<b>La seguridad es una condición inalienable del ser
humano. El Estado tiene por finalidad garantizar la seguridad a las personas.
La falta de previsión de la (in) seguridad es una prioridad en casi todas las
Constituciones políticas de los Estados. Lo digo porque fui entrenado de manera
tal que la Constitución es un verdadero Manual de Seguridad Ciudadana.</b>
Muy peligroso y hasta innecesario siento que un
nuevo “Plan Nacional” de Seguridad ciudadana surge, así como si nada.
Recordemos que el anterior esfuerzo, denominado Plan Nacional de Seguridad Democrática”,
ahora se cambio de nombre y se le nombra como “Plan Integral de Seguridad
Ciudadana”, con todo y sus ejes estratégicos del anterior: Ahora “Barrio
Seguro”, se convierte en “Vivir Tranquilo”, el “Observatorios de la
Delincuencia” pasa a ser un Plan de Lucha contra las drogas y el microtráfico.
Asimismo las Medidas contra la delincuencia de ayer, tal es la venta de licor
hasta las 12:00 de la media noche, los alcoholímetros, en el presente nos
informa este nuevo proyecto de otras similares, como la de incorporar unos
2,500 agentes, la compra de 500 armas de fuegos, control de aeropuertos,
control de procesos judiciales, mecanismos éstos que claramente no representan
un plan ni mucho menos programas operativos. Y para que no se quede excluido,
también está el componente de la seguridad vial, que se sustentará en la
incorporación de 300 agentes, 100 unidades de motocicletas.
Si ese es el llamado Plan de seguridad ciudadana le
han mentido al Presidente de la República
y han faltado al ideal de la integración.
Aunque las reacciones del día siguiente fueron de
apoyo y de sorpresa, por no haber entendido nada, consideramos un deber ayudar
al mandatorio con un nuevo planteamiento del problema. En principio, la
seguridad es una necesidad básica del hombre y se define como el miedo a ser
alcanzado por la conducta ajena. El Plan debe centrarse en la inseguridad
ciudadana, no en la criminalidad, que no es más que un efecto de ésta situación de encontrarse en
riesgo, por lo que Plan estatal que nos conviene estaría más centrado en el eje
preventivo, favoreciendo las principales formas de seguridad que el mismo
Estado tiene la obligación de organizar con fines de asegurar confianza y
evitar peligros o amenazas en la sociedad.
Es necesario jerarquizar en una escala cuáles son
los principales factores generadores de violencia, y sobre todo separar la
inseguridad que devienen de las instituciones públicas, de aquella que la
generan los mismos ciudadanos que no cumplen su rol frente a las autoridades
del orden público. Es un reclamo social, que los sistemas sociales (salud,
escuela, familia, laboral y de seguridad social) de manera constante violan la
Constitución y todas las formas de derechos humanos. Actualmente la corrupción
guía a la Justicia y a los cuerpos de orden público. Existe un temor,
justificado, de la población al uniforme de la Policía Nacional, y ningún
ciudadano se siente seguro penetrando en los destacamentos de policía de la
ciudad.
Nuestra sociedad se distingue de muchas otras
ciudades en que no tenemos ni una cultura de violencia ni muchos menos un país
podrido por la criminalidad practicada inmisericordemente por individuos
infames. Si tardíamente
descubrimos el problema, es porque se le ha hecho creer al Pte. que la
delincuencia es una urgencia. Todo lo contrario, el régimen ordinario de orden
público, a través de la Policía Nacional, se ha desviado tanto que muchas
acciones criminales ahora involucran a sus mismos agentes. Por eso, el primen
componente de este Plan vuestro, es crear un nuevo perfil de Policía Nacional,
entendido como un servicio social, no como el medio idóneo de la represión
contra la delincuencia. En nuestra Constitución política, la función central
del Estado es la defensa de la persona humana, a través de sus órganos de orden
público, y la Policía logra sus objetivos a través de la seguridad, que es la
tranquilidad y espíritu de la comunidad.
El Plan Integral de Seguridad Ciudadana (no importa
el nombre) tiene que ser un estado de bienestar y construcción de convivencia
social en el que se encuentren protegidos los ciudadanos, en su vida, su
dignidad y su propiedad; tiene que definir un nuevo perfil de policías.
Aunque sabemos que lo anunciado no constituye un
plan de acción contra la inseguridad, a pesar de las falta de visión y misión, requisitos
imprescindibles para el trabajo de este
tipo, queremos recomendar al gobierno las verdaderas líneas generales de un
plan más apropiado, en el entendido de que ciertamente la seguridad ciudadana,
demanda un rol de conjunto del Estado y una integración, no sólo de los
funcionarios, sino de los poderes locales en el municipio, y del intercambio
con los mismos ofensores sores sociales, así como de sus víctimas. Crear las
medidas de seguridad pública a posteriori de una evaluación de la situación y de
un intercambio de experiencias, y luego de vigilar el plan que de allí resulte.
Por eso, decimos:
Primer Elevar el nivel
de información y de comunicación del Plan, siendo necesario la creación de un
documento firme que proyecte, si es necesario, convertirse en una Ley de
Seguridad Ciudadana, como existe en otros países del continente
latinoamericano. Este informe debe ser debatido en el Congreso de la Nación
antes de ser aprobado.
Segund Determinar los
Ejes del Plan de Seguridad; y por la experiencia de los Consejos de Seguridad
Ciudadana, sin tener que llegar a plagiar sus aspectos, sean sobre problemas
urbanos, tales com Desarrollo barrial, Servicio de Policía Comunitaria,
Programas sobre abuso de drogas, mejoramiento del medio urbano y vigilancia de
la ciudad, programas de vivienda y optimización de los servicios básicos,
política de rehabilitación de víctimas directas de la delincuencia y programas
con delincuentes juveniles.
Tercer Crear los datos
estadísticos del sistema. No puede lograrse un Plan de lucha contra las
inseguridades de la ciudad sin no se cuenta con un Banco de Estadísticas o de
Datos sobre la violencia urbana. Resulta que la delincuencia representa un
costo para el Estado, y la única forma de saberlo es que cuando los hechos se
observan en cifras.
Lo dejamos aquí,
por ahora. La evocación final es que cuando se cumplen las necesidades de la
seguridad humana, desaparece la criminalidad común, entendida como la violencia
de los de abajo, generadora de inseguridad, pero entendida como una oportunidad
social.