<b>Algunos legisladores
plantearon en una conversación con el jefe de la Policía, que a los delincuentes
se les debe fusilar o “darle para abajo”, que es lo mismo. De todas lassandeces que se oyen a diario en este
país ninguna otra implica tanto absurdo como lo planteado por esos legisladores
de la muerte, incapaces de comprender lo que es una sociedad civilizada.</b>
Muchos han sido nuestros
dolores desde los inicios mismos de nuestra sociedad, aún antes de que se
pensara que pudiéramos ser con propiedad una República Civil y Democrática,
pero ni aún en las épocas más tenebrosas de nuestra historia nadie –con la
autoridad constitucional- produjo jamás opiniones tan desconcertantes y tan
deletéreas como la de estos legisladores inconscientes .
Es cierto que a todos nos
duele y nos conmueve intensamente el nivel de violencia que sufre hoyla sociedad dominicana, y la tragedia
como la sufrida por la ingeniera Francina Hungría, lo que nos irrita severamente.
El diputado Luisín Mejía aún
antes de la reunión de esta semana con el jefe de la Policía, general Polanco
Gómez, se pronunció en el sentido de que a los autores del ataque a la
ingeniera Hungría se les debía fusilar.
Se desprende de lo que dicen
Luisín y sus colegas es que en el país se instituya un paredón que “le de
pa’bajo” a aquellos delincuentes involucrados en homicidios. Y juicios así no pueden
ser sustentados por un legislador, ni en este, ni en ningún otro país del
mundo.
Porque un legislador es un
guardián de la democracia, de la vida civilizada y designado para construir una
sociedad en donde todos se comprendan y se respeten, de ninguna manera
establecer exclusiones ni siquiera de aquellos que hacen del atraco una
profesión. A esos se les encarcela, se le degrada civilmente y les quitan sus derechos civiles y purgan en la cárcel
por veinte o treinta años de castigo por las fechorías cometidas.
La posición de los
legisladores implica un riesgo muy peligroso para la sociedad, porque para
asesinar a “los malos”, tendríamos que “construir otros malos”.
O dispondríamos de
legisladores verdugos capaces de fusilar a los delincuentes. Nadie desea el
papel del verdugo, y recuerden que en la edad media a los verdugos se les
cubría el rostro para que el público no los identificara. No era un héroe, sino
un asesino.
Y si aquí especializáramos a
un grupo de Policías para asesinar a los delincuentes, al cabo de un tiempo
tendríamos que pensar lo que haríamos con esos asesinos profesionales.
Comprendemos que la
injusticia irrita y cuando toca muy de cerca el dolor, personas sin el aplomo espiritual
adecuado, reaccionan emotivamente y expresan o proclaman juicios de los que
luego tienen que arrepentirse, por lo desorbitados y absurdos que resultan. Eso
es lo que creo que ha ocurrido con
estos arrogantes legisladores que desean ser “más papistas que el Papa”.
Porque no se justifica que
un legislador -y acaban de participar en la elaboración de una Constitución
garantista y civilizada como la del 2010- puedan sugerir un adefesio de ese
carácter. Lo que se supone que debieron plantear al Jefe de la Policía fue su
inquietud por la ola de
delincuencia que ciertamente vive el país, pero jamás incurrir en desaciertos
como eso de “matar a los delincuentes”, e incluso aconsejarle que cuando lo
vayan a hacer se cercioren que la prensa no se entere.
Hicieron quedar muy bien al
Jefe de la Policía quien expresó juicios muy legalistas y advirtió que la
delincuencia no es peor en el país que en otros naciones similares de América
Latina. Esos juicios del jefe policial debieron avergonzar a esos legisladores
levantiscos.
Lo que quisiéramos ver es que
esos tres legisladores, el martes antes de la sesión del día de la Cámara de Diputados,
convoquen a la prensa para expresar su arrepentimiento y pedir perdón por el
daño infligido a la sociedad dominicana, por la cháchara de esta semana ante el
jefe de la Policía y que ha puesto al país en el exterior en las páginas de lo
absurdo.
Creo que ni el Cardenal
López Rodríguez les daría una bendición por haberle infligido al Congreso y al
paísunas expresiones que nos han
ridiculizado a nivel mundial.
Por lo menos un
arrepentimiento deben expresar ante sus colegas y el país. Ojalá lo hagan en su
propio beneficio…Para que no queden signados para siempre como “los legisladores
de la muerte”.