Adobarla muerte incidental de un relato enfundado en la teoría de la
conspiración es más atractivo que asumir los hechos reales.
Si todos los que tuvieron involucrados en
el secuestro del coronel Donald Joseph Crowley, fueron perseguidos y
acribillados por la CIA, no tenía que ser distinto con Maximiliano Gómez,
hombre acorazado para una muerte tan digna como la de Ernesto Che Guevara o
Francisco Alberto Caamaño, que, sin embargo, se transportó a lo desconocido en
el tren de“la muerte dulce”, la de la
intoxicación por monóxido de carbono, una de las principales causas de muerte accidental
en el mundo desarrollo.
Sin estar perseguido por la CIA ni por
nadie, son altas las cifras de personas que perecen por encontrarse en lugares
cerrados, donde se emanan gases más pesados que el aire que se combinan más
rápido con la sangre que el oxígeno e impiden que la hemoglobina transporte oxígeno
a las células, y por lo general, son eventos que se producen sin ser manipulados.
Cuarentaiún años después ningúndocumento desclasificado ha desmentido la
autopsia, por lo que los tentáculos del imperialismo solo pueden llegar a la
escena del crimen por los conductos de la especulación,pero es mejor no complicarse y repetir lo que
se asevera por intuición.
Un merenguero que fue llevado al hospital
de las Fuerzas Armadas a curarse unas heridas producidas en una riña en un
cuartel policial, le arrebató el fusil a un soldado que custodiaba la
emergencia yempezó a disparar,
produciendo una estampida, hasta que otro custodia más experto asomó por una
ventana con un arma similar y lo derribó de un disparo.
Lo que contaron entonces los testigos
presenciales, es lo mismo que hoy sustentan: que Tony Seval provocó su muerte
de esa forma, pero pocos les creen porque es más tentadora la fábula de que un conflicto con un coronel, al que
supuestamente le enamoraba la esposa, orquestó la conspiración para asesinarlo
involucrando a toda la Policía Nacional, a las Fuerzas Armadas y a la
Presidencia de la República, que asumió las conclusiones arrojadas por la
investigación, que por suerte el presidente era Salvador Jorge Blanco y no
Joaquín Balaguer, en los doce años.
Ahora resulta que la autopsia practicada al
cadáver del ex senador Geraldo Aquino,
revela que los tiros que lo mataron se los propinó él, pero es mejor creer que
se los produjo un fantasma que lo mató y cerró por dentro, o que el propietario
del revólver 38 con que se mató, sentado en chancleta de goma en la galería de
su casa suma poder para que Policía Nacional y Ministerio Público, se aúnen en
un apañamiento.
No importa que su siquiatra testifique que
Geraldo estaba sumido en una profunda depresión y que heredaba de su
padre,la decisión de marcharse de esta
existencia antes de que Dios lo dispusiera.
Mucha entereza la del ingeniero Mártires
Montero, a cuya hija Soany Montero, le ocurrió lo mismo que a Oscar Lachapelle
de los Santos, hijo del general ManuelAntonio Lachapelle Suero, ex jefe de la DNCD, que un día salieron de sus
respectivas laboresy desaparecieron por
varios días, hasta ser hallados sin vida en sus propios vehículos en un
estacionamiento.
Liberó la muerte de su hija de toda
sospecha de homicidio, y explicó, con el aval de una autopsia, las causas de fallecimient
la hipoglucemiaque padecíay de la que había tenido crisis.