<b>Por lo que vemos a diario, todo
indica que los hospitales públicos en República Dominicana nunca dejarán de ser
depósitos de personas enfermas, en los que recuperar la salud no necesariamente
puede estar entre los logros de quienes acuden allí con esos propósitos.
</b>
VENTANA: El país espera que se cumpla la promesa de Danil erradicar la escena cruel de una familia
arruinada por la enfermedad de uno de sus miembros
Por lo que vemos a diario, todo
indica que los hospitales públicos en República Dominicana nunca dejarán de ser
depósitos de personas enfermas, en los que recuperar la salud no necesariamente
puede estar entre los logros de quienes acuden allí con esos propósitos.
Peor aún cuando el paciente está afectado de
una enfermedad catastrófica. Si no hay recursos disponibles a mano, y si se
tiene voluntad de seguir adelante, lo menos que puede ocurrir es que la familia
se quede en la ruina.
A través de la experiencia que nos dan los
años, hemos visto que la trayectoria seguida en esos centros asistenciales ha
estado divorciada de los requerimientos de una población ávida cada vez de
mejores servicios.
Por más recursos que se
destinen, por más especialistas que envíen a los hospitales, y por más
inversión que se haga, esos centros siempre adolecerán del elemento clave para
considerarse enteramente instituciones que reúnen los requisitos que demanda la
población. La responsabilidad profesional no siempre está al servicio de los
pacientes.
Siempre recordaré aquel terrible momento, en septiembre
del año 2007, cuando un médico que prestó asistencia a mi padre en su lecho de
enfermo en el hospital Salvador B. Gautier, del Seguro Social, nos dijo a mi
hermana Lidia y a mí que “tienen que llevárselo a estar tranquilo en la casa,
porque ya no hay nada qué hacer”.
Mi padre, que estando en el
hospital cayó en un coma total, nunca sufrió cáncer de ningún tipo. Su quebranto
tuvo que ver con microinfartos cerebrales, según diagnósticos de estudios realizados.
Nos lo llevamos a casa de mi hermana, donde lo que le quedaba de vida se
prolongó hasta la tarde del 14 de diciembre de ese año. ¡Más de dos meses
después de aquel ultimátum!
Así como nos despachó ese profesional de la
medicina, que trató de convencernos de que al viejo apenas “le quedaban horas”
en este mundo, miles de dominicanos han tenido que pasar por situaciones
similares ante la incapacidad en algunos casos, pero también impotencia y
arrogancia en otros.
Nada de raro tiene que a un
paciente interno en un hospital algún médico pare en seco a los parientes y les
diga “no hay nada qué hacer, tienen que llevárselo a la casa, a morir
tranquilo”.
Hay tipos de cáncer que
consumen no solo el organismo de quien tiene el mal, sino los bolsillos de quienes
deben responder por ese paciente.
No es un secreto para nadie
que familias enteras han quedado en la ruina por causa de uno de sus miembros
sufrir una enfermedad catastrófica, en la que los tratamientos incluyen sumas
millonarias.
En
su discurso de juramentación ante la Asamblea Nacional, el Presidente Danilo
Medina dijo que “al iniciar el año 2013 crearemos un Fondo para Gastos
Catastróficos en Salud, que contribuya a disminuir el impacto negativo de los
gastos no cubiertos por el Seguro Familiar de Salud”.
Y a seguidas agregó: “Vamos a erradicar la escena cruel de una familia
arruinada por la enfermedad de uno de sus miembros, o la de un familiar que no
puede recibir tratamiento por falta de recursos”.
El país en toda su extensión espera que esas
palabras del Jefe del Estado no caigan en el vacío, que tengan resonancia y que
cuenten con el apoyo no solo de las instituciones oficiales llamadas a hacer
realidad esa promesa, sino que sectores vinculados al quehacer empresarial, comercial,
social y otras entidades asimilen ese gesto como parte de su política.
Un
seguimiento a esa noticia se divulgó el pasado 12 de septiembre. El Presidente
Medina se reunió con el sector salud oficial y se determinó en ese encuentro
aumentar el fondo para enfrentar las enfermedades catastróficas en los
hospitales, que ahora es de $1,500 millones de pesos. Pero esa cifra aún no
alcanza.