Los gobiernos latinoamericanos tienen la magnífica virtud de construir cíclicamente un discurso político de estado, que los proyecta como benefactores de sus pueblos, y reivindicadores de los desheredados de la fortuna.
Paris, Francia, fue el escenario en la Plaza de Trocadéro, donde en el año 1987 se dieron cita más de 100 mil personas para manifestarse a favor de los Derechos Humanos y la libertad en honor a las víctimas de la pobreza, el hambre, la violencia y el miedo.
Joseph Waresinski, fue el convocante de este portentoso movimiento para sacudir la conciencia universal, sobre todo de los dueños del mundo, los ricos y los gobernantes de los países en vía de desarrollo.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó en el año 1992 que el 17 de octubre de cada año se celebre el “Día Internacional para la erradicación de la pobreza”. Desde entonces gobernantes de diferentes naciones del mundo, han asumido este reto como paradigma de su accionar desde la supremacía del estado.
Permitidme, sobreseer el largo listado de presidentes del club de los “Países ACP” (Asia, Caribe y Pacifico), quienes tras un discurso y diseño de políticas con asesorías de los organismos internacionales y expertos del tema, han estafado la conciencia colectiva de sus pueblos, y tras las bondades de cifras frías alejadas de las realidades sociales y económicas, sus pueblos quedaron más pobres y el clan de políticos y empresarios de estado concluyen con grandes fortunas, que les permite luego hacer fundaciones para seguir proyectando la imagen de ciudadanos generosos y políticos profundamente humano.
Conceptualmente se consideran países pobres aquellos en que sus ciudadanos tienen un bajo per cápita, con una distribución no equitativa de la riqueza, en la que hay un déficit importante de viviendas, carencia alimentaria, difícil acceso a la educación y baja calidad de la misma, alta tasa de desempleo, calidad y accesibilidad limitada a la salud pública, exclusión social y segregación social.
La corrupción de estado y la pobre calidad democrática de los gobiernos, se considera como uno de los lastres de los países en vía de desarrollo para superar esta afrenta universal, que todavía lacera la existencia de millones y millones de habitantes en las diferentes latitudes del mundo contemporáneo.
Los parámetros para valorar la pobreza en ocasiones son manipulados por los técnicos y políticos para engañar al electorado, utilizando sofismas y cantos de sirena, la realidad es que la pobreza es producto del modelo económico y social, aplicado en un país durante un tiempo, el modelo neoliberal que impera en la mayoría de los países en vía de desarrollo, para este el factor humano no tiene incidencia, sino la rentabilidades de los mercados.
Existe una distancia sustancial de este proceder y las concepciones Aristotélicas, en la que se define la “buena vida”, como aquella en que se han realizado o florecido todas las capacidades encerradas en la naturaleza de los seres humanos.
La ontología o doctrina del ser de Aristóteles, las cosas tienen una naturaleza que determina y fija las finalidades o plenitud de su desarrollo. El pleno florecimiento humano requiere de la polis o ciudad, como conjunto organizado y autosuficiente de seres humanos que han realizado sus diversas naturalezas y las ponen al servicio unos de otros.
La lucha contra la pobreza, constituye hoy por hoy, el principal reto de la humanidad en su conjunto, basta con echar una mirada a estas escalofriantes cifras 783 millones de personas no tienen acceso a una fuente de agua segura, 2,500 millones de habitantes no tienen instalaciones sanitarias básicas, es una de las razones por las cuales 3000 niños de menos de 5 años mueren diario de diarrea, disentería, cólera y deshidratación. El hambre afecta a cerca de 870 millones de personas en el mundo.
La tasa de desempleo crece en espiral indetenible hasta en las sociedades más desarrolladas, como es el caso del Reino de España, en otras naciones del mundo, con esto quiero señalar, que en países que habían logrado el Estado de Bienestar, están desarrollando nuevos pobres en sociedades avanzadas.
En la República Dominicana, el Presidente Danilo Medina, quien cumplió el pasado 16 de febrero, su primer semestre al frente de la cosa pública, ha proclamado como prioridad de su gobierno la lucha contra la pobreza.
Nos permitiremos analizar factores a tomar en consideración en nuestro país, para una eficaz lucha contra la pobreza, ya que las características idiosincráticas de cada país, tiene sus particularidades que deben ser enfocadas y debatidas, para implementar programas que realmente impacten positivamente en estos grandes antros que constituyen un drama humana de gran envergadura, que no solo atañe al estado, sino a los diferentes estamentos de la sociedad civil.
El Estado del Bienestar, tiene como epicentro el mercado laboral, el empleo formal e informal, así como la tasa de desempleo, este es el alma mater del asunto, la globalización de los mercados han eclipsado grandes sectores productivos nacionales, sobre todos aquellos artesanales, por ejemplo, la industria del zapato, la industria del vestir, la industria alimenticia, la estampida de empresas de zonas franca; a la vez que los avances tecnológicos dejan rezagados a ente productivos de la segunda y tercera edad. A esto le llamó Joseph Schumpeter: “El ventarrón de la destrucción creativa”.
La República Dominicana, tiene un flujo migratorio incoercible desde la Republica de Haití, que contribuye sensiblemente a acrecentar los niveles de pobrezas no solo de sus connacionales, sino de estos nuevos núcleos humanos, que acosados por las dificultades materiales de la nación más pobre de América Latina, fluyen a raudales hacia la R.D.
Estos últimos asentamientos masivos, entran en la clasificación “underclass”, estos son sectores degradados y excluidos socialmente; que en el ajedrez social no pertenecen a ninguna de las clases que componen la sociedad.
Debemos dejar bien sentado que la República Dominicana, en estos cincuenta años de vida democrática, ha alcanzado un desarrollo urbanístico y en su infraestructura turística que lo equipara en modernidad y desarrollo a sus pares en la región.
Esta nación tiene grandes potencialidades para alcanzar un desarrollo sostenido y disminuir los niveles de pobreza, la batalla más grande en esta materia radica en los cambios estructurales que debe experimentar la sociedad en su conjunto, entendiendo los fenómenos coyunturales de una nación obligada a pasar de una sociedad industrializada a la era post industrial, sin haber logrado su desarrollo pleno de la primer etapa, por haber empezado tardío su desarrollo industrial , que fue castrado los primeros 60 años del siglo pasado, esto es parte de la naturaleza disruptiva del capitalismo del tercer milenio de la era cristiana.
Para esta cruzada contra la pobreza en la República Dominicana, sería importante la conformación de una comisión nacional integrada por expertos en la materia, instituciones del sector público y privado, así como miembros de la sociedad civil, para evitar que una lucha de tanta significación humana, sea desnaturalizada por políticos partidistas, que tienen la virtud de contaminar hasta las aguas azul-verdosas de Bahía de las Águilas.