<b>Se ha cristalizado y excediendo lo esperado, con
esta VIII entrega, el sueño que forjado ya hace diez años Edmundo Poy, cuando supuso
que era posible montar un encuentro anual de danza contemporánea, a
la que hubo de llamar de modo simple y directo "Edanco" .</b>
El VIII
Festival de Danza Contemporánea, con lo mejor de este arte proveniente de ocho países: Cuba, Haití, Puerto Rico, Estados
Unidos, Colombia, España, Canadá y Martinica han dejado, en el siempre amigable
entablado del Palacio de Bellas Artes, no solo excelentes muestras del arte danzario
de estos tiempos, sino que además se ha cultivado la orientación y el estimulo
a quienes estudian la danza como forma de vida, a los estudiantes de s diversas
escuelas, que han tenido acceso a las experiencias y aportes docentes de
maestros de la danza de muchas otras naciones, con quienes han compartido la
inolvidable vivencia que implica el aspecto docente de Edanco.
Se ha cristalizado y excediendo lo esperado, con
esta VIII entrega, el sueño que forjado ya hace diez años Edmundo Poy, cuando supuso
que era posible montar un encuentro anual de danza contemporánea, a
la que hubo de llamar de modo simple y directo "Edanco" .
Cuando la pensó, Poy se propuso que Edanco trascendiera a lo esperado de cuando se
encuentran en torno a una sala de presentaciones ,compañías de danza provenientes de muchas latitudes y el público
anhelante de disfrutar de años de entrenamiento en las aventuras de escenario,
validando una proximidad estética sin muchas similitudes advertidas.
Para resumir lo que ha sido el Festival
Internacional de la Danza Contemporánea, habrá que contar que están satisfechos
sus protagonistas, provenientes de ocho países.
encomendados a lograr, como lo han hecho un universo particular de disfrutes formas, armonías arrancadas con ingenio a la
imaginación y expresiones del cuerpo que
muestran cuánto es posible hacer gracias el amor, en entrenamiento, la
disciplina y la voluntad de transmitir un mensaje que involucre, dignificándolas,
la música y las sensibilidades tanto de los ejecutantes como de quienes dieron
seguimiento, día a día, jornada tras jornada, a esta octava entrega de o que ha
se consagra como un evento de excepcional importancia para complatir la danza y
aprender lo nuevo que ella trae como arte en evolución y experimentación
constante.
Edanco nos ha dejado ver como marcha este arte
revestido de modernidad, belleza, aliento de vuelos altos.
En el aspecto artístico, en lo vinculado a la danza
como espectáculo, el festín tiene un sabor particular. Para quienes suponen que
la "danza contemporánea" es un derivación facilista de la clásica y
que constituye, por tanto, una especie de "arte menor", la
demostración desbordante de talento, de multiplicadas formas de establecer esa
comunicación armoniosa y de tonos que aportan enfoques no tradicionales, como
el ahora recurrido efecto de la actuación actoral-vocal, en adición a la
expresión misma de la danza.
De cuanto pudimos ver en la Sala Máximo Avilés
Blonda, en el Palacio de Bellas Artes, no queda espacio para más admiración por
la demostración visual-poética de aquellos cuerpos en movimiento, tanto en las
actuaciones individuales como en las de conjunto.
Dos actuaciones individuales nos arrobaron: la de Haití,
protagonizada por Sara Rénelik y la del solista de Al Filo de la Luz. Como
conjunto, Ciclos , de la compañía
Hispadanco (de RD) fue notable el nivel mostrado.
Sara , artista hatiana, que canta, actúa y baila,
se hace dueña de la escenas y nos transporta a unas dimensiones artistas que
desvinculas, y parece que ese es el propósito logrado, transmitir una imagen
distinta del Haiti empobrecido y sufrido, que tan eficazmente venden las
agencias de prensa internacionales.
Ciclos, (de
Hispadanco) hay que destacarle el trabajo de conjunto,
vinculado a una cohesión como partes individuales que se unen para ofrecer una
panorámica del curso de la vida, junto a la gracia y hasta el drama con que
saben contar el guión.
Al
solista que hizo Al Filo de la Luz, coreografía de Orestes Amador. – del cual
no se da el nombre en el programa- simplemente hay que proclamarle todos los
!Hurras! posibles. Con un rostro dramático y cercano. Su disposición a lo nunca
hecho en escena (sobre todo el final que sorprende), la expresividad del
cuerpo, su agilidad felina, la sencillez del vestuario, y el pelo crespo y
abundante, presentado al descuido, lo asimilan como un ser de ordinario paso
entre la gente común. !Pero qué artista!.
Diego Arvelo, nadie mejor que él, proveniente de su
diáspora en Canadá-Estados Unidos, se hace protagonista del homenaje a los maestros Nereyda Rodríguez Mirito Arvelo,
en un ejemplo de danza de salón, digna del nivel en que ahora se presentaba.
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