<b>En último lugar, pues, el neoliberalismo el fenómeno de los deportados dominicanos, a quienes para analizarlos en una triple dimensión: las drogas, el terrorismo y los inmigrantes, es necesario reconocerlos como desaparecidos en su propia patria.</b>
1.- Jerarquía de la credibilidad
Un panel internacional, compuesto por profesores de
tres latitudes (Colombia, Estados Unidos y República Dominicana), llevado a
cabo por la Universidad Iberoamericana (UNIBE), en fecha 28 de junio del año
pasado, fue el asidero de muchas ideas impensadas sobre el más crucial de los
fenómenos de la desviación social en nuestro país, República Dominicana: los
deportados de cárceles estadounidenses.
El título de la actividad que se utilizó de fond La
criminología cultural y la filosofía, que los panelistas dividieron en tres
partes integrales: En primer lugar, la jerarquía de la credibilidad, en la que
nos exponemos a teorías de la desviación de los repatriados, con o sin simpatía
de los sujetos estudiados, que el investigador-criminólogo refleja en sus opiniones;
en segundo lugar, la filosofía de la desigualdad social y de la corrupción, casi
como un sentido de pertenencia, de que los latinoamericanos tenemos necesidad
de ser parte de una polis, sin importar los valores que, en definitiva, todos
hemos construido en América Latina, la búsqueda de una identidad perdida en la
que el Caribe es un país del Norte. Valores políticos, mecanismos de exclusión,
que sirven igualmente como valores políticos, y que luego se convierten en
corrupción en la forma de un fetiche del poder político.
En último lugar, pues, el neoliberalismo el fenómeno
de los deportados dominicanos, a quienes para analizarlos en una triple
dimensión: las drogas, el terrorismo y los inmigrantes, es necesario
reconocerlos como desaparecidos en su propia patria.
Estos puntos, si lo contextualizamos, en relación a
los deportados nacionales, constituyen un triple castigo, ya que la deportación
tiene los efectos de una cultura de silencio, es una realidad dura ser un
deportado, y de tener en lo adelante una nueva identidad. Esta preocupación la
vamos a analizar con cierto rigor, para no ocultar ni alterar lo sucedido
cuando de deportación se trata. El trabajo que a continuación voy a desarrollar
prefiero dividirlos en dos partes, una preparatoria de la otra, ya que este
tema de los deportados amerita un encuadre más propio de la investigación
social, así como de una pronta solución. En tal sentido, me voy a referir al
asunto en el plano del conocimiento del fenómeno, y luego trataré los de tipo
fenomenológicos, o vivenciales que, en realidad, son más discursivos.
La criminología es una ciencia de valores. Siempre
tenemos el problema de los valores; es como un fuego cruzado para el
investigador, de ahí que algunos valores contaminan la investigación, o
usualmente, expresamos simpatías políticas o personales que nos motivan a
suprimir los hallazgos de nuestros estudios. ¿Por qué caemos en una profunda
simpatía con las personas que sometemos a estudios?, ¿es conveniente el método
de la jerarquía de la credibilidad? La respuesta es si, y de eso se trata, en
primer lugar, lo que cuenta es el poder del investigador, que distingue entre
la verdad de los hechos y la evolución de los hechos.
En
el estudio de la deportación, de la desviación que los vincula, surge el
problema de la estructura social, en la que las partes involucradas son las que
revelan una relación de jerarquía organizada entre sí, en un conflicto
organizado. Unos (los deportados) están representados por sujetos desorganizados,
y el investigador puede dar crédito a cualquiera de las partes que componen a
los subordinados, por estar carentes de información. Provocamos una situación
de parcialidad cuando contamos las historias de ellos, como si ese fuera el
propósito de investigar el fenómeno en cuestión. Cuando decimos que todo
investigador es unilateral, asumimos que la verdad que dicen los subordinados
respecto de una situación, tiene que ser investigado por las autoridades (los
investigadores). Pero, mucho cuidado, que en el esquema de la jerarquía de la
credibilidad, están los de arriba, con mayor credibilidad, porque tienen mayor
información, visión más completa de la cuestión, muchos de ellos vinculados a
intereses de las autoridades. Las autoridades mienten, por estar asociadas a
las mismas tareas que se le han confiado; negar las funciones, ocultar los
datos, no hace más que determinar una relación jerárquica, si bien ahora son
ellos los que están desorganizados. Y están los de abajo (los subordinados),
quienes son aquellos que hacen uso de las instituciones. Un deportado es un
ejemplo ideal de esta jerarquía de credibilidad. La mayor parte del tiempo
hemos estado hablando por ellos. O no siempre, un repatriado de los Estados
Unidos, ha vivido la experiencia de una cárcel, o se trata de un convicto
condenado.