<b>El espectáculo se guardaba sus esencias para el momento culminante en que se abrieran las cortinas del telón para hacer conciencia de que lo imposible es una dimensión que puede saltar en mil trozos de ilusión para dejar ver lo que el entrenamiento y, sobre todo, la pasión por la danza, pueden lograr.</b>
Aguas
Vivas ha sido uno de los puntos más destacadamente anotados
por la embajada de Estados Unidos, por el criterio de selección, por la
calidad de sus talentos y, más que todo, por el encuentro que, con nosotros
mismos, nos proporciona, fuerte mensaje que debía estremecer conciencias
Aguas
Vivas parecía ser, a la distancia que permite la prisa y la presión del trabajo
periodístico, otro buen espectáculo de
danza de tinte internacional y local para presentar estrellas de la danza, como
tantas veces se ha hecho.
Pero no era así. Era la vieja historia de la fuente
del arte como vía de encuentros de gentes y pueblos, más que la suma de la
estelaridad y los curriculums de los talentos participantes, de los que habría
mucho qué decir.
Luis
Torres, solista del Washington Ballet, estuvo pleno al interpretar las
coreografías de la colombiana Annabelle López Ochoa, la directora del Ballet
Hispánico de Nueva Yorl, quien diseño y orientó al Ballet Nacional
Dominicano, para dar con el estreno
mundial de Agua Viva, en el marco de una
colaboración entre compañía que hablan
el mismo lenguaje gestual.
El
espectáculo se guardaba sus esencias para el momento culminante en que se
abrieran las cortinas del telón para hacer conciencia de que lo imposible es
una dimensión que puede saltar en mil trozos de ilusión para dejar ver lo que el entrenamiento y,
sobre todo, la pasión por la danza, pueden lograr.
El Encuentro (nombre que define el proyecto cultural
en que se inscribe Aguas Vivas), no
radicaba en el origen nacional de los artistas participantes, lo intensamente
grato de esta conjunción de talentos de tantos países latinos, a propósito del
elenco del Ballet Hispánico, la institución danzaria más representativa del
baile noble de las corrientes latinas en los Estados Unidos – fundado por la venezolana-
estadounidenseTina Ramírez, ,bailarina
y coreógrafaen 1970- y el
Ballet Nacional Dominicano, a cargo de una mujer entregada de por vida a este arte, Marianella Sallent.
Aguas Viva desborda el ballet multicultural tal
cual se ofrecía a primera vista. Se trata, probablemente, del mejor espectáculo
de ballet contemporáneo que se haya registrado este año en la República Dominicana
a un público que durante tres días tuvo la suerte de una experiencia total de
arte expresivo, rítmico, sutil, intenso, cuidadosamente desbocado en sus giros,
en sus movimientos colectivos de cuerpos que parecían ser uno y no muchos tal
cual eran a primera vista.
Aguas Vivas destaca por su singular manera de
dejar una impronta que juega hasta lograr la fórmula mágica en la cual luces, movimientos, la extraordinaria banda
musical que le sostiene, deja sin aliento a un público que apenas llega a
preguntarse “¿Cómo se logra esta perfección?
Soportes
Este
espectáculo danzarlo fue auspiciado por el Ministerio de Cultura, la Embajada de Estados
Unidos, el Banco Popular, Johana y José Dencil Mera, Sociedad Industrial
Dominicana, Orange Dominicana, Isla-Dominicana de Petróleo, Auto-Ozama Cacao
Rizek, Ministerios de Turismo e Industria y Comercio, Embajada de Israel y
Leche Rica, entre otros.
Su trascendencia
Aguas Vivas es el tipo de espectáculo que se
trasciende a si mismo más que como arte puro, como indicativo de solidaridad
entre gente con intereses comunes, para el caso presente: la danza. Es la
adopción de un código universal y hermoso, que remueve conciencias y hace
preguntar:¿ Por qué nuestros pueblos y gobiernos, todos ellos sin discrimen ni
prejuicios, no son capaces de danzar en la vida como estos muchachos que lo
hacen proviniendo de latitudes y realidades distintas.
El arte y sus licencias
El arte
tiene licencias que la vida real se niega a dar. La expresión de arte, en
cualquiera de sus formas, permite incursionar en enfoques, temas y aspectos,
que las relativas y caprichosas veredas de la vida reniegan en sus esencias. El
código del arte se permite licencias que la geopolítica rehúsa acatar de buen
grado. La misma actitud del gobierno de Cuba que permite una crítica a su
régimen en las tres películas cubanas del recién finalizado Tercer Festival Internacional de Cine de
Santo Domingo (Juan de los Muertos, Larga Distancia y 7 Días en La Habana) – conteniendo
críticas al sistema de vida de Cuba- es la que ofrece la bendición de la Embajada de Estados Unidos al traer a República
Dominicana el repertorio sutil, intenso, cimbreante de sabor cubano por la vía del son, la
ardiente rumba de origen cubano) ofrecido por el Ballet Hispano de New
York, , en una evidencia de pluralidad
en el arte que ya debería darse en otros niveles de las relaciones de ambas
naciones.
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