Al margen de los intereses políticos y económicos que predominan en su práctica informativa cotidiana, en realidad no se comprende la actitud persecutoria y hasta morbosa de importantes estructuras mediáticas mundiales en relación al estado de salud del líder de la Revolución de Cuba, Fidel Alejandro Castro Ruz.
Son incontables las veces en que Fidel ha aparecido “muerto” en las páginas de importantes diarios estadunidenses y europeos, y en muchos casos algunos analistas y comentaristas de notable experiencia han incurrido en citar “fuentes irrefutables” que les confirman la supuesta muerte del político latinoamericano más difundido del siglo veinte.
Ni ética ni moralmente ningún medio de comunicación de masas se debe involucrar en la vida particular de una persona no importa su dimensión histórica, ni el grado de incidencia social, política, económica o cultural que tenga o haya tenido en su paso por este mundo terrenal.
¿O es que acaso se busca precipitar sicológicamente la muerte de Castro Ruz? ¿Con cuáles objetivos? Desde el año 2008, Fidel por razones de salud delegó el poder en su hermano, Raúl y a partir de ahí se ha concentrado en la recuperación de la salud, escribir artículos en la prensa cubana y recibir algunas delegaciones nacionales y extranjeras.
Con sus 86 años a cuesta es un ciudadano que merece el respeto y tranquilidad no sólo entre sus familiares y compatriotas sino igualmente de aquellos hacedores de la opinión pública.
Una cosa es emitir algún juicio, comentario o análisis en los medios de comunicación sobre el legado o algún desacierto en la dilatada vida pública de Fidel, y otra es orquestar una campaña sistemática cuyo objetivo final es minimizar su dimensión histórica.
Nadie puede colocar al ex presidente cubano en la lista de los mandatarios genocidas contra su propio pueblo ni contra ninguna nación del continente. Ha sido un hombre constructor, emprendedor y soñador de los ideales que ha sustentado por más de cinco décadas.
Su “pecado” mayor ha sido ser coherente con su forma de pensar y de actuar en el ámbito político promoviendo un proceso revolucionario que le ha costado mucho sacrificio a sus conciudadanos.
Un hombre (o mujer) de 86 años de edad en cualquier parte del mundo merece la consideración de todos, mayormente de los líderes de opinión pública que deben tener como norte la promoción de un mundo de paz donde predomine la convivencia y dignidad humana así como los buenos valores y principios.
Realmente es extraño que el poder mediático internacional no se interesara en su oportunidad por darle seguimiento a las terribles enfermedades que lamentablemente llevaron a la tumba a dos ex presidentes de la dimensión de Ronald Reagan en Estados Unidos y Augusto Pinochet Ugarte, en Chile.
¿Por qué no dejar que Fidel termine sus últimos años de vida en tranquilidad familiar? El propio líder cubano viene demostrando que está incorporado a labores altruistas compartiendo con sus nietos y familiares cercanos, impartiendo conferencias en universidades, escribiendo artículos en la prensa y libros así como la promoción de la naturaleza, incluida una planta de aceptación popular como la moringa.
DiarioDigitalRD
25 de octubre del 2012