<b>QUITO,
Ecuador.- Rafael Correa se presenta este domingo a las elecciones
generales con un boleto seguro para cuatro años más de mandato, lo que estaría
por determinarse al final del escrutinio es si se encamarará por encima del
sesenta por ciento de los votos, como han proyectado las encuestas, y si le
acompañará la misma estrella en la composición de la asamblea nacional, pero ni
la oposición espera milagros.</b>
La Alianza País, la fuerza que lo ha
sustentado, ha sufrido fraccionamientos, dos de los otros siete candidatos que
le disputan la presidencia habían sido sus aliados: Norman Wray y Alberto
Acosta, pero el hombre que es cada vez más despreciado por la clase política de
su país, es también más venerado por las
masas populares, que se guían con la lógica nada irracional del taxista
que nos hizo esta afirmación: “Dicen que
Correa se maneja de manera irresponsable repartiendo en asistencia a los pobres
lo que el país recibe de la factura petrolera, y que eso alguna vez va a
estallar, pues que estalle porque los otros nos han puesto a pagar fiestas de
las que no hemos participado, en este caso cuando lleguen las cuentas todos hemos comido y bebido…”
Guillermo Lasso, que se ha colocado en las encuestas por
encima de Lucio Gutiérrez y Álvaro Noboa, es de los que más ha insistido en
alejarse del modelo Venezuela, que consiste en contentarse con los beneficios
de la alta factura petrolera, sin usar esos ingresos como un instrumento para
impulsar los otros sectores del país y crear una economía que no colapse con
una disminución de los precios del petróleo, pero en campaña le recuerdan que
fue ministro de economía de una administración en la que se produjo un feriado bancario, con secuelas
similares a las vividas en la República Dominicana en el 2003.
La de Álvaro Noboa más que una candidatura
parece una misión: la de inscribirse cada vez que haya una elección, ya lo ha
hecho cinco veces, pero tiene un expediente con la recolectora de impuestos
internos que le está atribuyendo
evasiones por encima de los 90 millones de dólares. Es el hombre más rico del
país y maneja un consorcio de más de cien empresas.
Lo de Lucio Gutiérrez también está luciendo
folklórico, cargando tan pesado que en vez de vender esperanzas tiene que
concentrar una campaña en decir que no repetirá los errores del pasado. Hay un pastor evangélico cubriendo la vacante
en el partido Roldosista de Abdalá
Bucaram, que no puede presentarse como candidato porque tiene un orden de
captura ejecutable al pisar territorio ecuatoriano, y entonces el pastor cree
que sus hermanos van a ser solidarios con él, cuando el que da las ayudas a
millares de iglesias evangélicas y a las parroquias católicas es Correa.
Hay un joven de 37 años dando a conocer su
nombre, pero estas elecciones son para el líder de la “Revolución Ciudadana”,
que el lío estará en la próxima vez, que para un tercer período tendrá que
modificar la Constitución, y las proyecciones para la composición de la
Asamblea Nacional no resultan tan halagüeñas, no hay en Alianza País, ni a
Correa le interesa auparla una figura que brille con luz propia.
El encono entre Rafael Correa y la prensa
independiente es recíproco, porque sus
oídos son alérgicos a las críticas,
ojalá que no asuma esta nueva elección como un premio a la intolerancia