Ciudad del Vaticano.-El mundo cristiano está expectante por conocer al nuevo papa, elegido este miércoles tras varias ronda de elecciones. La identidad del sustituto de Benedicto XV1 se hará en breve desde la basílica de San Pedro.
El elegido será el pontífice número 266 en los 2.000 años de historia de la Iglesia, una institución que atraviesa por una crisis causada por escándalos de abusos sexuales, disputas y burocracia en el seno del Vaticano y la propagación del laicismo.
Los peregrinos y turistas empezaron a llegar a la plaza San Pedro por la mañana temprano esperando ser testigos de la historia, cuando la chimenea de la Capilla Sixtina emane humo blanco.
"Es un momento maravilloso, un momento histórico", dijo monseñor Ronny Jenkins, secretario general de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.
Los cardenales quedaron recluidos el martes en la Capilla Sixtina, bajo los frescos de Miguel Angel, tras un día de pompa religiosa y oración y que terminó, como se esperaba, con humo negro saliendo de la chimenea dos horas después.
Ningún cónclave moderno ha alcanzado una decisión el primer día, que se considera un filtro para determinar cuáles son los verdaderos favoritos para las siguientes votaciones.
El Vaticano ha adoptado precauciones para evitar filtraciones, como inhibidores que dificultan el funcionamiento de los teléfonos móviles.
El nuevo Papa asumirá una carga que según dijo Benedicto XVI en febrero, iba más allá de sus capacidades físicas.
La Iglesia sufre los escándalos por abusos a niños y el caso "Vatileaks", en el que el mayordomo de Benedicto XVI reveló documentos que denunciaban corrupción y luchas internas dentro de la Curia, la burocracia central del Vaticano.
También se ha visto sacudida por la rivalidad de otras iglesias, el avance del laicismo, especialmente en Europa, y los problemas en la gestión del banco Vaticano.
El ex líder de la Archidiócesis de Los Angeles, el cardenal Roger Mahony, está asistiendo al cónclave a pesar de las peticiones para que no lo hiciera después de un escándalo de abusos que llevó a que su sucesor, el arzobispo José Gómez, lo censurara. Como castigo fue despojado de todas sus tareas administrativas.
El martes, los abogados de las víctimas en cuatro casos de abusos dijeron que la diócesis, Mahony y un ex sacerdote habían acordado pagar casi 10 millones de dólares para acabar con los casos. Mahony fue acusado de ayudar a un sacerdote pedófilo confeso a escapar de un procesamiento.