<b>Cuando Leonel Fernández salió del poder en el
año 2000, fue objeto de falaces e infundadas acusaciones de parte de sus
adversarios políticos, probadas las impertinencias de las mismas, cuatro años
más tardes fue electo nueva vez Presidente de la República. </b><br>
De modo que nada
nuevo hay bajo el sol en materia de infundios contra el doctor Fernández. Ya se
ha dicho que en Latinoamérica es muy fácil bajar de la presidencia a la cárcel
o del a cárcel subir a la Presidencia, todo depende del cómo maneje la
temeridad de sus adversarios.
Sin embargo, las cosas son ahora diferentes,
por ejemplo, quien está al frente del Estado ahora es un Presidente del mismo
partido que Leonel; en cambio, en 2000, el Presidente era el señor Mejía
Domínguez. Por tanto, el clima es más propicio ahora para esclarecer cada tema.
Las acusaciones de 2000, contra Leonel,
quedaron desactivadas cuando el señor Mejía Domínguez expresó más o menos que
“a los ex Presidentes no se los mete presos.” Es decir, existen –según el señor Mejía Domínguez-, a favor de los ex Presidentes, privilegios
irritantes bajo un sistema que se precia de democrático. Esos privilegios, ante
la ley, son más bien propios de los estados monárquicos.
De manera que el señor
Mejía Domínguez prestó en aquel momento, un pobre servicio al país. Peor
todavía, olvidó que un ex Presidente de su partido, si cayó preso luego de
dejar la Presidencia y la contundencia de los cargos en su contra fueron tales
que solicitó asilo político en un país amigo y el mismo le fue negado; que
entonces acudió por ante la Corte de San José, Costa Rica, y también le negaron
calidad para acoger su solicitud.
El paralelismo Leonel-Salvador Jorge Blanco
no conduce a ningún lugar desde la óptica del razonamiento del señor Mejía
Domínguez, pero si es de interés ahora en 2012, para la democracia dominicana.
Es decir, quien deba acudir a la justicia, a rendir cuentas, debe hacerlo, sin
que importe de quien se trate, toda vez que el artículo 39 de la Constitución
rechaza todo privilegio y todo trato desigual entre los ciudadanos de la
República. Eso lo debería saber el incumbente de la Procuraduría Gral. de la
República, quien por estos días ha dado declaraciones, rechazado y revisado
querellas a diestra y siniestra sin detenerse a meditar sobre los cánones que
rigen el sistema democrático.
Dicho en palabras diferentes, el doctor
Fernández Reyna, merece una defensa mejor fundada porque eso de que los afectos
y no el derecho son los que impiden enjuiciarlo, no queda bien ni aquí ni en la
China. Pues, el doctor Fernández es un abogado de buen calado y un animal
político consumado en las labores del Estado, las tres veces que ha sido Presidente
amerita que todo cuanto se diga de su persona o de sus gestiones presidenciales
esté expuesto a la luz de la nación, bien detalladas, bien explicadas, bien esclarecidas.
El ciudadano Guillermo Moreno es un hombre de
gran valía, hizo quizás la mejor gestión que se haya hecho al frente de la
Fiscalía del Distrito Nacional, al grado de que quienes le sucedieron, todavía
hacen vida pública con los méritos del señor Moreno. En consecuencia, también
por respeto a este ciudadano que ha rendido grandes servicios al país, su
denuncia ha debido recibir mejor atención técnica. Es de esperarse, que la
Suprema Corte de Justicia ponga las cosas en su lugar. Es decir, que decida no
conforme a afectos sino conforme a derecho y con consciencia de que el nuestro
es un sistema democrático, el cual se caracteriza porque todos y todas somos
iguales ante la ley.
Mas que la magnificencia de un personaje o
que las diatribas contra otro, la nación requiere que el juego democrático
tenga como único fin,el fortalecimiento
de sus instituciones, pero jamás el propósito de juzgar sin juicio a un
ciudadano.
Leonel ha hecho una obra de gobierno que está
a la vista del país. Si ha habido sobre valoración de algunas de ellas, los
responsables deben ser juzgados y si son encontrados culpables, deben ir a
prisión y devolver lo que hayan distraídos, pero jamás puede el país permitir
que los adversarios políticos del Presidente del PLD, pretendan hacer política confundiendo
al país, o haciendo juicios simulados en lugares diferentes a los tribunales.
Es un circo que degrada la democracia, lo cual es incomprensible si se toma en
cuenta que sus patrocinadores aseguran que solo pretenden fortalecer nuestra
democracia.
Estamos seguros que Leonel y su liderazgo
saldrán fortalecidos de este escarnio, pero por favor, abandonemos el circo y
centrémonos en hacer uso de los cauces de la justicia.
Más importante que el circo, es discutir, por
ejemplo, cual debe ser el rol de un ex Presidente en un sistema democrático en
construcción como es el caso dominicano. Más importante aún sería el que se
establezcan mecanismos adecuados de rendición de cuentas donde todo,
absolutamente todo, queda aclarado a todo aquel que tenga interés. Y,
finalmente, determinar cuál es el rol del Ministerio público ante temas de
relevancia nacional ¿archivar expedientes? ¿Desempolvar expedientes? O
investigar y luego de la debida ponderación determinar lo que proceda según el
rol que el jurista Ulpiano determino para la justicia republicana de Roma, hace
más de 2000, cuando afirmó que:”justicia es dar a cada quien lo suyo”.
Quien desee hacer carrera política ha de
hacerla con base a sus propios méritos nunca cebándose sobre el honor y la
buena reputación de los demás.
Finalmente, el pueblo, tiene derecho a
expresar la indignación que entienda procedente cuando ha sido objeto de una
presión fiscal considerable, pero no creemos lícito que la oposición pretenda
aprovechar el tema para centrarse en Leonel mientras descuidas escrutar a
aquellos que ejecutaron obras públicas.
Por demás, no debemos olvidar que es tiempo
de Danilo. DLH-9-10-2012<br>
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