<b>Aplaudimos la
gran labor que ha venido realizando cada uno de los integrantes de “La Coalición por una Educación Digna”.
Sus reclamos son justos, válidos y muy necesarios, porqueel 4% del PIB está contemplado en nuestra “Ley
de Educación 66´97”; y como docente y parte del sistema educativo oficial que
soy, estoy consciente de la precariedad existente en nuestros centros
educativos públicos, especialmente, la falta sorprendente de aulas, de
mobiliarios adecuados y recursos tecnológicos, entre otras exigencias más. Son
muchos los cementerios de butacas que cada año se acumulan en nuestras
escuelas, especialmente, en aquellas donde operan varios centros en las tres
tandas, los siete días de la semana, a pesar de las muchas nuevas que cada año escolar nos envían del Ministerio, por el
uso excesivo e inadecuado.</b>
Cada inicio de
año escolar nos encontramos con la triste realidad de decenas de padres y
madres buscando con desesperación un cupo para su hijo o hija, de todas las edades, especialmente los que oscilan
entre los 12 y 14 añosde edad; aquellos
que después deaprobar el 8vo Grado, no
encuentran un liceo, en ninguna de las tres tandas, que los pueda acoger,
porque son abarrotados con los primeros que llegan. Alrededor de más de 300
estudiantes del 1er Grado del Nivel Medio, se quedan cada año fuera, específicamente,
en nuestro Distrito 08-04, Santiago Noroeste.
Muchos de sus
progenitores,conscientes de la
necesidad de educar a sus hijos e hijas, los inscriben en el primer colegio que
encuentran, aunque no reúna ni las mínimas condiciones ni esté reconocidolegalmente yaunque no puedan cumplir con cada una de las cuotas mensuales, la
cuestión es tenerlos dentro de un aula a como dé lugar. Esto es por mencionar algunos ejemplos de las
tantas necesidades primordiales existes.
Ahora bien, el principal problema y el más grave entre todos es la actitud de las y los
docentesfrente al grupo de niños y niñas que cada día los tienen
concentrados frente a sus ojos, en espera de un buen pan de la enseñanza. Según
el psicolingüista Frank Smith, “El mundo depende de los maestros” y unida a
esta frase, cabe la prédica repetitiva de una de nuestras maestras, María Evelin
Galicia, quien alega que: “El mundo es como el maestro o la maestra quiere que
sea”. Y yo añad nuestra patria es y
siempre será como los profesores y las profesoras siempre han querido que sea.
Es triste ver cómo
la vocación de maestro ha ido muriendo lentamente y como los derechos de nuestros menores de
edad más pobres son pisoteados sin ningún pudor, especialmente el derecho a una
educación digna de calidad, que le sirva para la vida. Son muchos los docentes
que se les escucha decir -yo los promuevo aunque no sepan ná, que los queme la
vida- o -que repitan las veces que sea necesario, a ver si aprenden algo… ¡Qué
barbaridad!
Cuando les preguntamos a los nuevos docentes aspirantes
a entrar al sistema público sobre el por qué quieren laborar en nuestros
centros oficiales, algunos responden-
porque en los colegios no se puede trabajar, los que pueden pagar bien son muy
exigentes, y los demás pagan una miseria. Además, en la escuela pública se
trabaja menos forzado. Son muchos los días que no se trabajan. ¡Y e fácil estar
con 40 o má diablo todo el día!… Y tienen mucha razón, porque esta es la
cultura que envuelve nuestras escuelas y liceos públicos desde hace décadas.Los docentes del sector oficial cuando ADP o
la Cooperativa no los convoca, sacándolos del aula, siempre tienen un motivo para no cumplir con
su deber.Pareceríaque sólo asisten al centro como una manera de
justificar su salario, no pensando que en sus manos está la vida de seres
humanos y el futuro de todo un pueblo.
Por cualquier
quítame esta paja suspenden las docencias, cuando no es que amarran, no sólo la
chiva, sino todo un ganado, ya sea dentro del aula o fuera de ella.Hasta encontramos maestras que sus gorritos de nylon negro con una flor al
lado tejen o cualquier caminito de mesa, en el aula para matar el tiempo, sin pensar que el tiempo
perdido en la formación de un niño o niña es oro irrecuperable, mientras los
estudiantes corretean, se suben encima de las butacas o las mesas,
destruyéndolas, juegan agresivamente, llegando hasta agredirse uno con otro.
Todos esperando el timbre de la salida, el cuál es tocado antes de la hora
reglamentada…
-¡Qué ley ni que ley!… ¿Aquí se cumple alguna?… Es
la respuesta de muchos. Agregan, además- nosotros hacemos lo que diga nuestra
corriente “adepeista”-… ¡El
clientelismo político en función!… ¿Cuándo se extirpará este maldito cáncer?
Entonces cabe preguntar: ¿El 4% del PIB resolverá este
gran problema? ¿Cambiará la falta de humanidad entre la mayoría de nuestros
educadores? ¿El aumentarle el sueldo cambiaría su actitud inhumana frente al
estudiantado? ¿Los haría asumir con honestidad, compromiso y responsabilidad su
profesión, la cual eligieron por decisión propia? ¿De que sirven las diez
políticas educativasde nuestro sistema
sino no hay quienlas asuma con
responsabilidad? ¿De qué sirve que se nos aplique más dinero, sin son más los
que no saben lo que significa la educación de un pueblo ni les importa? Es
verdad que hay muchos que tienen muy buenas intenciones, pero lamentablemente
son más los que no les importa ná, no sólo los que laboran en la instancia
áulica, sino en cualquiera otra de las que conforman nuestro sistema educativo
nacional, en todos los niveles.