Si como decía Juan Bosch, "la política es el arte de lo
posible", entonces gracias a Dios la economía es la ciencia que lo
garantiza. El año pasado como una forma pícara de provocar una discusión seria
y especifica por parte del Congreso de los EEUU y la Casa Blanca, el Chairman
de la Reserva Federal Ben Bernake describió el peligro que acechaba a la nación
de caer en un "Precipicio Fiscal" si no se establecían políticas que
garantizaran un aumento significativo de los ingresos y reducción de los
gastos. Es decir, una ruta clara hacia el equilibrio de las finanzas publicas.
La prensa norteamericana rápidamente le tomó la palabra al
Sr. Bernake y las batallas de "negociación" se iniciaron, desatando
todo el furor partidario que ha caracterizado el último lustro de vida
Republicana en Norteamérica. Lamentablemente el partidarismo se ha tornado tan
enraizado en la psiquis política de ambos partidos (Demócratas y Republicanos)
que favorecer a sus respectivos grupos de interés se antepone a los intereses
comunes de toda la nación.
El caso Republicano es el más patético, puesto que los
votantes americanos en las elecciones del pasado noviembre le dieron un fuerte
espaldarazo al Presidente Obama y la intención del Partido Demócrata de
aumentarle los impuestos al 2% más rico del país, y reducir gastos en áreas
sensibles para el mundo Republicano como el Pentágono y la industria petrolera.
Sin embargo esto no los ha detenido y actualmente ejercen un
"secuestro" institucional sobre el Presidente y el poder ejecutivo, quienes
a pesar de tener el mandato que brinda la aprobación presupuestaria de ingresos
y gastos debe por razones de habito (mas que legales) solicitar una segunda
anuencia para incrementar el financiamiento si los ingresos no cubren los
gastos programados en los próximos 60 días como de hecho ocurrirá.
Este escenario sencillamente plantearía una situación de
"default" por parte del Estado Norteamericano con consecuencias
devastadoras para todos y un escenario de extrema incertidumbre. Pero como
siempre existen formas de resolver las cosas cuando la irracionalidad de los
políticos alcanza el grado del absurdo en este mes se ha iniciado una discusión
en extremo interesante.
Resulta que una oscura cláusula legal le otorga al
Secretario del Tesoro de los EEUU el derecho de acuñar monedas de platino en la
cantidad y denominación que considere. Estas monedas, obviamente fueron
pensadas con la intención de ser un artículo de colección conmemorativo. Pero
la Ley sigue siendo la Ley, y le ofrece al gobierno un mecanismo, si bien poco
ortodoxo, legal de resolver la encerrona política en la que el Partido
Republicano lo ha colocado.
El instrumento funcionaría de la siguiente manera. El Tesoro
acuñaría una moneda (o varias no
importa) con un valor nominal de un Trillón (mil billones) de dólares US$ y la
depositaría en la Reserva Federal. La Reserva le acreditaría dicha suma a la
cuenta del gobierno y este continuaría operando de manera normal emitiendo
cheques y transferencias contra dicha cuenta sin emitir nuevos títulos de
deuda.
Esto no sería equivalente a una impresión de dinero sin
respaldo, que algunos pudiesen ver como inflacionaria, puesto que la FED
sencillamente cancelaría estos desembolsos con la venta de nuevos títulos de
deuda o tomándole prestado al sistema bancario. Es decir una emisión de deuda
común y corriente, equiparable a las que ejecuta diariamente. En conclusión
esta moneda no sería más que un subterfugio contable para resolver el impasse
generado en el Capitolio.
Las preguntas que nos asaltan inmediatamente son, entre
otras, ¿qué instrumentos de índole similar tenemos nosotros acá para
implementar, que no impliquen una violación flagrante de la institucionalidad a
la que nos tienen acostumbrados los partidos políticos tradicionales si nos
encontramos en una situación similar? ¿Es que la desconexión entre quienes se
dicen representar y sus propios intereses político-partidarios es el común
denominador de las clases políticas en todo el mundo?
Solo hay que observar la tozudez y miopía política y económica
demostrada por el PLD y el gobierno actual con el pasado parche fiscal, para
entender que dicha desconexión es perenne. En tan sólo 4 meses de gobierno ya
estamos viendo como aplicando políticas de austeridad (aunque siguen siendo tímidas, poco transparentes
y amañadas) el gobierno ha pasado de un déficit mensual de RD$20 mil millones a
un superávit de mil millones de pesos. Al mismo tiempo que la actividad
económica promete desacelerarse de manera dramática como consecuencia de los
nuevos tributos, erosionado aun más la capacidad recaudadora del fisco.
Nadie sabe, quizás en el Banco Central alguien recomienda
acuñar un par de monedas y que Hacienda se las venda a los bancos, para poder
cerrar satisfactoriamente el 2013.