<b>Mi muy
querido y dilecto amigo: </b>Aprovecho la
ocasión para saludarte y expresarte mi cariño y admiración por ser, además de
un gran artista, dueño de una voz privilegiada que puedes utilizar
acertadamente para cantar cualquier género popular, un valor ético, un artistaalejado de los vicios y los escándalos, tan
frecuentes en el medio donde te desenvuelves.
Te deseo
grandes éxitos para el próximo año y durante toda tu carrera artística. ¡Te
mereces lo mejor!
El motivo de
esta carta, además del saludo cordial, tiene un carácter político.
Vi en tu
cuenta de “Twitter” una nota dirigida a Hipólito Mejía y Miguel Vargas donde les adviertes que si al 30 de diciembre
no han resuelto sus diferencias, le retirarás tu apoyo al Partido
Revolucionario Dominicano. – ¡Wao! ¿Cómo es posible?- me dije.
No niego que
me impactó tu nota. Contra viento y
marea has sido un militante del PRD. A través de ese partido durante años has
canalizado tus inquietudes políticas y sociales. Sé cómo te duele tu gente,
como te duele el dolor de los tuyos, como te lacera ver tanta pobreza y
marginalidad.
Considero,
sin embargo, que cometes un error. El PRD no es Hipólito Mejía, ni Miguel
Vargas. El PRD está integrado por cientos de miles, por millones, de hombres y
mujeres. Más de dos millones de ciudadanos votaron por el PRD en las elecciones
del 20 de mayo. El PRD, tú lo sabes, es una escuela política, un partido de
grandes aportes a la lucha por la libertad y la justicia. El PRD, tú lo sabes,
es un sentimiento nacional.
Uno no
abandona un partido como ese porque dos personas, no importa como se llamen, no
puedan, o no quieran, ponerse de acuerdo.
Juan Bosch y Juan Isidro Jiménez-Grullón, Bosch y Peña Gómez, Antonio
Guzmán y Jorge Blanco, Jacobo Majluta y
Peña, Hipólito y Hatuey. Los grandes líderes del PRD se vieron
enfrentados en algún momento. Esa es la historia, no sólo del PRD, sino de casi
todos los partidos del mundo, incluyendo los de izquierda.
Creo, mi
querido Héctor Acosta, cariñosamente “Torito”, que es injusto meter en el mismo
lugar a Hipólito y Miguel, como si fueran iguales, como si actuaran de la misma
forma. Y no es así.
Hipólito fue
el candidato presidencial del partido. Y mientras buscaba los votos, mientras
trataba de llevar al poder al PRD recorriendo palmo a palmo el país, el
presidente del PRD negociaba y hacia acuerdo clandestinos (Pacto de las
Corbatas Azules) con el presidente del país y del PLD. Hipólito no traicionó su
partido; Hipólito no hizo negocios, ni pactos con Leonel. Hipólito, al igual
que tú y que miles de perredeístas estaba desafiando al gobierno con todos sus
millones, su prensa, sus generales, su iglesia y su JCE.
Hipólito, mi
querido Torito, no fue quién estupró los estatutos del PRD para ser presidente
del partido y candidato presidencial al mismo tiempo; Hipólito no fue quién
impuso candidatos en todo el país durante las elecciones congresuales y municipales,
ni quién se opuso a que Guido Gómez y Tony Peña Guaba, entre otros, fueran
electos en la convención. Hipólito no ha secuestrado los organismos del
partido. ¿Qué tiempo hace que no se reúnen la Comisión Política ni los demás
organismos, como dicen los estatutos?
Pero además, mi caro amigo, no fue Hipólito quién le puso cadenas y candados a
la Casa Nacional del PRD; no fue por mandato de Hipólito que Geanilda Vásquez,
secretaria de organización, fue agredida cuando intentó penetrar a sus oficinas.
¿Verdad que no?
Hipólito –y
eso tú y todos los dirigentes y militantes del PRD lo saben- siempre estuvo
abierto al dialogo, al entendimiento, a la unidad, antes, durante y después de
las elecciones de mayo. No es justo, Torito, que metas a tu entrañable amigo
Hipólito Mejía en el mismo saco con Miguel. No es justo. De verdad que no.
De todos
modos, te entiendo Torito, te entiendo. La desesperanza en muchos militantes y
simpatizantes del PRD es entendible. El país
necesita un balance, un contrapeso político. Y eso lo garantiza el PRD
si logra resolver su crisis, ya sea uniéndose o dividiéndose. Soy de los que
cree, Torito, que la unidad con el sector de Miguel no es posible. La división
es ya, inevitable. Y mientras más rápido, mejor. La recomposición será más
rápida. Hay tiempo para convertir al PRD o cualquier otra sigla, en una
poderosa maquinaria política-electoral capaz de desplazar al PLD del gobierno
en las próximas elecciones. ¡No tengo dudas!
La solución,
Torito, no es irse del PRD y quemar las naves. Lo correcto es forzar una salida
rápidamente. La convención que del año próximo, puede ser una salida. Pero
Miguel no quiere convención porque sabe que no ganará, que será derrotado
“mucho a poco”. En el PRD Miguel no le
gana ni al “hombre del nivel”. Está
apostando al tiempo, al poder y al dinero de Leonel, su aliado.
La gente
como tú, Torito, no puede dejarle el terreno libre a los traidores, a los que
no les duele el PRD que hace más de 70 años un grupo de patriotas fundaron eh
La Habana, Cuba.
No te vayas,
Torito, no te vayas del PRD. Colócate al lado de los mejores y lucha por lo que
siempre has luchado, como lo están haciendo muchos otros.
Con cariño,
Juan.