<b>Washington, 12 nov (PL) La renuncia del Director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, David H. Petraeus, levantó una ola de especulaciones, cuestionamientos y demandas de que el caso sea investigado a fondo.</b>
Petraeus, general retirado del Ejército y exjefe de las tropas en Iraq y Afganistán, presentó su dimisión la semana pasada ante el presidente Barack Obama luego que trascendió su relación extramatrimonial con la escritora y biógrafa Paula Broadwell.
A finales de octubre pasado, en entrevistas por separado con el Buró Federal de Investigaciones (FBI), el exgeneral y Broadwell admitieron su vínculo sentimental. Solo unos pocos funcionarios del Departamento de Justicia fueron alertados del asunto.
Incluso al Director Nacional de Inteligencia y jefe superior de Petraeus, James R. Clapper Jr., le informado el 6 de noviembre.
Fue entonces que Clapper llamó al general retirado y le pidió que renunciara, según la versión de los investigadores federales. Obama aceptó su dimisión el pasado viernes.
Medios de prensa y legisladores se cuestionan el momento de la renuncia, días después de los comicios presidenciales y a la vez exigen una investigación más a fondo,
Algunos se atreven a decir que esta es solo la "punta del iceberg" de un problema de mayores proporciones, en momentos en que el mandatario reestructura su equipo de seguridad nacional para el segundo mandato.
En ese sentido, el Senador Republicano por Carolina del Sur, Lindsey O. Graham, afirmó este domingo a la cadena CBS que debiera conformarse un comité selecto conjunto de la Cámara y el Senado, similar a los que se conformaron tras los escándalos Watergate e Irán-Contras.
Pero existen otras complicaciones. Petraeus iba a ser un testigo clave en las audiencias que prepara el Congreso sobre el ataque contra el consulado en Benghasi, Libia, en septiembre pasado, que ocasionó la muerte al embajador estadounidense en Trípoli, Christopher Stevens y otros tres funcionarios.
La Casa Blanca adelantó que en dichas reuniones testificará el actual director en funciones de la agencia de espionaje, Mike Morell, quien era el segundo de Petraeus hasta la renuncia de este.
Las cosas se complican porque medios de prensa recuerdan ahora que la amante del exmilitar, en una conferencia en la Universidad de Denver el 26 de octubre de este año, reveló que el entonces jefe de la CIA conoció casi de forma inmediata que el asalto en Benghasi fue un acto terrorista planificado.
Sin embargo, apenas unos días después, Petraeus testificó a puertas cerradas en el Congreso y señaló que el atentado fue una reacción espontánea de protesta por el polémico video exhibido en Estados Unidos que insultaba al Islam y a los musulmanes.
Es por eso que algunos congresistas se preguntan a raíz de la renuncia del jefe de espionaje, si este les mintió en aquella audiencia, e incluso valoran la posibilidad de acusarlo de perjurio, aunque esperarán el resultado de los informes que conozcan en los próximos días sobre el caso.
Líderes legislativos demócratas y republicanos, también se quejan de que el FBI no les informó a tiempo sobre las implicaciones de la aventura extramarital de Petraeus, y se preguntan si este permitió que su amante accediera a información clasificada sensible para la seguridad nacional.
Estas y otras contradicciones, polémicas y hechos evidentes, han conformado un verdadero bullicio en Washington, y es la comidilla diaria de los medios de prensa, como una amenaza a la flamante segunda administración de Obama.
El escándalo pone en peligro no solo la investigación sobre la polémica respuesta de la Casa Blanca tras el ataque al consulado en Benghasi, sino que amenaza con dilatar la agenda legislativa que se inicia esta semana y pretende llegar a un acuerdo imprescindible sobre el tema del llamado "precipicio fiscal".
El hecho de que ya se escuche en Washington las palabras Watergate e Irán Contras y se relacionen con la renuncia de Petraeus, pudiera ser un augurio de que se acerca una supertormenta política a la capital estadounidense.