Esta dispensa no constituía un problema, el papa estaba dispuesto a concederla a cambio del pago de una cantidad de dinero proporcional al cargo.
“Para que un hombre de ciencias alcance sabiduría y plenitud del conocimiento humano, es necesario que conozca las sagradas escrituras, base fundamental para entender la complejidad de la existencia humana,; y grandeza de Jehová como creador del universo.” WJS.
El 31 de octubre del año 2017 se cumplirán 500 años que Lutero fijó las 95 tesis sobre las indulgencias en las puertas de la iglesia del castillo de Wittenberg, como un desafío a la Iglesia católica. Hay quienes aseguran que esta tesis es insostenible históricamente, pero le contaré porque se produjo el enfrentamiento entre Martín Lutero y la jerarquía de la Iglesia Católica.
En el año 1514, Alberto de Brandeburgo, arzobispo de Madeburgo y administrador de Halberstadt, fue elegido arzobispo de Maguncia. Para la época los cargos episcopales implicaban grandes tareas pastorales, y también llevaban anexos beneficios políticos y económicos de gran envergadura.
El arzobispo de Maguncia era uno de los cargos más importantes, porque le permitía participar en la elección del emperador de Alemania, privilegio reservado a un número reducido de personalidades, por lo que la nobleza hacían generosos aportes al arzobispo, por su capacidad de influir en esta y otras esferas del poder de la época.
Alberto de Brandeburgo, acumularía una cantidad extraordinaria de privilegios y beneficios, y por ello tenía la obligatoriedad de una dispensa papal.
Esta dispensa no constituía un problema, el papa estaba dispuesto a concederla a cambio del pago de una cantidad de dinero proporcional al cargo y lógicamente los beneficios que del derivaban.
La cifra exigida a Alberto fue de 24,000 ducados, una cifra extraordinaria, impensable, imposible de pagar al contado, por lo que el papa para ayudar que este cumpliera con el compromiso, le ofreció a Alberto la concesión del permiso para la predicación de las indulgencias en sus territorios. La banca de los Fugger adelantaría dinero a cambio de las recaudaciones futuras por las ventas de las indulgencias, el emperador Maximiliano obtendría parte de los derechos, y el papa recibiría el 50% de la recaudación, la cual sería destinada a concluir la construcción de la basílica de San Pedro en Roma.
Saben ustedes, amigos lectores, en qué consistía la venta de indulgencias, ubíquense en la Europa Medieval, la gente creía en la existencia del purgatorio, creencia enraizada en la psiquis colectiva desde hacía siglos, y se definía como un lugar intermedio entre el infierno y el cielo, donde iría la mayoría de las personas porque no eran tan malos, para ir directamente al infierno, ni tampoco buenos para merecer el paraíso celestial.
Así que cuando las personas con la autoridad legítima otorgada por Su Santidad el Papa, le concedía los beneficios de ir directamente al cielo, a la persona que pagaba y sus familiares fallecidos que estaban en el purgatorio, inmediatamente sonaban las monedas, el alma volaba hacia el cielo, como magistralmente explica Cesar Vidal, en su fabuloso libro, “El camino hacia la cultura”.
Cesar Vidal, establece que “inicialmente, la creencia en el purgatorio no había estado ligada a las indulgencias, pero no tardó mucho tiempo en establecer una relación entre ambas. Resultaba obvio que si el papa era el custodio del tesoro de los meritos de Cristo y de los santos, podía aplicarlos a los fieles para que, a cambio de ciertas prácticas, estos sufrieran durante menos tiempo en el purgatorio. No pasaron mucho tiempo para que semejantes concesiones fueran obtenidas mediante pago y crearan, como en el caso que nos ocupa, un negocio extraordinario.”, termina la cita.
Este fue el meollo del asunto, razones por las cuales, Lutero, remitió una comunicación por escrito, estrictamente confidencial, privada y respetuosa, a su jefe eclesiástico el obispo, el prelado de Brandeburgo y a Alberto de Maguncia, que llevaba a efecto la campaña de las ventas de las indulgencias.
Además, con estricto rigor académico y teocrático, redactó las 95 tesis para ser discutidas, las cuales podían ser rechazadas o confirmadas.
Lutero no obraba en contra del papa y la Iglesia católica, entendía que esto constituía un escándalo que contradecía la esencia misma de la iglesia fundada por San Pedro, y creaba un malestar entre los fieles bien formados teológicamente, y creaba descredito en contra de las autoridades eclesiástica, y por ende, dañaban la imagen de la iglesia, que debe ser inmaculada por ser el pueblo de Dios.
Para esa época el dinero era fundamental para la consolidación de la iglesia, pues había que terminar la construcción de la Basílica de San Pedro, y Alberto de Brandeburgo, estaba urgido de dinero para pagar la dispensa papal, por lo que notificó al Papa León X, considerado no muy ortodoxo en el manejo financiero de la iglesia.
Lutero era un monje Agustino, por lo que el papa remitió el documento a los juristas agustinos, para ser conocido en la reunión a celebrarse en Heidelberg. Celebrada la misma, Lutero salió fortalecido porque recibió el apoyo de los agustinos. Luego el Cardenal Cayetano en misión especial se entrevistó con Lutero, no llegaron a puntos concordantes, pues se pedía que se retratase y este último no accedió.
Leipzig fue el escenario del famoso debate entre Lutero y Juan Eck. Lutero demostró sus amplios conocimientos teocráticos y la historia de la Iglesia; Juan Eck, se apoyó en el derecho canónico. Lutero fue arrastrado a expresar que un cristiano con la biblia tiene más autoridad que los papas y los concilios. Esta aseveración sirvió de base para que León X redactara la bula Exsurge Domine en virtud de la cual ordenaba que los libros de Lutero fueran quemados y se dieron sesenta días de plazo para retractarse so pena de excomunión y anatema.
La respuesta del ex monje agustino, fue: “Ni puedo ni deseo retractarme de cosa alguna, ya que el ir contra la conciencia no es justo ni seguro. Dios me ayude. Amén.” Estas expresiones sirvieron de base para inspirar la declaración universal de los derechos humanos y libertad de conciencia.