<b>Conocí al joven profesor Roberto Adames por su afición al tema criminológico y el estilo docente en que vivía. Fue mi alumno predilecto en un Diplomado de Psicología Forense que impartió la Universidad de la tercera Edad (UTE), que aunque fracasó, nos permitió que coincidiéramos en los mismos pasos del estudio criminológico.</b>
No éramos diferentes en años, ni en formación, muchos años después pude constatar de su enorme arsenal de estudio y de sus diversas funciones académicas; en el derecho, en la poesía, en el gremialismo jurídico. Era, lo que se dice un verdadero autor de su vida.
Al momento de redactar estas líneas, alcanzo un libro suyo, único obsequio del que tengo recuerdo, donde doy a conocer algunos detalles de su bio-bibliografía. El mismo se titula Antología del Suicidio, con palabras de presentación del pintor Cándido Gerón.
Nació en Constanza, en 1969. A la muy temprana edad se graduó de Abogado en UTECI, profesión que ejerció hasta su muerte, justamente ahora, el momento en que nos acabamos de enterar. Fue poeta, en su natal Constanza era considerado uno de sus mejores plumas, amigo de los intelectuales Bruno Rosario Candelier, Cándido Gerón, Pedro José Gris, entre otros más, en los tiempos del Grupo Literario La Matracala. Gran articulista de temas literarios y jurídicos; de hecho de su misma voz oí de sus proyectos de publicación de trabajos sobre problemas jurídico-penales.
Pudo vivir más, y de seguro habría contribuido a una mayor bibliografía. Era afanoso, tenaz, entusiasta. Tenía mucha dignidad científica: respetó la profesión del Derecho y abrazó la criminología, aunque no osó iniciarse en ella, pero de seguro muchos papeles y lecturas quedaron para que tal propósito lo pusiera en práctica.
Corta ha sido la vida de un investigador y profunda su pérdida para la comunidad de Constanza. Ya los tiempos no forman hombres así. Si somos agradecidos lo recordaremos develizando una calle en su nombre, o recogiendo sus escritos, epistolario, o sus notas, por haber sido una figura que se destacó y nos atrajo. Paz, al criminólogo que todos veíamos en él.