<b>El encuentro con el cuadragésimo tercer
presidente de los Estados Unidos de América fue sustancioso, muy ameno y
aleccionador. En todos los temas que
abordó mostró la sensibilidad del ser humano que ejerció unas funciones que no
se enseñan en las universidades, en las que el mayor desafío es el de la
actuación frente a lo imprevisto, fácil
de juzgar desde las tribunas retóricas, pero verdaderamente complejo
desde el mando real.</b>
¿Qué puede enseñarnos George W Bush sobre
la educación? Es una de las preguntas que se hicieron opinantes de la radio y
la televisión para los que ese nombre es uno de los tantos sinónimos de
Lucifer, pero ¡qué contradicción!,
porque si es el Diablo no sabe sólo por sabio sino por experimentado.
Como gobernador de Texas colocó un antes y
un después transformando el sistema educativo de su Estado, llegando a
demostrar que no era verdad que habían
niños con deficiencia de aprendizaje sino un sistema fallido para
enseñarles, y ese cambio fue fundamental en su credenciales para procurar la
presidencia de los Estados Unidos, tema que también es la pasión de su esposa.
Que
no se olvide que lo que estaba haciendo en una escuela en Florida, el día que
los ataques del 11 de septiembre del 2001, variaron la agenda de su gobierno
era precisamente promoviendo su revolución educativa. Cuando se estrelló el
primer avión un niño le leía un cuento.
Con la autoridad, nos ha dicho
que es bueno lo del 4% para la enseñanza preuniversitaria “porque un
compromiso con los recursos es vital, pero un compromiso con la excelencia es
indispensable. No sirve de nada poner dinero en un sistema fallido”.
Es el segundo hijo de presidente que llega
a presidente, que el primero fue John Quincy Adams, pero ese no fue el detalle que él privilegió en su exposición,
sino otro más human es el segundo que tiene el privilegio de llegar a la
presidencia de los Estados Unidos, con sus padres vivos. El primero fue John F
Kennedy, y una parte de su charla fue dedicada a lo que ha representado para él
su padre y el orgullo de verlo envejecer apegado a los principios que lo han
normado.
Del poder no extraña ni lo grandes actos y
la parafernalia de las visitas de Estado, lo que echa de menos son las
navidades en Camp David por las comodidades que hay allí para el reencuentro
con toda la familia, y de los
integrantes de su gabinete a quién está
en su nostalgia es Condoleezza Rice, la ha visto poco desde que salió de la
presidencia y la admira con devoción, aunque a Fernando Hasbún le aclaró a
terminar su charla, que no es lo mismo que él le dijera a Alicia Ortega que era brillante y
hermosa, a que se lo dijera Bill Clinton.
Desde el principio al fin no hubo momentos a
los que no les sacara partida. En español dij que le habría gustado exponer
en español, pero que no se le había invitado a atropellar nuestro idioma, y
para los que se mofan de su inteligencia, empezó resaltando la satisfacción que
ha tenido por el éxito de su libro, “porque para sorpresa de algunos escribí un libro. Algunos pensaban que no
podía ni siquiera leer uno”.
Cuando David Collado y Fernando Hasbún me presentaron ante él, me
dijo que me llamaba igual que su amigo Julio Franco.