La aromacología es la ciencia de los olores que tiene que ver con
la pasarela y el mundo de los aromas; la odorología forense es una técnica de
investigación criminal, o la ciencias de los olores profesionales, porque se
ocupa, al menos, de aquellos que sirven para confirmar o descartar la presencia
del sospechoso, apreciar el olor de una sustancia que conduce a una evidencia; los
indicios olfativos, se reconocen, sobre todo, en la sangre, el aliento, el
sudor, vómitos; la materia de ciertos oficios, como el cemento, pintura, aceite
de motor, olores de animales, entre otros. .
El grado de percepción del olor varía de una persona a otra. La
percepción del olor se denomina olfacción; la pérdida del olfato se llama
anosmia. Para ensayar la sensibilidad olfatoria se usan olores muy específicos.
En medicina legal, pueden utilizarse para reconocer la identidad de olores
profesionales (carniceros, curtidores, obreros de cloacas, basureros,
mecánicos, trabajadores de zoológicos). Antaño existía el olor hospitalario, de
los boticarios, pero ha desaparecido con los progresos de la higiene. Lo propio
cabe decir con el olor atribuido a las salas de disección, muchas de ellas se
han concentrado en el uso de la tecnología electrónica, la resonancia
magnética, la radiología.
El sudor adquiere un olor típico en la fiebre; por ejemplo, en la
sangre de tifus. Algunas enfermedades, como la bronquitis fétida, delatan el
aliento del individuo. La expectoración de los tuberculosos, las gangrenas
pulmonares son evidente respeto al aliento. El olor de sustancias de difícil
digestión (salchichas, huevos, ciertos pescados) es de gran ayuda al perito
médico. Las heces fecales son fétidas en enfermedades como la anginocolitis,
dispepsia, urenia, etc. El olor de orina también da pistas de olores; un
ejemplo común, es el catarro de la vejiga. Ciertos medicamentos comunican
olores a la orina.