<b>Asesinar por encargo se
ha convertido en una peligrosa profesión y no podemos quedarnos con los brazos
cruzados. Tan culpable es aquel
que mata por paga como el que contrata asesinos para esas acciones. </b>
La proliferación
de armas de fuego en manos de delincuentes, y de ciudadanos decentes, ha creado
una especie de terror en la población y han servido a muchas personas para
cometer actos de venganza.
Lo peor es que muchos menores atracan para alimentar sus vicios
de droga, beber alcohol, comprar ropa cara. E incluso despojan a los ciudadanos
de sus armamentos. Se ha desatado una epidemia en ese segmento de la sociedad
al extremo que cuando llegan a un lugar, en grupos y montados en motocicletas, la gente se pone en
alerta.
A los menores que
delinquen hay que juzgarlos como adultos. No se puede aplicar paños tibios con
ellos porque son un peligro para la sociedad. ¿Cómo resolver esos casos? Es una
tarea para las autoridades, que deben actuar de inmediato.
Se han visto casos de ciudadanos que han matado por un parqueo o durante una
discusión por accidente de tránsito. Algunas de esas armas son portadas de
manera ilegal. Otros exhiben las armas en la cintura sin percatarse que están
seduciendo a los criminales a un desarme seguro. Las armas son para tenerlas,
no portarlas, a menos que sean militares, policías o personas autorizadas para
usarlas de manera visible. Aún así, es necesario tomar precauciones para salvar
vidas.
Los crímenes se han
expandido en el país en los últimos años, siendo los militares y policías el
blanco principal. Pese a que la Policía Nacional señala que los crímenes se han
reducido, los hechos dicen todo lo contrario. Los delincuentes matan sin piedad
para robar las armas de fuego y eso es lo más preocupante.
Otra modalidad del
crimen organizado es matar dentro de los vehículos y quemar los cuerpos. Los
investigadores aseguran que esas acciones sangrientas constituyen mensajes
claros de los actores del narcotráfico
cuando se sienten burlados o engañados en esos negocios por los socios. Matar
por no cumplir con el pago de una deuda, es una práctica que cada día toma
terreno.
Hay otros criminales en
potencia que no les estamos prestando atención. Son los conductores que manejan
borrachos a velocidad altísima, haciendo rebases temerarios en los elevados y
avenidas. La ley prohíbe conducir con botellas de alcohol, pero esa regla no se
cumple. Por ejemplo, he visto a choferes de las guaguas voladoras comprar ron y
cerveza mientras realizan las rutas urbanas. Son tan descarados que lo hacen a
la vista de los pasajeros y del público. Han causado muchos accidentes y salen
libres con facilidad por gestiones de las compañías aseguradoras.
Otros conductores
privados entran a los colmados, tiendas de licores, se abastecen de bebidas y
continúan la ruta, a pesar de que andan con niños. Son asesinos en tránsito con
posibilidades de causar tragedias.
Los psiquiatras,
psicólogos y todos los trabajadores de la conducta que aman a este país deben
auxiliar a las autoridades gubernamentales para buscar soluciones combinadas a
esta barbaridad que a todos nos atormenta.
Se requiere de manos
duras que enfrenten con firmeza a la delincuencia porque si no lo hacemos, nos
tragarán a todos. Es duro decirlo, per estamos en presencia del triángulo de la
muerte.
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