<b>Bogotá, 7 feb (PL) La capital colombiana semejaba hoy una avenida infinita poblada de ciclos, mientras millón y medio de autos particulares, según cálculos, permanecía al resguardo en estacionamientos o garajes particulares, inamovibles.</b>
Comenzaba así un "Jueves sin carro", como se denomina este proyecto anual iniciado a principios del siglo, propiciador de una atmósfera libre, durante 13 horas, de partículas contaminantes como el monóxido de carbono, dióxidos de nitrógeno y azufre, polvo, hollín y humo.
En el transcurso de la jornada, solo circularon transportes colectivos como el Transmilenio, un largo bus articulado. De igual modo, quedaron exonerados motos, carrozas fúnebres, ambulancias, vehículos para discapacitados o pertenecientes al cuerpo diplomático.
También fueron excepción los adjudicados a la policía, bomberos, empresas de servicio público domiciliario, servicio de escolta y seguridad privada, de control de tráfico y grúas autorizadas.
En su gran mayoría, los bogotanos disfrutaron a plenitud de este jueves benigno, que les permitió transitar por su ciudad desde una perspectiva distinta, descubriendo plazoletas y parques, las áreas boscosas circundantes, invisibles en medio del caos de la movilidad diaria en una Bogotá víctima de la prisa, el estrés y el ajetreo.
Los primeros en despuntar fueron los estudiantes. Un grupo de ellos portador de una gestión ciudadana que busca concientizar a la gente sobre la prevención del alcohol en los jóvenes.
"Es una bendición un día como este. Ojalá hubiera por lo menos uno al mes. La gente es más amable, se ríe, muchos se miran por primera vez a los ojos o intercambian un saludo al paso, dijo José Lemus, celador de un edificio del centro citadino, quien asegura que los bogotanos andan usualmente ensimismados e indeferentes.
El sentimiento predominante fue que ojalá hubiera varios Días sin carro en el año, un deseo recogido al vuelo por el alcalde de la capital colombiana, Gustavo Petro, quien se mezcló con los citadinos, y prometió someter a consulta esta posibilidad para ponerla en práctica en el futuro.
Hubo quienes prefirieron andar su ruta caminando, una prueba demasiado dura para los sedentarios, como un presentador de televisión que demoró una hora exacta para recorrer 10 cuadras antes de llegar a su destino, un trayecto que puede cumplirse sin afanes mayores en 30 minutos o menos.
El Día sin carro me parece excelente. Siempre me movilizo en bus, pero hoy decidí sacar la bicicleta y me fue mejor, ya estoy llegando a mi trabajo", aseguró un transeúnte que se desplazaba por una de las ciclorutas previstas.
Un ciclomontañista de profesión, aseguró en tanto a la prensa: mi sueño es despertarme un día y ver las calles colmadas de bicicletas, en lugar de automóviles.
Los sedentarios de siempre renegaron de una jornada que les privó de esa extensión de sí mismos en que convierten sus autos. Es mejor moverse en carrito, no hay nada igual, afirmaron.
Aunque no todo fue color de rosa- porque a veces faltó información sobre las rutas para ciclos, o el lugar donde subsanar un desperfecto o rotura imprevista-, un transeúnte sintetizó en una frase la experiencia colectiva: Fue un día perfecto para tomar un respiro y hacer algo diferente, dijo.rmh/ag