El Magistrado Juez Presidente de la Suprema
Corte de Justicia y jurista consumado, doctor Mariano Germán Mejía, en su
discurso con ocasión del día del Poder Judicial, el pasado 7 de enero de 2013, al
momento de arengar a los jueces, les exhortaba a ser prudentes en sus
decisiones.
Dicha exhortación nos dejó perplejos en razón de que lo menos que
puede ser un juez -en estos días- es prudente, pues existiendo como existe en
nuestro país, un nuevo marco constitucional, toca al juez materializar el
derecho contenido precisamente en la Constitución en sus decisiones, esto es,
debe transformar la visión jurisprudencial hasta ahora conocida entre nosotros,
plasmando en sus decisiones la novedad constitucional y desterrando la
prudencia ligada al tradicional conservadurismo del juez dominicano, pues de no
hacerlo esa postura podría ser contraproducente al momento de afianzar el
buscado Estado Constitucional de Derecho.
Ahora más que en cualquier otro
momento de nuestra historia constitucional, nuestros jueces deben ser novedosos
en sus decisiones si real y efectivamente deseamos pasar de ser un país en
eterna democracia en transición para adentrarnos en el terreno del afianzamiento
del sistema democrático como precondición para poder pasar a la profundización
de la democracia.
De manera que no entendemos la exhortación del Magistrado
Juez Presidente, ojalá nuestros jueces apelando a su sentido de independencia e
imparcialidad, no acaten esa exhortación, pues la democracia y su justicia
podría entrar en un descredito peligroso.
Por ejemplo, el hecho de que en el discutido tema
sobre el caso Bahía de las Águilas, el
Ministro de Turismo, dijera lo que dijo sobre la supuesta inoperancia de
la justicia dominicana es altamente desalentador para nuestra democracia, pues
dicho Ministro, entendió adecuado que un poder público se inmiscuyera en los
asuntos de otro, precisamente, apelando a su real o supuesta ineficiencia.
Ese
tipo de conducta es, precisamente el que debemos erradicar, pues no solo da
paso al autoritarismo sino que hace inoperante a nuestros tribunales; así el
conservadurismo y la prudencia son el combustible con el que se alimenta la
visión autoritaria. Por tanto, nuestros tribunales aun con cara de pobre, como
también indicó el Magistrado de Las vías de Ejecución de Salcedo, hoy provincia
Hermanas Mirabal, debe arengar a los jueces en el sentido de materializar en
sus decisiones el contenido y el alcance de la Constitución vigente, sin corta
pisas, sin reservas, pues así es como llegaremos a un Estado constitucional y
de Derecho efectivo.
Son muchos los temas sobre los cuales la
justicia debe sentar precedentes y el tema no se resuelve dejando solo en manos
del Tribunal Constitucional las grandes decisiones pues bajo nuestro sistema
constitucional, la Constitución tiene carácter vinculante para todos los
poderes públicos, esto es, todos los jueces son constitucionales o no son
jueces, en consecuencia, la Constitución los obliga a ser revolucionarios y a
rechazar la prudencia cuando la misma es, como en la especie, sinónimo de
preservante del estatus quo, esto es, de lo que está mal, de lo que no
funciona, de lo que está en descrédito ante la opinión pública.
La justicia dominicana es presa de tres males
ancestrales cuya solución aun no se vislumbra, a saber: jueces que actúan por
señales verticales, jueces que antes de decidir cuidan las consecuencias de sus
decisiones sobre sus puestos, esto es si afectan o no la estabilidad de su
puesto y su ascenso, y tres, jueces que saben que la anomia no les crea riesgo
y que la actuación, el dinamismo, la eficiencia son contraproducentes en el
ambiente nacional del cual dependen. Es decir, el modelo conservador les llama
a preservar, a impedir el cambio, cuando precisamente lo que requiere la nación
es un cambio de paradigma en la acción judicial.
La erradicación de tan solo estos tres males
podría mejorar con mucho nuestra justicia pero para llegar a ese punto, el perfil
del juez, debe cambiar, esto es, debe ser un juez cuya sanción surja por contravenir el ordenamiento
constitucional, esto es, por ser prudente y conservador, un juez que no sea
exhortado a ser conservador sino a aplicar la Constitución sin reservas de
ninguna naturaleza es el que necesitamos.
Es de esperar que cuando el Magistrado Germán
pronuncie su discurso de orden el día de la justicia de 2014, lo haga para
indicar que los jueces, incluidos sus pares de la Suprema Corte, no siguieron
su consejo sino que se decantaron por afianzar la materialización del nuevo
ordenamiento que supone la Constitución de 2010. Porque nadie se llame a
engaño, lo de Bahía de Las Águilas no es más que la cabeza de un gran iceberg
judicial inconcluso en los tribunales dominicanos cuya solución exige de
paciencia por constituir un cumulo de trabajo ocasionado por el cambio de
paradigma jurídico que constituye el paso del Estado Liberal al estado Social y
Democrático de derecho, amparado en la nueva constitución de la República
Dominicana del 2010.
Así, el hecho de que el Presidente Danilo
Medina haya decidido esperar la decisión de la justicia sobre el sonado caso de
Bahía de las Águilas constituye una oportunidad no para la justicia sea
prudente sino para plasmar en una decisión paradigmática los valores contenidos
en la Carta Magna de 2010. Pues otros hechos están esperando un Norte cuya
llegada no admite más retrasos. Esto es, el efecto irradiación que ahora se
atribuye a la Constitución, como el efecto vinculante entre todos los poderes
de la misma, hace que la justicia olvide la prudencia y se avoque a la
constitucionalización pura y simple del Derecho Positivo Dominicano.
El momento no puede ser más propicio ahora
que tenemos un Presidente con capacidad para rectificar, requerimos de una
justicia pronta, oportuna y constitucionalizada conforme a los valores éticos,
morales, políticos y jurídicos normados en principios constitucionalizados que
no constituyen poesía sino obligaciones de los poderes públicos para con la
nación. DLH-24-2-2013.