La Investigación de la Escena de Suicidio es para psicólogos forenses. Ese es un buen punto de partida. Casi una década después de creado el Instituto Nacional de Ciencias Forenses, se carece de una metodología y de unas normas internas de trabajo para proceder en el examen de la escena de un suceso de muerte violenta descritas como de suicidio, aunque todo el pueblo está en vigilia protestando porque conidesera que ha sido todo lo contrario, es decir, un homicidio. Pero lo que no se puede decir es que esta escena del suceso constituye, en realidad, un Acto de investigación.
La Policía Científica falló en cuanto a la manera jurídica de la muerte, suicidio y luego homicidio. Eso ocurre porque las conferencias de prensa en estos casos no debe ser una tarea de esa institución, eso corresponde al Ministerio Público y debe mostrar los indicios y las pruebas de laboratorios; Patología Forense está hablando a través del doctor Sarita Valdez, que no asistió al lugar del suceso, no realizó la autopsia y tampoco elaboró el informe, violando un principio elemental de los forenses: Para ser el perito del caso hay que “ver, hacer y comprobar.” O ser el director, que es la parte política de la declaración de los hechos. Y en tercer lugar, el INACIF, que sigue siendo el gran ausente. Lo más elemental en un organismo especializado de investigación criminal es que el forense sea un ejecutivo de la investigación científica del crimen, que coordine técnicamente todos los trabajos y los resultados relacionados al caso y de una opinión integral pericial en apoyo a las actividades de la función de Policía Judicial. Pero los que dirigen las agencias criminales del país no son forenses.
Las escenas de suicidio son muy particulares, porque la muerte es dudosa e indeterminada. Cuentan una historia, tiene un personaje definido, un conflicto, un móvil estructurado, un principio, y una conclusión. Para seguir el rastro en estas escenas, hay que pensar en indicios o pruebas de ansiedad, que no son objetos materiales ni tienen marcas reales, sino subjetivas. El caso en cuestión se tiene un sospechoso, y se está en posesión del arma, no hay testigo ocular, pero sí testigo auricular. Deben usarse psicólogos forenses y la posibilidad de emplear una técnica muy específica conocida como autopsia psicológica. No se buscan las evidencias en la escena del crimen, sino que lo que se realiza es una caracterización retrospectiva de la personalidad y la vida de la persona ya fallecida, utilizando por supuesto un método indirecto o diferencial, se trata de obtener información del occiso a través de terceras personas que en vida lo conocieron íntimamente. Son muy útiles las evidencias materiales buscadas en el lugar del hecho, de la víctima y del domicilio del sospechoso.
De acuerdo a esta técnica pericial que ve la luz en los años sesenta en Los Ángeles, California, lo que se busca es hacer verificable datos vitales del fallecido valorados por terceras personas y así garantizar su valor como prueba pericial. Las personas que pueden aporta la información son tomada como su red de apoyo (íntimos, amigos y allegados).
Esta técnica se ha empleado con éxito para muertes suicidas y dudosas: en el primer caso, las acciones del suicida se destaca mediante verbalizaciones suicidas (comentarios pesimistas acerca del futuro, la desesperanza y la expresión de sentimientos de soledad, inutilidad, incapacidad o incompetencia) y los estados motivacionales conscientes e inconscientes. En el segundo caso, que ya se sabe fue un asesinato, destaca encontrar el móvil, las caracterizaciones de la escena, si fue planificada o si se formó de acuerdo al azar, por la falta de un plan.
También forma parte del método de la autopsia psicológica la revisión de documentos personales (notas, diarios, cartas, producción literaria) y oficiales (historias clínicas, expediente escolar, laboral o de otra especie).
Por eso recomendamos lo siguiente: Una prueba de polígrafo (psicogalvanométrica o detector de mentira) para las personas que pasen a formar parte de las evidencias no asociativas, que son aquellas que permiten formar hipótesis criminales, en la que descartamos el suicidio y confirmamos el homicidio.