Este 26 de enero de 2013 se cumple el bicentenario del nacimiento del padre de la patria dominicana, del fundador de la nacionalidad y uno de los dominicanos más noble y puro que ha tenido la nación en toda su existencia: Juan Pablo Duarte.
Todos los que habitamos esta patria debemos rendir homenaje permanente a quien fue el precursor de las ideas libertarias siendo un mozalbete de menos de 25 años y quien tuvo la osadía y la inteligencia de desarrollar una estrategia político-militar que hizo posible alcanzar la independencia de nuestra nación el 27 de febrero de 1844.
Duarte fue por sobre todas las cosas un gran hombre de fe. Dios siempre fue la base de todos sus actos y cada momento y en cada acción que ejecutó la presencia del Supremo Creador del Universo estaba en primer orden. Siendo un mozalbete le pidió visión a Dios para ejecutar sus sueños libertarios, cuando fundó la Trinitaria en 1838 lo hizo en “nombre de la santísima, augustísima e indivisible trinidad de Dios Omnipotente” y le puso como lema de la nueva república a “Dios, Patria y Libertad”.
En todo momento le pidió a Dios que le diera salud, visión, fortaleza y firmeza para no decaer en su ruta por alcanzar la libertad plena de la patria dominicana. Dice la Biblia en Hebreos 11 que “la fe es la certeza de lo se espera, la convicción de lo que no se ve” y que sin fe “es imposible agradar a Dios”. Duarte siempre tuve fe en Dios y su misericordia. Duarte tuvo fe en sus ideales de libertad e independencia. Duarte tuvo fe y confianza en el grupo de jóvenes trinitarios que junto a él sembraron la chispa de la liberación de la patria a pesar de que luego fueran declarados “traidores a la patria” y fueran desterrados y perseguidos. Duarte siempre tuvo fe que nuestra nación debía ser libre, soberana e independiente de cualquier otra nación y que nosotros como república podemos caminar solos en el concierto de países del mundo.
Duarte siempre tuvo fe que a pesar de que los malos dominicanos intentarán y lograran anexar el país a otra nación, la República Dominicana saldría triunfante y libre. Duarte siempre tuvo fe en lo que creía y en lo que buscaba. Por eso, Duarte es un gran ejemplo para todos. Un ejemplo actual, un ejemplo que debemos imitar cada día en cada una de nuestras acciones de hoy.
Duarte no es una efeméride ni un simple referente histórico. Duarte fue un gran hombre de Fe y de siembra de valores que hoy todos debemos cultivar. Duarte fue un ejemplo de patriota, de político, de estratega militar, de servidor público, de un ser humano lleno de ideales, de un hombre desinteresado que puso siempre los intereses de la patria y la nación por encima de sus intereses particulares. Por todo eso, el mejor homenaje que podemos rendirle no es haciendo actos sólo en este día o este mes, sino siendo consecuentes e imitadores de su ejemplo durante toda nuestra existencia.
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