<b>¡Qué lástima!, la gente no se inclina por respetar
como se debe las tradiciones cristianas, al margen de ser católico o no; de
pertenecer a cualquier otra secta religiosa. El año tiene varios fines de
semana para veranear, vacacionar, y beber hasta que se quiera. Entonces, ¿por
qué no honrar uno en especial?, el de la denominada Semana Mayor.</b>
De nuevo estamos a la puerta del seudo santo asueto
anual. Y, por tanto, dada la proclividad hacia el irrespeto por lo religioso-espiritual, ya los “ropajes”
clásicos para el exhibicionismo corporal de muchísimas damas, clase alta, media
y baja, en las pasarelas playeras, sobre las arenas calientes de nuestras
costas; o, las granzas y pequeñas rocas en los ríos y balnearios del país.
Las tiendas comienzan a aprovechar los volúmenes de
venta ordinarios para la época, enajenando todo tipo de trajes de baño, las
toallas, los termos, las sombrillas, las sandalias, etc. ¡Todo es playero ahora!
Pero además, las empresas licoreras, como las
vendedoras de combustibles, acumulan inventarios para poder ofertar en demasía
durante el periodo festivo, whisky, rones, cervezas, etc., para la gente; y,
gasolina, gasoil, como los demás
carburantes para los vehículos.
Los hoteles y restaurantes en los polos turísticos, y
otros lugares de veraneo en la República, saborean desde ya la celebración de
su “agosto” comercial en los primeros meses del año. Incluso, algunos aprovechan la oportunidad para el peculado obvio, en la
medida de lo posible claro, ante la demanda de los vacacionistas, dizque
religiosos, que se inclinan en su mayoría por utilizar lo que debería ser un
feriado de gran significación espiritual para la humanidad, como espacio
recreativo, de bebentinas exageradas, y francachelas de todo tipo.
Es cuando los templos religiosos en verdad menos se
visitan, relativamente hablando. Sólo con regularidad lo hacen aquellos, cuyos
bolsillos no les permite otra cosa. ¡Cuánta falta de conciencia! Las personas
de los últimos tiempos se han tornado muy olvidadizas, y hasta irreverentes. Hay muchas cosas de importancia divina que les
resbalan, y luego se les observa dándose golpes de pecho, y pidiendo perdón.
En los momentos en que algún suceso o fenómeno natural
deja sentir con furor sus efectos, los desobedientes hacen traer a las mentes
de los observadores la frase aquella de uno de nuestros buenos humoristas, el
extinto Milton Peláez, que siempre será objeto de recuerdo, por el mensaje
musical acuñad “Sólo se acuerdan de Cristo, cuando sienten un temblor, o
cuando llega un ciclón”. ¡Perdón Dios mío, perdón!
Otro aspecto que merece cierta censura, aunque haya
muchos que, por beneficios propios o conveniencias grupales, no lo consideren
así, es el hecho de que, ante las precariedades económicas estatales que han
impulsado al Gobierno a sacrificar en extremo impositivamente a la población,
se continúe con la misma práctica anual de malgastar cuantiosos recursos
financieros, a través del plan operativo de prevención, que para la época,
prepara el Centro de Operaciones de Emergencia (COE).
Sí, para tratar de cuidar a los que salen a beber,
guiar desaprensivamente en las calles y carreteras del país, como visitar playas
y montañas; a divertirse a granel durante lo que llaman asueto de “Semana Santa”,
que por la forma en que se asimila, le
deberían denominar más bien, “semana para el deleite mundanal”.
En ese tenor, el COE, ya anunció su trabajo, “Semana
Santa 2013”, con un amplio orquestamiento preventivo, en el que participarán
brigadistas, médicos, paramédicos, militares, policías y otros, para lo que de
seguro habrá que gastar millones de pesos, que bien servirían para ser invertidos
en cosas mucho más necesarias y perentorias que viene demandando el país;
verbigracia: reparación, equipamiento, y abastecimiento de medicinas, como de
utensilios para los hospitales públicos nuestros, que se encuentran en mal
estado, y desprovistos de cuanto allí se necesita para operar con relativa
eficiencia.
Cualquiera, siendo un poco crítico, apreciaría que a
veces, como que el Gobierno les hace el juego a los que han hecho de la Semana
Santa un significativo espacio anual para llevar a efecto actividades
comerciales; como, a los seudos religiosos sociales que aprovechan la ocasión
para los despreciables “folklores”
señalados precedentemente, olvidándose por completo el verdadero sentido
de la tradición cristiana; de la esencia enteramente espiritual que tiene la
misma.
Corresponde ésa, a la verdadera Pascua en que se
fundamenta el Cristianismo – pasión, muerte y resurrección de Jesús el Cristo, y que es vista en términos esotéricos, como el
sacrificio en la cruz de la personalidad humana, para romper la cadena de
reencarnaciones, y el despertar bajo un nuevo cuerpo sutil, espiritual, forma
en la que se debe regresar al Padre Supremo, hacer la Ascensión.
Lo que se habrá de celebrar en la semana que inicia, fue la culminación del ministerio terrenal a
cargo del precitado Maestro Ascendido – el amado Jesús -, a emular por toda la humanidad para el regreso
definitivo del Ego encarnado a su verdadera Fuente de origen.
Es por lo que Él decía: “Yo soy el camino, y la
verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mi” (Juan 14:6).
Evidentemente, no se refería a Él como hombre, sino a la Conciencia Divina,
CRISTO, a la que su cuerpo físico servía
de templo, y medio de Expresión durante la misión terrenal encomendada, 30-33
años.
Ahí estaba la clave del asunto. Es ese fragmento de dicha
Conciencia – Ego Superior – en cada ser humano, el que todo hombre debe
expandir, hasta hacerse Uno con el Padre, cuando se crucifica la personalidad
humana, tal cual lo hizo el maestro Jesús. ¡Todos somos Cristos en potencia!, y
debemos transitar el mismo trayecto espiritual que Él recorrió, a manera de ejemplo.
Es por tanto que, la celebración de la Semana Santa,
aun en los términos convencionales religiosos en que se conoce, ¡merece
respeto! No importa la creencia filosófica que se tenga. La misma tiene como
referente una serie de acontecimientos de orden divino, insondables en gran
parte, en el contexto de la mente humana, que tienen que ver de manera directa con la evolución del planeta Tierra, por medio
de igual proceso espiritual a cargo de sus habitantes todos.
¡Reflexiónese!, y téngase bien presente que, a veces
no siempre resulta aconsejable el estar jugándose con ciertas cosas que en el
fondo no se conocen bien, por la forma tradicional en que son manejadas por las
religiones convencionales.
Son asuntos que, para poder comprenderlos un poco, hay
que irse necesariamente al ámbito esotérico; profundizar en los aspectos
relativos a la espiritualidad, y establecer la diferencia entre ésa,
(“experiencia individual orientada a liberarnos de los miedos del mundo físico
y buscar una relación con lo Divino”, Caroline Myss), y la religiosidad
popular.
Además, nunca olvidar que, la Madre Naturaleza, en
ocasiones tiene unos jueguitos algo pesados – Ley de Causa y Efecto -, para
llamar a capítulo a la gente, como se
dice; al igual que, a la contrición de espíritu; a la expansión de la
Conciencia Crística (“volver la mirada
hacia el corazón, para comenzar a vivir desde él, sin hacerle caso al miedo”),
que es lo que se entiende comenzaría a promoverse en el orden espiritual, a
partir del famoso 21 de diciembre del año próximo pasado.
Lamentable, que el saludo aquel de otrora, usado el
día de Viernes Santo, “que morir tenemos”, decía el primer interlocutor,
mientras que el segundo respondía, “ya lo sabemos”, haya quedado totalmente en
el olvido. El mismo evidenciaba mayor respeto y conciencia espiritual que
ahora, a pesar del tanto flujo informativo presente. Nos lo enseñó un señor que para esta época tendría
unos 115 años de edad. ¿Qué ha pasado con la humanidad? ¡Tarea!
Autor: Rolando Fernández
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