al sector “en una posición sin
precedentes en la historia del país”.
Una
semana después, el propio Bichara anunció que, para pagar la deuda con las generadoras
eléctricas, el Gobierno acudirá a la banca financiera nacional para colocar los
500 millones de dólares en bonos que fueron aprobados en el Presupuesto
Complementario.
Algo
que pende como la espada de Damocles sobre los usuarios del servicio eléctrico
se relaciona con la posibilidad de que el acuerdo que firmarán las autoridades
con el Fondo Monetario Internacional (FMI) tendrá entre sus condicionantes la
erradicación del subsidio a la tarifa eléctrica.
El
presidente Danilo Medina, que dedicó un buen espacio al tema eléctrico en su
discurso de juramentación hace un mes, deberá poner todo su empeño con tal de
sacar a flote un sector que va umbilicalmente unido al desarrollo económico del
país en todo el sentido de la palabra.