<b>Para esta época es
normal que los dominicanos visiten los centros comerciales para comprar las
cosas que van a necesitar con motivo de las festividades navideñas.</b>
Se trata de una vieja
costumbre que en término práctico a quienes benefician es a los grandes
negocios que desde mediado de noviembre colocan las trampas publicitarias para
atraer a los ignorantes compradores compulsivos.
Mucha gente gasta un
dineral en ropas nuevas, utilidades para el hogar y otras cosas, llevándose de los llamados
“especiales” que publican las diferentes tiendas.
Se desplazan desde las
provincias a comprar neveras, televisores, estufas, lavadoras, atraídas por
“las facilidades” que ofrecen las empresas comerciales.
La mayor trampa está
disfrazada del tradicional “fíao”, una jugosa
campaña publicitaria que los comerciantes promueven con malas intenciones.
La bendita cena de
navidad es la otra carnada para atraer a los ilusos ciudadanos. Se gastan una
fortuna preparando una cena que nunca terminan de comer en una noche. ¿Por qué
gastar tanto dinero en un ratito?
Los padres de familia,
sobre todo los de clase media, gastan lo que no tienen por organizar una comida
nocturna, bien adornada, el día de la Nochebuena. Los menos afortunados económicamente
empeñan prendas, televisores, y otros enseres de hogar para comprar los
ingredientes de esa parranda navideña.
El problema viene
después. Al pasar las navidades, entonces se produce la resaca económica de
nunca acabar. Las deudas contraídas para los gastos navideños se hacen sentir
con mayor fuerza. Entonces se producen las lamentaciones.
La pobreza mental de
nosotros no tiene límites y lo demostramos cuando caemos en la trampa del gran
comercio. El sueldo 13 que tanto
esperamos para fin de año se evapora como aves en vuelo y se lo chupan los
comerciantes. Queremos comprar de todo, hasta cambiar los celulares por otros
más caros, pese a que el aparato viejo nos ofrece buenos servicios.
Como consumidores,
debemos extremar medidas de austeridad para evitar un agravamiento del
presupuesto familiar. La Nochebuena y el día de los Reyes Magos son tradiciones
que contribuyen a alimentar las arcas financieras del comercio. Los cristianos no lo entienden así, tampoco
los ignorantes. Lamentablemente, todavía
vivimos en un pavoroso atraso generacional.