Mal haría la Iglesia
Católica en mediar en el conflicto del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
Hay que dejar que sus dirigentes resuelvan los problemas.
La ambición de poder de
los dinosaurios del partido blanco han tronchado los sueños de miles de
perredeístas que hoy se sienten impotentes y desesperados al ver cómo Miguel
Vargas Maldonado e Hipólito Mejía han fraccionado esa organización en dos al
mantener un pugilato por el control de esa entidad.
Esas huestes siempre han
sido así, anarquistas, desordenados, altaneros, incapaces de ponerse de acuerdo
para solucionar sus propias trifulcas. Se han pasado todos estos años
proponiendo diálogo a través de los periódicos para arribar a un acuerdo
satisfactorio, pero en el fondo practican la distención. Es decir, predican con
la doble moral.
Lo ocurrido
recientemente en el local de la Casa Nacional es una evidencia de no están
preparados para dirimir las divergencias internas, pues no respetan las
decisiones de los organismos internos. Una mano milagrosa impidió que
ocurrieran muchas muertes en los enfrentamientos a balazos y sillazos.
Los videos muestran a
personas disparando hacia varias direcciones, y sin embargo nadie murió. Dios
estuvo ahí y evitó una tragedia. Daba la impresión de que se estaba en medio de
una guerra donde se ponía en riesgo la vida de cientos de personas que allí se
encontraban.
Ya el PRD no tiene
remedio. Es una organización de masas cuyos dirigentes la han convertido en una
vergüenza nacional. Nadie cree ni tiene confianza en un partido que es incapaz
de resolver sus problemas y, obviamente, no está en capacidad para gobernar al
país porque si no pueden gobernarse asimismo, cómo pretenderán dirigir a una
población como la dominicana.
Como no pueden
entenderse entre sí, ahora quieren desviar la atención del país acusando al ex
presidente Leonel Fernández y al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) del
desastre que impera en el PRD. Asumiendo que tengan razón (y son falsos esos
argumentos), entonces debe darles vergüenza salir con esa excusa.
El cardenal Nicolás de
Jesús López Rodríguez, monseñor Agripino Núñez Collado y ningún miembro de la
Iglesia Católica deben rechazar cualquier solicitud de mediación en ese pleito.
Es más, creo que la mejor solución es que se ese partido se divida y cada quien
forme tienda aparte, para bien de la sociedad dominicana que ya está harta de
los pleitos de esa gente.
José Francisco Peña
Gómez siempre decía que “al PRD sólo lo derrota el PRD”. Esa frase cae con
anillo al dedo en estos momentos en que esa organización está a punto de ser
sepultada por sus propios dirigentes.
¡Pobres perredeistas!
Lo lamento por muchos amigos que militan en ese partido, que hoy me confiesan
su decepción.
Del PRD han surgido varios
partidos (el PRI, el BIS, PRSD, PLD) y ha sido en medio de una lucha de
intereses, la ambición irracional, el irrespeto y la torpeza de la cúpula dirigencial.
Los medios de comunicación debieran contribuir con la paz que necesita la
población, dejando de darle cobertura a esos conflictos, de los dimes y
diretes, a los que nos tienen acostumbrados los perredeistas de la cúpula.