Reflexionando un poco sobre lo que convencionalmente
se entiende como vida, y que en ese orden no es más que el tránsito finito
periódico de las personas, y los mismos animales sobre el planeta Tierra, que
considerada en otro contexto más profundo, es un segmento en realidad de un
trayecto de expresión espiritual física, que para la entidad encarnada tiene
durabilidad eterna, se debe llegar a la conclusión lógica de que, la existencia
humana está rodeada de una serie de misterios, los cuales, para comenzar a
entenderlos en parte, hay que irse al ámbito esotérico puro; nada de
religiosidad social solamente.
Uno de esos aspectos tan inescrutables con respecto a
la presencia física humana sobre el plano físico terrenal, es el término abrupto
del viaje temporal que en muchas ocasiones se verifica, sin que se le encuentre
explicación exacta del porqué de la ocurrencia, sea ésta repentina, sin
molestia, o sufrir alguno, por supresión instantánea del hálito de vida
sostenedor, aun sea mientras el cuerpo físico duerme, durante descansa, y
repone energías para el quehacer del siguiente día.
También, por causa súbita accidental en pleno estado
de vigilia, que en algunos casos podrían estar matizados por marcados
sufrimientos, aun temporeros, como de tiempo considerable; al igual que, dejar
de respirar y nada más. Partir el Alma
encarnada de inmediato.
El deceso de cualquier persona, a menos que no se
produzca a una edad cronológica avanzada, siempre sorprende a los familiares y
conocidos. Claro, por prevalecer los altos niveles de inconsciencia que se registran en la
humanidad, con respecto a ese acto de despido terrenal obligatorio, cuyo viaje
de retorno a los planos sutiles superiores, comienza el mismo día en que se
ingresa a la Tierra.
Se tiene que nacer un día señalado, que por
circunstancias humanas puede variar con relación al diseño original previsto
para la corriente de vida a cursar. Pero, que sí hay una fecha y momento
exactos de partida, que muchas veces hasta coinciden con la proximidad, o conmoración
del nacimiento. Claro, la excepción que se presente con relación a esto último,
sería aquella cuando se producen los casos de suicidios, y que tienen un nivel
de punición bastante alto después – karma que se adquiere -.
Indudablemente, en ese instante que corresponda
partir, como las circunstancias inesperadas que lo rodeen, sí que originan la
gran interrogante del, ¿por qué ahora, y así?
Con frecuencia, la inconformidad y el resentimiento asoman; pocos
aceptan esas ocurrencias.
Pues, se olvida, y tantos por no saberlo, que el espíritu
que se ha venido manifestando a través del plano físico – cuerpo humano -,
tiene que regresar tan pronto termina el período de Manifestación Divina
dispuesto y aceptado, con la conquista de las cargas kármicas adjuntas. Si estas últimas no se logran por completo,
dejarán rastros pendientes por cubrir en encarnaciones futuras. ¡Pero, hay que
irse!
Es por esas razones que, frente al despojo material
abandonado por el espíritu que regresa a su verdadera casa, y durante los días
recientes al despido, los familiares y allegados no deben estar expresando
sentimientos de penas, con llantos y lamentos. ¡Hay que dejarle partir con
libertad!, sin actitudes humanas que provoquen ataduras al viajante, hacia el
plano físico que acaba de dejar.
Lo que más procede son las actitudes amorosas,
expresadas a través de los recuerdos; tratar de revivir mentalmente todos los
buenos momentos que se pasaran a su lado, o estando cerca de la persona
fallecida. Perdonarle por los errores en
que puedo haber incurrido, y encomendarle a las entidades espirituales
encargadas, para que le concienticen sobre su nuevo estado durante el trayecto
por los planos sutiles inmediatamente superiores a la Tierra. ¡Eso, sí que lo
agradece en verdad!
Autor: Rolando Fernández
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